ᴘᴏᴠ ᴏꜱᴄᴀʀLas luces del antro parpadeaban al ritmo de la música. La banda sonaba fuerte, el ambiente estaba cargado de risas, humo y tragos. Me apoyé contra la barra, mi cadena brillando bajo las luces neón, mientras observaba a la gente pasar. Al lado mío, Gabito y Nata ya andaban pidiendo otro trago, hablando de las morritas que se andaban ligando en la noche.
-Ey, viejo, ¿y tú qué onda? -me preguntó Nata, alzando su vaso-. Se te ve callado, ¿andas bien o te pegó la rolita?
Solté una risa seca, pero en el fondo sabía que esa canción me había dado en el blanco. La neta, me recordaba a ____ , a la pinche Elvira que se había encargado de destrozarme el corazón. La miré en el otro lado del antro, con sus amigas, sonriendo como si nada, como si todo estuviera bien en su mundo. "Eras mi Elvira, yo era tu Scarface," pensé, repitiendo las letras en mi cabeza.
Me mordí el labio, tratando de aguantar las ganas de ir a decirle un par de verdades. Desde que todo se fue a la mierda, no habíamos cruzado ni una palabra. Y no es que quisiera, pero cada que la veía, me dolía en el pinche orgullo. ¡Y ahí estaba! Con la sonrisa más falsa del mundo, como si no le importara nada. Como si no hubiera pasado nada.
-Nah, viejo, ya sabes cómo es. Nomás otro día, otra peda. -levanté el vaso, dándole un trago largo para no pensar en ella.
Pero Nata me conocía demasiado.
-No te hagas, carnal. ¿Ya la viste, no?
Levanté la mirada. Sí, claro que la había visto. Ahí, con su G Wagon, la vida de lujos que ahora llevaba. "Hasta le compraron la G Wagon, pero la engañan en cualquier antro." Esa parte de la rola me pegaba duro. Sabía que sus nuevos pretendientes eran puros cabrones que no valían madre, pero ella los prefería. Y ahí estaba yo, mirándola, mientras todo el antro me daba vueltas. No era perfecto, nunca lo fui, pero la traté mejor que cualquiera de esos pendejos.
-Que se quede con su pinche camioneta -dije, empujando el vaso vacío hacia la barra-. La neta, ya me tiene hasta la madre.
Gabito soltó una carcajada.
-No te estés chingando, viejo. Ya supérala. Hay más morras aquí que te mueven el culo. Mira esa güerita de allá.
Lo seguí con la mirada, y sí, una morra me estaba mirando, sonriendo, coqueteando. Pero no me importaba. Aunque tratara de negarlo, aún tenía esa espina clavada. ____ había sido especial. No era solo una más. No la quería recordar, pero las rolas, el ambiente, todo me la traía de vuelta. Y si ya sabía cómo iba a terminar esto, ¿para qué seguirle buscando?
El celular en mi bolsillo vibró. Miré la pantalla.
-¿Adivina quién es? -dije, mostrándoles el número de ____ . Ya estaba peda otra vez, seguro. Y cada que eso pasaba, me marcaba.
-No mames, carnal. No le contestes, ya sabes cómo termina. -Gabito me miró con una ceja levantada-. Si te emborrachas, ya no me marques, cabrón. Vas a hacer pendejadas si sigues así.
Solté el aire, echando la cabeza hacia atrás. Claro que lo sabía, pero... algo en mí no podía evitarlo. Cerré los ojos un segundo, sintiendo el peso de la decisión. A veces nomás no podía controlarme cuando hablaba con ella.
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ᴘᴏᴠ ___
El alcohol corría por mis venas, y todo a mi alrededor se sentía como un sueño borroso. La música, las luces, las risas. Me reía, pero la neta es que ni sabía por qué. Estaba tratando de ahogar todo lo que sentía, todo lo que había perdido. Y cuando el tequila me pegaba, lo único que quería era hablarle.
Ahí estaba yo, otra vez con el celular en la mano, viendo su número, ese que aún no tenía los huevos de borrar. Había tomado de más, pero no me importaba. Lo extrañaba, aunque jamás lo admitiría sobria.
-¿Le vas a marcar otra vez? -preguntó Carla, una de mis amigas, mirándome con cara de "no lo hagas."
Pero ya tenía el número marcado, ya lo había hecho tantas veces que se sentía casi natural.
-¿Y qué si lo hago? -contesté, sintiendo el calor en mis mejillas-. Total, ¿qué más da?
Carla suspiró, sabiendo que no podía detenerme. Oscar siempre me hacía sentir cosas que ni siquiera entendía bien. Era un cabrón, sí, pero uno que había sabido tratarme como nadie más lo había hecho. Claro, ahora estaba vagando de antro en antro, tratando de olvidarlo, pero en el fondo, cada vez que marcaba su número, solo quería sentir esa conexión otra vez. Por más jodida que fuera.
-Te vas a arrepentir, tonta -Carla me dio un golpecito en la cabeza, como si tratara de devolverme a la realidad.
Pero no había vuelta atrás. El tono seguía sonando, y yo me sentía como una niña estúpida. Sabía que él ya no me veía igual, y que aunque me respondiera, sería solo para decirme que dejara de chingarlo con mis mensajes. Pero lo necesitaba, ¿sabes? A veces uno nomás quiere escuchar a la persona que más duele, porque esa es la que más importa.
-Hola, soy yo -dije cuando al fin contestó. Escuché su respiración al otro lado, ese sonido familiar que me había calmado tantas veces-. No me cuelgues, por favor.
El silencio fue largo, pero no colgó. Lo tomé como una señal. Tal vez, después de todo, no estaba tan jodido esto.
-No sé ni por qué te estoy llamando... -solté, con la voz temblando. Ya me había cansado de ser fuerte.
-¿Otra vez andas peda? -su voz era seca, cortante, como siempre que hablábamos en estos días.
-No... o bueno, tal vez sí, pero eso no importa.
Me dolía escucharlo así, tan lejano. Él siempre había visto mis virtudes, no mis defectos. Pero ahora parecía que todo lo que yo era le resultaba un maldito defecto. Cerré los ojos, apoyándome contra la pared del baño del antro, donde el ruido no era tan fuerte.
-____, la neta... ya no puedo con esto. Si te emborrachas, ya no me marques, porque no sé si voy a poder controlarme.
Esa última frase fue como un golpe directo al corazón. Sabía lo que significaba. Sabía que estaba al borde de perderlo para siempre. Tragué saliva, tratando de contener las lágrimas.
-Solo... solo quería escucharte.
-Pues ya me escuchaste. Pero ya no chingues, ¿va? Porque esta es la última vez.
La línea se cortó, y el silencio fue ensordecedor.
Primera de parte de este one shot.
Espero les guste.Vale♡.