𝑱𝒖𝒏𝒊𝒐𝒓 𝑯

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𝘔𝘢𝘳𝘢𝘵ó𝘯 1/3

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𝘔𝘢𝘳𝘢𝘵ó𝘯 1/3

Había sido una tarde como cualquier otra en la casa que compartía con Nata. A pesar de ser roomies, la convivencia había sido más que tranquila.

Nata había mencionado que los plebes vendrían a la casa porque tenían planeado ir a un tipo de vacaciones, ya sabía lo que significaba fiesta, música y alcohol, y a veces, un poco de desmadre, lo de siempre.

—¡Wey, ya llegaron los plebes! —gritó Nata desde la cocina, donde estaba preparando unas cervezas.

—¿Quiénes vienen? —pregunté mientras me acomodaba en el sillón, con cero ganas de levantarme.

—Peso, Tito, Gabito, y Oscar, ya sabes, el desmadre usual.

Suspiré y me levanté para ir a saludar, aunque la idea de ir a las vacaciones no me emocionaba tanto, me puse las chanclas y salí al porche ahí estaban, como siempre, haciendo ruido riéndose y platicando Peso traía la guitarra, Tito y Gabito cargaban unas hieleras y Oscar se veía igual de relajado que siempre.

—¡Holi! —saludé.

—¡___! ¿Qué onda, mija? —gritó Gabito alzando una mano para chocar los cinco.

—¿Lista pa’ la fiesta o qué? —me preguntó Tito.

—Ni madres, ya me conocen cero fiestas yo—respondí con una sonrisa burlona.

Todos comenzaron a platicar, cuando de repente escuché el motor de un carro acercándose, volteé y vi una camioneta estacionarse frente a la casa, mi corazón se detuvo por un segundo cuando vi quién bajaba del asiento del copiloto Antonio, mejor conocido como Junior H y para mi sorpresa, no venía solo.

—No me chingues… —susurré para mí misma al ver a una morra bajarse del carro con él, su novia.

—Mira quién llegó —murmuró Oscar a mi lado, dándome un codazo—. El buen Antonio.

—Sí, ya vi —contesté, tratando de ocultar mi incomodidad.

Antonio y yo habíamos sido novios hace unos años, pero terminamos mal, no había sido fácil superarlo y verlo ahí, tan casual acompañado de su novia, fue como una bofetada en la cara.

—Hola, qué tal —dijo la morra, sonriéndome con superioridad, se llamaba Karla, y la vibra que me daba era que me odiaba desde el primer segundo.

Antonio se acercó, pero su mirada estaba llena de nerviosismo, como si no supiera bien cómo saludarme.

—¿Todo bien, ___? —me preguntó al fin.

—Sí, todo bien —respondí cortante, evitando mirarlo directamente a los ojos, se sentía raro, demasiado incómodo, el reencuentro que jamás esperé ni pedí.

●●●

Pasaron tres días desde ese incómodo momento, y aunque la fiesta había estado buena, yo me mantenía a distancia de Antonio y Karla, no quería problemas, y mucho menos darle el gusto a la novia de armar drama pero eso no significaba que ella no intentara molestarme, ya varias veces me había lanzado indirectas o comentarios malintencionados y yo, respirando profundo y la ignoraba.

𝑪𝑻 // 𝐨𝐧𝐞 𝐬𝐡𝐨𝐭𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora