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1 Semana Después...

- Mami ¿Por qué decidiste ponerme "Miranda Elizabeth"? -Dijo Miranda con la voz suave -

- Porque me pareció un nombre hermoso, como de una princesa. -dijo Lesslie dulcemente mientras cepillaba el suave cabello castaño de su hija. -

- Es hermoso. -dijo Miranda sonriendo

- Igual que tú, cielo. -Dijo cariñosamente mientras dejaba el cepillo en la cama- Bueno, ya estás lista, solo falta...¡Un pequeño moño! -rió

- ¡Sí! Ponme el de color blanco mami porfa. -Dija la pequeña feliz

A Miranda le encantaban los colores suaves, simples y delicados y se notaba mucho en su ropa y accesorios, color blanco, rosa y un amarillo tan pálido casi como si fuera blanco, pero claro, los vestidos de dibujos no podían faltar en su armario al igual que los moños y listones.

- Listo, ahora puedes ir a jugar mientras yo preparo la comida, ¿sí? -Dijo Lesslie mientras terminaba de colocarle el moño.

-Sí mami. -Dijo Miranda feliz mientras salía alegremente de su habitación a la habitación de juegos.

Ese día amaneció gris y nublado en la casa de Lesslie, una atmósfera pesada presagiaba la sala. Ella por alguna razón se sentía extrañamente tensa y angustiada.

Bastián estaba sentado en el sofá estudiando partituras, con la mirada fija en el papel.

Cuando escuchó el motor de un auto que se acercaba, su cuerpo se tensó.

- Ma, es papá...-Dijo llamando a su madre mientras se acercaba a la ventana a ver el coche que se aproximaba. -

- ¿En serio? -Dijo claramente confundida mientras salía de la cocina a ver a la ventana con su hijo - Dios...

Lesslie al ver el coche de Bryan detenerse, sintió que un nudo se formaba en su estómago. Al salir del vehículo, Bryan mostraba una sonrisa que intentaba ocultar su nerviosismo, y Carolina lo seguía, brillando con una alegría que solo hacía resaltar la tristeza en el corazón de Lesslie.

El timbre sonó, Lesslie se quedó quieta un momento pensando si debería de abrir o no, hasta que finalmente decidió enfrentar la realidad, ella sabia que no podía ignorarlo para siempre.

—Hola, Lesslie —saludó Bryan, tratando de sonar despreocupado.

—Hola —respondió Lesslie, forzando una sonrisa.

Bastián observaba desde la distancia, una nube de descontento en su rostro. Miranda apareció en la sala, la pequeña no podía ocultar su nerviosismo; su cabello ondulado caía sobre sus hombros y sus ojos pequeños mostraban incertidumbre. Al ver a su padre, corrió hacia él, buscando el abrazo que sentía que era su refugio. Bryan la levantó con cariño, pero al instante, Miranda mostró una sombra de incomodidad al ver a Carolina.

Bastián sintió que el aire se volvía denso. En su interior, la frustración crecía, y sus ojos se cristalizaban con la emoción que intentaba ocultar. La tensión se hacía palpable, y Bastián, incapaz de permanecer en silencio, sintió que debía expresar su descontento.

—Papá, ¿Quien es ella? —dijo Miranda, bajando la mirada, las lágrimas asomándose en sus ojos.

Bryan, feliz dijo:—Miranda, ella Caro, es mi esposa y también tu mami y la de Bastián y también madre de tu nuevo hermanito.

— ¡No! Yo no la quiero, ella no es mi mami ni tampoco quiero otro hermanito. —protestó la pequeña a punto del llanto. —

La incomodidad y tristeza de Carolina era notable y muy fuerte por sus expresiones y Bryan al notar eso, soltó a Miranda y acercó a su esposa a él.

●La invitación●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora