Cap 35

176 24 4
                                    

Kim llegó a casa de su padre, no tenía ganas de nada.

Entró ignorando a cualquiera que se le cruzará por su camino hasta llegar a su habitación dónde después de entrar azotó la puerta cómo ya era costumbre.

Se tiró en la cama. Se sentía vacío, ni siquiera podía llorar a pesar de querer hacerlo. Inclusive se le hacía imposible pensar.

Estaba completamente pérdido y todo era culpa de su padre, si tan solo no lo hubiera obligado a estar cerca de Porschay. Si tan solo lo hubiera esperado para que al crecer cortaran los lazos, pero no, su padre hizo lo que quiso.

Sabía que era necesario llorar para sentirse mejor pero ni obligándose lo lograría hacer.

Su celular sonó una y otra vez pero ni siquiera le importó ver quién era, solo bajo el volumen y lo colocó a su lado.

Conforme pasaron las horas logró quedarse dormido pero debido a sus problemas tenía pesadillas. Todas eran sobre Porschay diciéndole lo mucho que lo odiaba.

A pesar de llevar horas pensando, intentando dormir y mirando al techo no tenía hambre. Sentía como si recién hubiera comido hasta no poder más.

Así paso aproximadamente una semana. Nunca se levantó de su cama, no se había bañado, no había comido y con trabajos tomaba agua. Ni siquiera usaba su celular el cuál se encontraba apagado pues Kim no lo había puesto a cargar.

Solo pudo llorar un día, en el cuál lo hizo hasta quedarse dormido. Al despertar sus ojos estaban exageradamente hinchados y duraron así hasta el día siguiente.

Al menos tres veces al día llamaban a su puerta, ya sea un guardaespaldas o su hermano mayor, pero jamás su padre. Esto lo hacía sentir peor pues era quien más debía apoyarlo.

Kim notó como su cuerpo adelgazo demasiado a pesar de haber pasado solo una semana. También notó las grandes ojeras, el cabello largo y el bigote que comenzaba a verse. Aún así le dio igual, seguía en cama.


Omega destinado no correspondido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora