Sienna Marlowe solía tenerlo todo, una vida como Kook, el respeto de los Cameron y un futuro asegurado.
Pero cuando su padre desaparece, llevándose consigo su prestigio y sus secretos, todo cambió.
Su mundo, antes lleno de lujos, se desmoronó, y Sie...
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RUMBO A LO DESCONOCIDO
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Cuando se dirigieron a la guardia costera, ni siquiera los escucharon. A pesar de sus intentos, sus palabras se perdían en el aire, ignoradas como el viento que soplaba.
Sin embargo, decidieron seguir adelante hacia el motel indicado por las misteriosas llaves, una sugerencia de John B, que supuestamente sabía dónde estaba. Pope, siempre cauteloso, no estaba muy convencido. La inseguridad brillaba en su mirada, pero, sin más opciones, finalmente decidió unirse a ellos.
Mientras tanto, Sienna, que se había mantenido en silencio al principio, lo empujaba por los hombros, haciéndolo avanzar, su risa mezclándose con el ruido de las olas.
—Pensé que el Chateau se veía mal —comentó JJ, arrugando la nariz mientras se acercaban al lugar.
—Este sitio es una mierda —replicó Pope con honestidad, mirando alrededor con desdén. El edificio parecía más un refugio para fantasmas que un lugar para pasar la noche.
Sienna asintió, compartiendo su opinión. —Totalmente de acuerdo. Este sitio no tiene ningún encanto.
—¿Motel o laboratorio de metanfetaminas? —Kiara soltó.
Sienna sonrió, cruzando los brazos. —Definitivamente un poco de ambos. Aunque con nuestra suerte, acabaremos siendo los protagonistas de un documental de terror.
—No es sitio para el dueño de un Grady-White —dijo John B, mirando con desdén la fachada desgastada del motel.
—No, es donde matarían al dueño de un Grady-White —replicó Pope, su tono lleno de ironía.
—Aquí vamos. Les habla el capitán, el crucero Pogue anclará —anunció JJ, mientras John B maniobraba el bote hacia la orilla. La emoción en el aire era palpable, y JJ, con su sonrisa deslumbrante, saltó del bote con una energía contagiosa que iluminaba el ambiente. Sienna lo observaba fijamente, sin poder evitar sonreír ante su entusiasmo.
—Aquí vamos —repitió John B, saltando también del bote con la misma determinación. Sienna, sin pensarlo dos veces, siguió su ejemplo y descendió del bote, haciendo que JJ y John B la miraran con sorpresa.
—¿Dónde vas? —preguntó JJ, frunciendo el ceño.
—Con vosotros —respondió Sienna, como si fuera lo más natural del mundo.
—Ni de coña —replicó JJ, su tono dejaba claro que no estaba dispuesto a ceder.
—¿Qué? ¿Por qué no? —Sienna insistió.
—Quédate —ordenó John B, tratando de ser el mediador.
—No me voy a quedar. Tengo tanto derecho a ir como vosotros —replicó Sienna.
