Sienna Marlowe solía tenerlo todo, una vida como Kook, el respeto de los Cameron y un futuro asegurado.
Pero cuando su padre desaparece, llevándose consigo su prestigio y sus secretos, todo cambió.
Su mundo, antes lleno de lujos, se desmoronó, y Sie...
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DONDE TERMINA LA ESPERANZA
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La noche comenzaba a caer con una intensidad implacable, como si la oscuridad quisiera devorar todo rastro de tranquilidad.
Las luces intermitentes de los patrulleros iluminaban la calle en ráfagas de rojo y azul, desterrando las sombras solo para reemplazarlas por un miedo más palpable.
Los oficiales estaban decididos; su búsqueda de John B era implacable, y cada rincón de la isla parecía temblar bajo el peso de sus pisadas.
Los oficiales y agentes no dudaron un segundo en actuar. Detuvieron a Sienna, Kie y Pope, casi arrastrándolos hacia una de las patrullas estacionadas frente a la tienda.
La resistencia habría sido inútil; el peso de las acusaciones y la determinación en los rostros de los agentes no dejaban margen para ninguna otra posibilidad.
—Sentaos y no os mováis. Tenemos mucho de qué hablar —dijo Shoupe, su voz resonando como una sentencia definitiva.
Su mirada era dura, cargada de una autoridad que no admitía desafío, pero detrás de sus ojos brillaba algo más: impaciencia, tal vez, o el eco de una sospecha que crecía como una sombra en su mente.
—Vigílalos —ordenó Shoupe a uno de los oficiales antes de salir de la tienda. El silencio se instaló como un peso invisible mientras los cuatro permanecían quietos, inmóviles.
Sienna miraba alrededor, pero parecía que todo a su alrededor hablaba, cada sonido amplificando el caos en su mente.
John B era inocente. Esa certeza resonaba como un mantra en su interior.
Él nunca habría hecho algo como aquello, nunca. Pero pensar en que pudieran detenerlo, en que lo consideraran culpable, hacía que su corazón se detuviera por un instante, para luego golpear con fuerza renovada contra su pecho.
La tormenta afuera crecía, rugiendo con una intensidad que hacía vibrar los cristales de la tienda.
Era como si el mundo mismo estuviera dando señales de que algo no estaba bien.
JJ, inseguro y torpe en su intento de consolarla, dio unas palmadas suaves en el hombro de Sienna.
Ella asintió con agradecimiento, murmurando apenas un "gracias" que se perdió entre el sonido de la lluvia y el viento.
La radio de los oficiales zumbaba en el fondo, interrumpiendo el silencio con informes incompletos y voces agitadas. "Tormenta incrementando... búsqueda interrumpida..." Decían palabras sueltas, pero el mensaje era claro: el caos afuera se reflejaba en cada rincón del lugar.
