Sienna Marlowe solía tenerlo todo, una vida como Kook, el respeto de los Cameron y un futuro asegurado.
Pero cuando su padre desaparece, llevándose consigo su prestigio y sus secretos, todo cambió.
Su mundo, antes lleno de lujos, se desmoronó, y Sie...
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FRÁGILES CONFESIONES
𓇼 🌊 🐚
John B siempre tenía un comentario peculiar que compartir, un dato que repetía con tal frecuencia que se convirtió en una especie de marca personal entre sus amigos.
—Todo el mundo que conozcas morirá algún día. Sin excepciones. Tu madre, tu hermano, tu hermana, tu padre, tus amigos...
Era su forma de enfrentar la vida: directa, brutalmente honesta y, al mismo tiempo, con un trasfondo extraño de afecto.
Como si, al recordarle a los demás lo inevitable, estuviera diciéndoles sin palabras que debían aprovechar cada momento juntos, porque esos momentos no durarían para siempre.
Sienna solía interrumpirlo antes de que terminara la frase.
No lo hacía porque le molestara; de hecho, esa era una de las cosas que más le gustaban de John B: su habilidad para encontrar maneras poco convencionales de hacer que pensaran en la vida.
Pero su tendencia a repetir el mismo comentario una y otra vez le daba el pretexto perfecto para bromear con él.
—Ya sabemos, John B —le decía, rodando los ojos y riendo mientras completaba la frase por él—. "Todo el mundo muere. Sin excepciones". Bla, bla, bla. ¿No tienes otro dato curioso?
Era su dinámica, una pequeña tradición que, de alguna forma, siempre lograba arrancarle una sonrisa.
Pero ahora... ahora esas palabras pesaban como una losa en su mente.
Habían pasado semanas desde la tormenta. Semanas desde que John B y Sarah desaparecieron, tragados por las olas y por la incertidumbre.
En la isla, la gente parecía haber aceptado su ausencia con una inquietante rapidez. La mayoría asumía que estaban muertos, una conclusión que les permitía seguir adelante con sus vidas sin detenerse demasiado a reflexionar sobre lo que realmente había sucedido.
En las conversaciones, en los cafés, en las esquinas de las tiendas, no había tristeza genuina, solo resignación.
Pero para los Pogues, el vacío que habían dejado era imposible de ignorar.
Las reuniones del grupo, que solían estar llenas de risas, bromas y planes absurdos, ahora eran incómodas y tensas.
Nadie sabía qué decir. Los silencios se alargaban, llenos de palabras que nadie se atrevía a pronunciar.
Sienna lo había intentado al principio. Había ido a algunas de esas reuniones, tratando de mantener vivo el espíritu del grupo, pero pronto se dio cuenta de que no podía soportarlo.
