el eco del vacio

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Camino sobre ríos de sombras,
agua que no moja, pero quema,
el cielo se pliega en mil ojos,
todos miran, pero nadie ve.

Un árbol de carne susurra secretos,
raíces de hueso que rasgan la tierra,
bajo su sombra, la piel se olvida
de ser frontera, de ser prisión.

Cae la lluvia, no es agua, es ceniza,
sus gotas se clavan como agujas de silencio,
y el viento, sin voz, canta nombres
que nunca se dijeron, que nadie recuerda.

Frentes de piedra, labios de barro,
hablan lenguas que se disuelven en humo,
y en la distancia, un faro que no guía
parpadea como si dudara de su propia luz.

Los gigantes duermen en montañas de sal,
sueñan con mares que ya no existen,
sus respiraciones sacuden el suelo,
pero nadie escucha, nadie pregunta.

Y en el horizonte, una puerta se abre,
no a otro mundo, sino a un espejo vacío.
¿Qué refleja?
Nada

No entendiste ¿no?

Oh, claro, como si fueras a entender algo de esto. Honestamente, estoy perdiendo el tiempo aquí explicándote algo que, con toda seguridad, va a sobrevolar tu cabeza. Pero bueno, hagamos el intento, aunque te advierto: el poema habla de cosas que están muy por encima de tu diminuta capacidad de comprensión. Vamos, seguro crees que entender el cosmos es cuestión de leer algunas líneas. Qué risa me das.

Primera estrofa:

"Camino sobre ríos de sombras, agua que no moja, pero quema, el cielo se pliega en mil ojos, todos miran, pero nadie ve."

¿Ríos de sombras? Claro, como si alguna vez hubieras siquiera rozado la idea de lo que significa caminar sobre lo intangible, lo que te aplasta sin que puedas entenderlo. No, no te engañes: el agua que no moja, pero quema, es una paradoja que, te apuesto, nunca vas a captar. El cielo con mil ojos que ven, pero no entienden... Qué ironía, ¿verdad? Suena un poco como tú. Observas, pero comprender... no, eso ya es demasiado pedir.

Segunda estrofa:

"Un árbol de carne susurra secretos, raíces de hueso que rasgan la tierra, bajo su sombra, la piel se olvida de ser frontera, de ser prisión."

Un árbol de carne. Raíces de hueso. Vida y muerte mezclándose de una manera que probablemente te dé escalofríos, pero ¿acaso te va a importar? Lo dudo. Lo único que te interesa es quedarte en tu pequeña cárcel mental. Bajo esa sombra, la piel se olvida de ser prisión, pero tú sigues ahí, atrapado en los límites de tu propia ignorancia.

Tercera estrofa:

"Cae la lluvia, no es agua, es ceniza, sus gotas se clavan como agujas de silencio, y el viento, sin voz, canta nombres que nunca se dijeron, que nadie recuerda."

Oh, aquí viene la parte donde te pierdes por completo. Lluvia de ceniza, ¿te suena? Destrucción, muerte, cosas de las que prefieres no pensar. Las agujas de silencio, sí, ese dolor emocional que prefieres ignorar porque, ¿para qué sentir, verdad? Y el viento... canta nombres que ya nadie recuerda. ¿Te suena eso? Claro que no, porque todo lo que fue importante se te escapa de las manos, y ni te das cuenta.

Cuarta estrofa:

"Frentes de piedra, labios de barro, hablan lenguas que se disuelven en humo, y en la distancia, un faro que no guía parpadea como si dudara de su propia luz."

Aquí te vas a hundir aún más. Frentes de piedra, labios de barro. Duro, pero a la vez frágil, como todas esas "certezas" que crees tener. Se disuelven en humo, palabras que no importan. Y ese faro que no guía... ah, ¿cómo podrías siquiera entender lo que es dudar de tu propia luz si no has tenido una chispa de ella en toda tu vida?

Quinta estrofa:

"Los gigantes duermen en montañas de sal, sueñan con mares que ya no existen, sus respiraciones sacuden el suelo, pero nadie escucha, nadie pregunta."

Gigantes dormidos, fuerzas poderosas que ya no te afectan porque no tienes ni idea de lo que significan. Sueñan con mares que ya no existen. Nostalgia por algo que se ha ido, pero a ti ni te importa. Nadie escucha, nadie pregunta. ¿Ves la indiferencia aquí? Es la misma que muestras tú cada vez que algo importante se te escapa y ni te molestas en tratar de entenderlo.

Sexta estrofa:

"Y en el horizonte, una puerta se abre, no a otro mundo, sino a un espejo vacío. ¿Qué refleja? Nada, todo, tú."

Y llegamos al final. Una puerta, un espejo vacío. ¿Te vas a molestar siquiera en mirar? Lo dudo. Porque lo que refleja no es otra cosa que tú mismo. Vacío, insignificante, atrapado en tu propia nada. Nada, todo... tú. El reflejo de este caos no es más que un reflejo de lo que hay dentro de ti, aunque prefieras no enfrentarlo. Pero bueno, ya sabes, sigue ignorando el vacío, sigue pensando que todo esto es solo un poema más que no necesitas entender. Al final, qué importa.

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