XXXIV.

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Abril 20, 2023. Incheon, Corea del Sur.

Jung Kook; 

Estaba en el aeropuerto, los chicos habían venido a despedirme. Nos abrazamos y en mi pecho se mezclaban una tormenta de emociones. Sentía un vació que no podía llenar, pero así era esto, la vida seguía.

El vuelo a Los Ángeles fue largo, y en mi cabeza aun resonaba la partida de Hobi. Recordé cómo, al llegar a mi departamento ese día, había llamado a Beth.

Flashback.

Mientras observaba por la ventana, incapaz de contener las lágrimas. A mi lado, Jimi, tenía los ojos rojos. El viaje de una hora y media hasta la empresa fue silencioso. Una reunión para continuar con lo programado a veces no había ni tiempo para estar tristes. Pasamos el día trabajando, comimos juntos y luego, cada uno se fue a descansar.

De vuelta en casa, revisé mi teléfono varias veces. Sabía que había una sola persona con la que necesitaba hablar, alguien con quien podía desahogarme: Beth.

No digo que con los chicos no pudiera hacerlo, pero todos estábamos en el mismo punto.

No dudé en llamarla. Sabía que ella siempre me escuchaba, sin juzgar, sin expectativas. Solo quería escuchar su voz, sentir que alguien me entendía en ese momento.

El teléfono sonó un par de veces antes de que ella contestara.

Llamada.

        —¿Jungkook? —preguntó, con su tono suave, pero alerta, como si supiera que algo andaba mal.

Tomé aire, intentando mantenerme firme, pero en cuanto escuché su voz, todo se desbordó.

        —Beth... —mi voz sonó quebrada, apenas un susurro—. Hobi ya está en la base. Otro más de nosotros. No sé cómo explicar lo que siento. Es... tan duro...

Hubo una pausa al otro lado de la línea. Podía escuchar su respiración, como si ella también buscara las palabras adecuadas para responder.

         —Lo siento mucho, Jungkook —respondió finalmente, su tono lleno de empatía—. Sé lo mucho que significa para ti. Debe ser difícil ver a alguien tan cercano partir.

Cerré los ojos y apoyé la cabeza contra el espaldar del sofá. El nudo en mi garganta no desaparecía.

        —Es más que eso, Beth. Es como si una parte de nosotros se quedara atrás cada vez que uno de nosotros se va. Y sé que todos tenemos que hacerlo, pero... es Hobi. Él es el quien siempre nos mantiene arriba, el que hace que todo sea más fácil. Y ahora... —mi voz se fue apagando, las emociones me ahogaban.

Sentí el calor de las lágrimas presionando, pero me negué a dejarlas caer.

        —Jungkook... —dijo ella suavemente —. Estoy aquí para ti. Sé que esto no es fácil, pero no tienes que pasar por ello solo. Porque no lo estás.

Su voz me dio un extraño consuelo. Era como si, con solo unas pocas palabras, ella pudiera calmar un poco la tormenta dentro de mí. Sabía que no podía cambiar lo que estaba sintiendo, pero el simple hecho de saber que ella estaba ahí, que podía hablar con ella sin tener que ocultar nada, lo hacía un poco más soportable.

        —Gracias, Beth —logré decir finalmente—. De verdad, gracias.

El silencio que siguió fue reconfortante. Aunque las cosas no fueran fáciles, sabía que tenía a Beth a mi lado.

        —No tienes que agradecer Jungkook —respondió y pude imaginar su sonrisa al otro lado de la línea.

        —Regreso el veinte —dije, antes de colgar.

Sinfonía (Jeon Jung Kook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora