XXV.

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Beth;

Había logrado hacer que Ethan se recostara en el sofá, completamente noqueado. Rayo ladraba inquieto mientras yo marcaba su número, sin que haya respuesta alguna.

        —Rayo, silencio —le dije mientras colgaba la llamaba.

Bufé con cansancio. Estaba a punto de ir a la cocina por un vaso con agua cuando sentí que Ethan me sujetaba de la mano, deteniéndome en seco.

        —Beth, por favor, regresa conmigo—dijo entre sollozos.

Lo miré exasperada. No era la primera vez que hacía esto.

        —Ethan, no deberías beber tanto —respondí, sabiendo que mis palabras serían en vano.

        —Dejaré de hacerlo si vuelves conmigo —insistió, aferrándose que sería como antes.

Me solté de su mano y caminé hacia la cocina. Eran ya las nueve de la noche y rogaba que Milan responda mi llamada. Para mi alivio, lo hizo enseguida.

Llamada.

        —¿Qué pasó, pulga? —dijo su voz al otro lado de la línea, con ese tono de confianza que siempre me hacia sentir segura.

        —Ethan está aquí y Laura no responde mis llamadas —expliqué mientras cerraba la puerta del refrigerador.

        —¿Tú estás bien? —preguntó, y pude notar la preocupación en su voz.

        —Sí, estoy bien. Solo no sé qué hacer con él.

        —Voy hacia allá ahora mismo —dijo ni bien había terminado yo de hablar.

Colgó antes de que pudiera decir algo más.

Miré a Ethan, que seguía dormido en el sofá, y no pude evitar sentir una mezcla de pena por él. Los rumores sobre Laura se habían extendido muy rápido: decían que ella le estaba haciendo lo mismo que él hizo conmigo. Pero Ethan, con su orgullo herido, no podía terminar la relación. Sabía que habían comenzado a vivir juntos, pero el resto de la historia me era ajeno, y prefería que siguiera así.

Después de unos veinte minutos, escuché el timbre y me apresuré a abrir la puerta. Milan entró inmediatamente, con esa expresión de preocupación que siempre ponía cuando algo andaba mal.

        —¿Seguro que estás bien? —me preguntó, escudriñando mi rostro y brazos en busca de señales de que algo había sucedido.

         —Milan, estoy bien, de verdad —le respondí rápidamente.

        —¿Dónde está ese idiota? —preguntó, entrando al departamento sin perder el tiempo.

Rayo empezó a saltar emocionado a su alrededor, pero Milan, inmerso en su preocupación, lo ignoró por completo.

        —Dormido en el sofá —le indiqué, siguiéndolo.

Milan caminó hasta Ethan e intentó despertarlo, pero él estaba completamente fuera de combate.

        —Deberíamos llevarlo a su casa —dije, aunque mi tono denotaba lo poco que me apetecía seguir lidiando con toso esto.

        —Vamos, será lo mejor —bufó, y comenzó a levantarlo con esfuerzo.

Logramos bajarlo en el ascensor y con dificultad, lo metimos en el auto de mi hermano. Durante el trayecto, Milan rompió el silencio.

        —¿Te dijo algo? —preguntó, con la vista fija en la carretera.

        —Que quiere que volvamos —respondí sin ánimos.

        —Ni se te ocurra —dijo, firme.

        —Tampoco soy tan tonta como para volver a hacerlo —repliqué.

        —Todavía no entiendo cómo fui capaz de presentártelo —añadió Milan con un tono de arrepentimiento.

        —Fue una sorpresa para todos —respondí, y traté de cerrar la conversación ahí.

Decidió que era mejor cambiar de tema, y preguntar qué tal había estado mi día, y le supe contar todo.

No tardamos en llegar al apartamento de Ethan, al tocar la puerta salió Laura como era de esperarse.

        —¿Y tú qué haces aquí? —preguntó con desdén, apenas viéndome.

        —Traje a tu novio que estaba tirado fuera de mi departamento —respondí, señalando el auto.

Ella lanzó un suspiro y caminó hasta el auto. Milan la ayudó a cargarlo hasta dejarlo en el sofá de su sala. Mientras yo subí al auto esperando a mi hermano. Con Laura no había palabras amables, ni saludos, ni despedidas, como había sido hace años. Alguna vez fue una de mis amigas más cercanas en la universidad, pero todo cambió de la noche a la mañana. Se alejó sin darme una explicación, aunque más tarde entendí por qué.

Al día siguiente, llegué al estudio temprano. Eran apenas las ocho de la mañana, y ya estaba organizando todo para terminar de grabar Seven.

A las diez en punto, Jungkook llegó, y al verlo entrar mi estomago dio un vuelco de nervios. Llevaba una camisa blanca, jean y un gorro color crema. El simple hecho de verlo me ponía nerviosa, pero cuando me saludó con un abrazo y un beso en la mejilla, su perfume me envolvió de inmediato. Ese aroma, suave y cálido, se quedó impregnado en mi mente.

El día de grabación trascurrió como estaba planeado, Andrew le explicó a Jungkook como serían los coros, y comenzamos a grabar. Todo iba bien, hasta que mi celular comenzó a vibrar en la mesa de mezclas. Miré la pantalla; era Ethan llamando. Solo lo observé un momento, sin saber si debía responder o no hacerlo.

        —Concéntrate en tu trabajo —dijo Hana, quien había notado mi distracción

Yo solo me limité a escucharla. Volteé la pantalla y continué en lo mío. Pero la situación me pesaba más de lo que quería admitir.

Jung Kook;

A través del cristal, observé cómo Hana le decía algo a Beth, pero ella parecía ignorarla, estaba claro que algo la tenía perturbada.

        —Listo —dijo Beth, su voz profesional regresando.

        —Ya están los coros, chicos. Vengan a escuchar la canción completa —añadió Cirkut.

Y eso hicimos, salí del estudio para escuchar el resultado, y vi que el rostro de Beth cambió. Su celular vibró y supuse que leyó el mensaje que había llegado. Vi en sus ojos disgusto. De a poco iba descubriendo sus emociones.

Mi mirada seguía sobre ella y cuando se unió a la mía fue como haberla cuestionado y ella solo negó, fue como si me estuviera diciendo que estaba bien, que no me preocupara. Hablábamos sin palabras.

La canción empezó a sonar, y cada acorde me emocionaba más, de reojo vi a Beth sonreír, aunque pequeña, me bastó. Cuando los últimos acordes resonaron, su celular volvió a vibrar. Esta vez, no pudo ignorarlo.

        —Lo lamento, debo contestar —se disculpó, saliendo rápidamente del estudio.

        —Está bien —le dijo Andrew.

        —Nos tomaremos un pequeño descanso antes de continuar —habló Cirkut —. Estás haciendo un increíble trabajo —añadió, dándome una palmada en el hombro.

        —Gracias —respondí, con una sonrisa sincera.

Pero mi mente seguía enBeth y en lo que la había hecho salir tan apresurada.






De nuevo Ethan. 😒

Jungkook ya la va conociendo. 🥹

Espero les esté gustando esta historia.

Muchas gracias por leer, comentar y votar. 💜

Las amo miles de millones. 💙 🎶

Sinfonía (Jeon Jung Kook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora