prólogo

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Liora

Liora y sus hermanas se encontraban en el Jardín de las Hermanas, un lugar donde las flores florecían en colores vibrantes y los aromas dulces llenaban el aire. Era su refugio, un espacio donde podían ser ellas mismas, lejos de las expectativas del mundo exterior. Mientras Liora se inclinaba para recoger unas flores silvestres, Naia cortaba algunas hierbas medicinales que había aprendido a identificar.

-¿Recuerdas la última vez que hicimos pociones con estas? -preguntó Liora, sonriendo mientras mostraba a sus hermanas las flores que había reunido.

-Sí, pero tú hiciste que explotara todo -rió Seren, su risa como música pura que llenaba el aire.

Naia rodó los ojos, pero su expresión era divertida.

-Eso fue solo un pequeño accidente, y tú fuiste la que decidió agregar ese ingrediente extra, Seren -respondió, tratando de mantener la seriedad.

Liora se unió a la risa, sintiendo la calidez de la compañía de sus hermanas.

Seguían riendo en el Jardín, disfrutando del momento y del cálido sol que iluminaba sus rostros. De repente, un sonido de ramas rompiéndose resonó a lo lejos, y las tres hermanas se volvieron a mirar, intrigadas.

-¿Quién podría ser? -preguntó Naia, con una ceja levantada.

En ese instante, apareció Matías, el mejor amigo de Liora, con una sonrisa amplia y un aire de energía desbordante. Su cabello oscuro y despeinado contrastaba con su camiseta sencilla, y aunque estaba un poco cubierto de hojas, su entusiasmo era contagioso.

-¡Liora! ¡Seren! ¡Naia! -saludó, acercándose a ellas con paso ligero-. ¡He estado buscando a la persona más divertida del reino!

Liora se sonrojó, sabiendo exactamente a quién se refería.

-¿Y qué has encontrado? -preguntó ella, cruzando los brazos con una sonrisa traviesa.

-Un par de locas en un jardín -respondió Matías, riendo mientras se inclinaba para observar las flores que Liora había recogido-. Aunque supongo que no es el lugar más extraño en el que podrías estar.

Naia suspiró, sonriendo mientras continuaba cortando hierbas. Seren, emocionada por la llegada de Matías, corrió hacia él.

-¿Te gustaría unirte a nosotros? ¡Estamos haciendo pociones! -exclamó, con los ojos brillando de emoción.

-¿Pociones? ¿O explosiones? -bromeó Matías, guiñándole un ojo a Liora.

Ella puso los ojos en blanco, riendo.

-No siempre explotan, solo a veces -dijo, tratando de sonar seria, pero no pudo evitar reírse al recordar el último intento fallido.

Matías se sentó en el suelo junto a Liora, y mientras Naia y Seren continuaban con su actividad, él se volvió hacia ella, su expresión llena de curiosidad.

-Dime, Liora, ¿qué locuras has estado planeando esta vez? -preguntó, inclinándose hacia adelante con una sonrisa burlona.

Liora se emocionó, sintiendo la necesidad de compartir sus pensamientos más extravagantes.

-¡Oh, Matías! Estaba pensando en cómo podríamos atrapar un rayo con un cristal y usarlo para encender un fuego mágico -explicó, sus ojos brillando con entusiasmo.

Matías no pudo evitar reír, dejando que su risa llenara el aire.

-Eso suena increíblemente peligroso, pero también genial -dijo Matías, aún riendo-. Pero, por favor, asegúrate de no acabar chamuscada.

Liora sonrió, disfrutando de su complicidad. Sin embargo, mientras las risas continuaban, una sombra de inquietud cruzó su rostro.

-Matías, hay algo más -dijo Liora, su tono de voz cambiando ligeramente-. Desde que comenzó el día, he tenido un presentimiento extraño.

Matías la miró, su expresión ahora seria.

-¿Un presentimiento? ¿De qué se trata? -preguntó, acercándose más a ella, atento.

-No estoy segura. Es como si algo estuviera por suceder, algo importante... como si la tormenta que se avecina no solo fuera lluvia -explicó Liora, moviendo las manos en un gesto de frustración mientras trataba de dar sentido a sus pensamientos-. Lo siento en el aire, y no puedo sacudirme esa sensación.

Matías frunció el ceño, su rostro mostrando preocupación y comprensión.

-A veces, esos presentimientos pueden ser muy reales -dijo, manteniendo contacto visual con ella-. Quizás sea solo tu intuición hablándote.

Liora asintió, sintiendo el peso de sus palabras.

-Sí, pero también siento que está conectado a nosotros, como si nuestras vidas estuvieran a punto de entrelazarse de una manera que nunca imaginamos -confesó, recordando las historias de los ancianos que hablaban de la magia de los momentos decisivos.

Matías le sonrió con confianza.

-Sea lo que sea, enfrentaremos lo que venga juntos, como siempre. Y si es una locura, será la mejor locura que hayamos vivido -afirmó, su tono juguetón regresando.

Liora rió, sintiéndose un poco más aliviada.

-Tienes razón. Además, tengo a mi lado al mejor amigo del reino. ¿Quién podría necesitar más? -dijo, recuperando su alegría mientras su mirada se perdía entre las flores que la rodeaban.

Seren, que había estado escuchando en silencio, se acercó, interrumpiendo el momento.

-¿Podemos dejar de hablar de cosas serias y empezar a hacer locuras? -preguntó, sonriendo y levantando un frasco vacío-. ¡Quiero hacer una poción que haga que los sapos canten!

Liora y Matías rieron nuevamente, dejando que la preocupación se desvaneciera en la calidez de la amistad y el amor fraternal que compartían. Sin embargo, en el fondo de Liora, la inquietud persistía, como un eco de lo que aún estaba por venir.

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