El Refugio del Roble

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Liora

Han pasado dos semanas desde aquella noche, y siento que han sido días interminables y fugaces a la vez. Todos en Lunaris estamos en movimiento, y nosotras, mis hermanas y yo, hemos estado dedicadas a entrenar nuestros poderes. Cada una de nosotras, inmersas en nuestra propia magia, ha encontrado una manera de reconectarse con lo que somos y con lo que podemos llegar a ser.

Seren y yo hemos compartido muchos momentos juntas en la cocina del palacio, donde los cocineros siempre la reciben con una sonrisa y la animan a aprender. Seren es como una luz en ese lugar, siempre logra que todos se rían. Incluso, se ha hecho amiga de la princesa Elyana, quien disfruta de su energía y su alegría. Verla tan feliz y rodeada de personas que la aprecian me llena de paz.

Por su parte, Naia ha estado profundizando en su conexión con el agua. Al principio, dudaba, pues pensaba que las hadas se encargaban del dominio de las aguas. Sin embargo, Arcadion le explicó que su poder era único, mucho más profundo. “El agua guarda recuerdos, Naia,” le dijo con su peculiar sonrisa y voz sabia. “Tu habilidad va más allá de cuidarla. Puedes ver a través de ella, escuchar sus ecos del pasado, y hasta entender su alma.” Desde entonces, Naia ha descubierto que el agua no solo la obedece; puede reflejarle secretos y recuerdos del mundo que la rodea, como si ella pudiera ver en sus profundidades los momentos que han quedado atrapados en sus corrientes. Ahora la veo confiada, decidida, y sé que este poder nuevo la ayudará a protegernos.

Yo, en cambio, he redescubierto mi propia magia a través de la música. Mi canto no es solo una melodía, sino un poder que resuena en la naturaleza misma. Cuando canto, la naturaleza parece responder. Las hojas vibran al ritmo de mi voz, las flores se inclinan, y las criaturas se acercan, hechizadas por la dulzura de las notas. Mi canto es mi vínculo con el mundo natural, una fuerza que puede envolver, proteger y hasta hipnotizar a quienes me rodean.  Además, he estado practicando otros aspectos de mi poder, esos que me permiten sentir la vida en cada planta, en cada ser. La naturaleza me habla a su manera: me muestra cuando algo está en peligro o cuando hay algo que debo sanar. Puedo sentir cómo cada raíz y cada hoja se entrelazan en una red que nos cuida y protege. Mi poder de conectar con la naturaleza es una guía, un escudo, y con él he aprendido a entender más profundamente el bosque que nos rodea y a cómo pedirle su protección.

Nuestra cabaña, que había sido destruida, ha sido restaurada y regresamos allí hace unos días. Es extraño, pero también reconfortante estar de vuelta. Naia está ansiosa por regresar a nuestra vida normal. Seren y yo, en cambio, aún nos sentimos conectadas a este lugar y a las personas que hemos conocido.

No he tenido la oportunidad de hablar con el príncipe Caelum desde aquella última vez que nos vimos. Cuando nos trajo de regreso a la cabaña, me prometió que haría todo lo posible por estar conmigo y ayudarnos, pero sé que sus responsabilidades lo mantienen ocupado. El reino necesita de él, y yo entiendo eso. Sin embargo, no puedo evitar pensar en él, en las palabras que compartimos y en el peso que lleva sobre sus hombros.

Matías, mi amigo más fiel, ha tratado de visitarnos siempre que puede, pero él también está cumpliendo con sus deberes como capitán de la Guardia. Ha estado viajando de un estado a otro, ayudando en los entrenamientos y representando al reino en cada lugar que visita. Lo extraño, aunque sé que está haciendo su trabajo con el mismo empeño de siempre. Aun así, sé que, de alguna manera, él siempre estará con nosotras.

Estas semanas nos han enseñado a cada una algo diferente sobre nuestros poderes y sobre nosotras mismas. Nos estamos preparando para cualquier cosa que pueda venir por parte de Giselle, con ella las cosas pueden pasar sin darnos cuenta, confiamos en que nuestra magia y nuestra unión como hermanas serán nuestra mayor fortaleza.

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