Confusiones Nocturnas

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Caelum

La cena estaba lista. Los sirvientes habían seguido mis instrucciones al pie de la letra para decorar el lugar, pero ahora, mientras caminábamos hacia la mesa, apenas notaba el trabajo que habían hecho. Mi atención estaba completamente fija en Liora. Ella observaba la decoración con una sonrisa que iluminaba su rostro, como si cada detalle le trajera un recuerdo agradable, como si aquello la transportara a algún lugar especial.

—Es hermoso —susurró, admirando las luces tenues, las flores que adornaban el camino y las telas suaves que caían a ambos lados del salón.

Nos detuvimos frente a la mesa, y antes de tomar asiento, Liora giró hacia mí con una mirada encantada.

—Es… no sé cómo explicarlo. Esto me recuerda a mi hogar —dijo, con una voz tan suave que, por un momento, me hizo olvidar todo a nuestro alrededor.

Sonreí, pero en lugar de mirar el trabajo de los sirvientes, volví a concentrarme en ella. Su asombro, su encanto, esa chispa en sus ojos… era algo que no podía dejar de admirar. Finalmente, me senté frente a ella, aún atrapado por la dulzura de su expresión.

Liora continuó explorando con la mirada cada rincón de la habitación, y aunque había pedido que hicieran algo especial para impresionarla, me di cuenta de que ella hacía que el lugar pareciera aún más encantador.

—¿Te gusta? —pregunté, disfrutando del brillo en sus ojos.

—Muchísimo —respondió, volviendo a mirarme con una sonrisa sincera—. Es como si estuviera de regreso en mi propio hogar. Has pensado en cada detalle… es algo… —Se interrumpió, sonriendo como si no encontrara las palabras.

Pasamos un momento en silencio, simplemente mirándonos. No era un silencio incómodo; al contrario, sentí que estábamos comunicándonos en un lenguaje que ambos entendíamos sin necesidad de hablar.

Finalmente, después de unos instantes, Liora me miró con algo de curiosidad.

—¿Y cómo va la cabaña? —preguntó, rompiendo el silencio.

Me sorprendí al escucharla hablar de eso, pero no dejé que se notara. Sabía lo importante que era aquel lugar para ella y sus hermanas, así que había tomado medidas para restaurarlo rápidamente después de que se incendiara.

—Va bastante bien —respondí—. Mi madre y yo quisimos que el proceso fuera lo más rápido posible. Queremos que tengan un lugar seguro, donde puedan sentirse tranquilas. Los obreros han trabajado día y noche para que esté lista pronto. Solo quiero que cuando vuelvas, sientas que no has perdido nada.

Sus ojos se suavizaron, y pude notar en su expresión lo mucho que aquello significaba para ella.

—Gracias, Caelum —me dijo, con una sinceridad que caló hondo en mí—. No tenías que hacer todo eso, pero lo valoro más de lo que puedes imaginar.

—Lo hago porque quiero, Liora —respondí, mirándola fijamente. Hubiera hecho cualquier cosa por ella, sin necesidad de que me lo pidiera.

El resto de la cena continuó en un ambiente de calma y confidencias. Hablamos de nuestras vidas, nuestras familias, de las cosas que nos gustaban y también de aquellas que nos preocupaban. La forma en que se abría conmigo, con esa sinceridad casi inocente, me hacía sentir más conectado a ella.

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