Sombras del Pasado

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Al regresar a la cabaña, un aire tenso envolvía el lugar. Desde la distancia, vi a mis hermanas, Naia y Seren, en el patio trasero, rodeadas de velas parpadeantes y un círculo de hierbas secas. Naia parecía sumida en un profundo trance, su rostro pálido reflejando una mezcla de determinación y preocupación.

—¿Qué están haciendo? —pregunté, acercándome lentamente, mi curiosidad superando la inquietud que empezaba a gestarse en mi interior.

Seren giró hacia mí, sus ojos grandes y curiosos.

—Intento ayudar a Naia. Ha estado teniendo un presentimiento... algo la inquieta —respondió, visiblemente preocupada.

Naia, aún en su estado de concentración, dejó escapar un susurro que apenas pude entender. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. La tensión palpable en el aire me decía que algo oscuro acechaba en el fondo de su mente.

—¿De qué se trata, Naia? —le pregunté, sintiendo que el peso de su silencio se volvía más pesado.

Finalmente, Naia abrió los ojos, su mirada distante y profunda.

— No puedo entender por qué siento esto, pero hay una conexión. Es como si una sombra se estuviera acercando a nosotras.

Fruncí el ceño, incapaz de entender lo que decía.

—¿Quién? ¿Quién podría estar acercándose? —inquirió Seren, también confundida.

Naia bajó la mirada, y me di cuenta de que la sombra que la envolvía no era solo un presentimiento, sino un recuerdo doloroso que guardaba en su corazón.

La incomprensión llenó el aire entre nosotras. Me sentí impotente al no poder ayudar, pero la urgencia en la voz de Naia me llevó a tomar una decisión.

—¿Qué podemos hacer? —pregunté, mirando a mis hermanas.

Naia, recuperando su compostura, se levantó y se acercó a nosotras, una chispa de determinación brillando en sus ojos.

—Necesitamos hacer un hechizo de protección. Algo que mantenga a ese ser alejado de nosotras y de nuestros seres queridos —explicó, tomando nuestras manos—. Pero este hechizo requiere que todas estemos unidas en intención y poder.

Nos agrupamos en círculo, unidas por el deseo de protegernos mutuamente. Naia comenzó a murmurar palabras antiguas, mientras Seren y yo la seguíamos, nuestra voz resonando con un eco poderoso. Las velas temblaron con fuerza, iluminando nuestros rostros en una danza de luces y sombras.

—Con el poder de la luna y el viento —declaró Naia—, invocamos fuerzas ancestrales para protegernos. Que lo que regrese no nos encuentre.

A medida que el hechizo se pronunciaba, una energía palpable llenó el aire. Sentí que un manto de protección nos rodeaba. Sin embargo, una sombra de duda cruzó mi mente. ¿Qué era eso que acechaba? ¿Quién o qué era la amenaza?

La magia se unió entre nosotras, sellando nuestro pacto de protección, pero el inquietante presentimiento de Naia no desapareció.

Con el hechizo completo, nos miramos, sintiendo la conexión más fuerte que nunca.

—No importa lo que venga, estaremos juntas —dije, firme en mi promesa.

—Siempre —respondió Seren, mientras Naia asentía, aunque una sombra de preocupación aún danzaba en su mirada.

La tensión en el aire comenzó a desvanecerse cuando decidí cantar para tranquilizar el ambiente. Mi voz fluyó suavemente, resonando en el aire con un canto hermoso en el idioma de las brujas. Era un canto dulce y celestial, un himno que evocaba la magia de la naturaleza y la conexión entre nosotras.

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