Liora
En la cálida cabaña que compartía con mis hermanas, la brisa suave entraba por la ventana abierta, trayendo consigo el aroma fresco del bosque que nos rodeaba. Las montañas eran nuestro refugio, con sus picos cubiertos de un verde intenso y arroyos cristalinos que danzaban entre las piedras. Pero a pesar de la belleza que nos rodeaba, había una sombra de preocupación que oscurecía nuestro hogar: el príncipe Caelum.
-¿Realmente crees que fue seguro hablar con él? -preguntó Naia, su voz teñida de seriedad mientras peinaba su largo cabello liso, que caía como un río de seda sobre sus hombros.
-¡Ay, Naia! -exclamé, tratando de aliviar su inquietud-. Solo fue un encuentro. Además, él es... diferente. No sentí miedo.
-¿Diferente? -repitió, arqueando una ceja-. Liora, él es un príncipe. Nosotras somos brujas, y el reino no mira con buenos ojos a quienes tienen magia. Podría delatarnos.
Seren, sentada en el rincón de la cabaña, observaba con curiosidad, su cabello rojo brillando a la luz del atardecer.
-¿Te gustó, entonces? -preguntó, su voz cargada de travesura mientras se acercaba, sus ojos brillando de emoción.
-No es eso... -respondí, sintiendo que el calor me subía a las mejillas-. Es solo que... él tiene una forma de ver las cosas. Y su sonrisa... ¡Es contagiosa!
Naia suspiró, claramente preocupada.
-¿Y si alguien lo descubre? -continuó-. No solo él podría tener problemas, sino que nosotras también. Las brujas son vistas como peligrosas y macabras en el reino.
-Pero eso no lo define -intervino Seren, inclinándose hacia adelante-. ¿No sentiste su calidez? No creo que quiera hacernos daño.
-Es solo que... hay algo en sus ojos, como si comprendiera más de lo que aparenta -dije, recordando cómo sus ojos verdes dorados brillaban bajo la lluvia. Era un sentimiento nuevo, uno que no sabía cómo clasificar, pero me llenaba.
-Lo sé, Liora -dijo Naia, entrelazando sus dedos con preocupación-. Pero tenemos que ser cautelosas. No queremos que nuestra familia sufra por un momento de emoción.
-Tal vez deberías hablar con él de nuevo -sugirió Seren, sonriendo con picardía-. Después de todo, ¡si le gustas, podría ayudar a mantener nuestro secreto!
-¡Seren! -repliqué, sintiendo que las risas comenzaban a asomar en mi voz-. Eso sería un poco arriesgado.
-Pero emocionante -dijo Naia, cruzando los brazos y sonriendo a regañadientes-. Solo prométeme que serás cautelosa.
-Lo prometo -respondí, aunque mi corazón latía con la idea de volver a verlo.
Mientras las sombras de la noche comenzaban a cubrir el paisaje, supe que este era solo el comienzo de una historia que cambiaría nuestras vidas para siempre.
Después de nuestra conversación, decidí salir a caminar, buscando despejar mis pensamientos. Seren, siempre curiosa y llena de energía, me siguió. La tarde era perfecta; el sol se filtraba entre las hojas, creando un espectáculo de luces danzantes en el suelo del bosque.
Mientras caminábamos, Seren se detuvo de repente, su rostro transformándose en una expresión de concentración.
-¡Espera, Liora! -dijo, levantando una mano como si estuviera sintonizando una frecuencia especial.
-¿Qué sucede? -pregunté, intrigada.
-Escucha... -respondió en un susurro, sus ojos brillando de emoción. Cerró los ojos por un momento, como si se sumergiera en un mundo distinto. Luego, con voz suave, continuó-: Hay un animal que necesita ayuda. Está cerca.
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Reino De Lunaris
FantasyEn el reino de Lunaris, donde la magia danza entre los árboles y el cielo guarda secretos, dos almas estaban destinadas a encontrarse. Liora, una joven bruja, vivía con sus hermanas en un bosque encantado, ocultando su magia del mundo. Un día, una t...