El aire del pueblo estaba lleno de aromas deliciosos y sonidos alegres, un bullicio que siempre me había encantado. Era un día soleado, y mis hermanas Naia y Seren me acompañaban en una de nuestras visitas a la plaza. Nos dirigíamos a comprar telas para nuestras próximas creaciones y algunos víveres para el hogar. A medida que recorríamos los puestos, sentía la energía vibrante de los habitantes, que saludaban con sonrisas y palabras amables.
-Mira, Liora, esa tela parece perfecta para el vestido que quiero hacer -dijo Naia, señalando un colorido rollo de tela que ondeaba suavemente con la brisa.
-Sí, y deberíamos llevar algo dulce para compartir después de la cena -agregó Seren, con los ojos brillantes ante la idea de un postre.
Mientras examinábamos los productos en un puesto de frutas, noté una figura conocida. Era Dalia, la concubina del palacio, quien solía pasar tiempo en el castillo. Decidí acercarme a saludarla.
-¡Hola, Dalia! -exclamé, tratando de sonreír con naturalidad. Ella se volvió hacia mí, su rostro iluminándose al verme.
-¡Liora! ¡Qué sorpresa! No esperaba encontrarte aquí -respondió, su voz suave y cálida.
Sin embargo, algo no encajaba. Dalia no estaba sola. A su lado estaba la princesa, Elyana, quien también estaba explorando el pueblo. La princesa era hermosa, con una piel tan blanca como la luna y un cabello oscuro que caía en suaves ondas. Sus ojos profundos reflejaban la alegría que sentía al interactuar con los habitantes.
-Lo siento, Liora, pero debo quedarme con la princesa -dijo Dalia, con una expresión de disculpa. -Hablamos después, ¿sí?
Asentí con una sonrisa, comprendiendo que el deber la mantenía ocupada.
Sentí un ligero tirón en mi estómago. No quería interrumpir su momento, así que me alejé un poco, dirigiéndome hacia donde estaban mis hermanas. Mientras caminaba, mi mente divagaba entre la curiosidad y la preocupación por no causar problemas. La princesa era conocida por su calidez, pero no quería que se generara ninguna incomodidad al estar junto a Dalia.
-¿Todo bien, Liora? -preguntó Naia, notando mi distracción.
-Sí, solo... quería evitar incomodar a la princesa -respondí, mirando de reojo hacia donde estaban.
Seren me tomó del brazo con entusiasmo.
-¡Vamos a dar un espectáculo! Todos en el pueblo disfrutarán de un poco de magia y música. ¡Seguro que alegrará el día!
Ambas comenzaron a organizar el pequeño espectáculo improvisado. Así que, en el centro de la plaza, nos reunimos frente a un grupo de curiosos. Con una profunda inhalación, comencé a cantar. Mi voz fluyó como un arroyo claro, llenando el aire con notas alegres y melodiosas. A mi alrededor, Naia y Seren se unieron, con sus poderes mágicos complementando mi canto.
Naia, utilizando su control sobre el agua, hizo que pequeñas esferas de agua flotaran a nuestro alrededor, brillando con la luz del sol mientras danzaban al ritmo de la música. Con un movimiento de su mano, formó un delicado arco iris de gotas que iluminó el cielo, creando un efecto mágico que hizo que los niños rieran y aplaudieran. Seren, con su habilidad para comunicarse con las criaturas del bosque, hizo que mariposas de colores se unieran a nuestra actuación, volando alrededor de nosotras en un hermoso espectáculo de colores.
La plaza se llenó de sonrisas y aplausos, y el ambiente se tornó cálido y festivo. La gente reía, y los niños bailaban, envueltos en la alegría del momento. Desde un rincón, vi a la princesa Elyana observando atentamente, fascinada por el espectáculo.
Cuando finalizamos nuestra actuación, el aplauso resonó en el aire, llenándonos de calidez. Elyana se acercó, sonriendo con admiración.
-Eres increíble, Liora -dijo un pequeño duendecillo y en su voz había sinceridad-. Tienes un talento maravilloso. Me encantaría escuchar más de ti.
ESTÁS LEYENDO
Reino De Lunaris
FantasyEn el reino de Lunaris, donde la magia danza entre los árboles y el cielo guarda secretos, dos almas estaban destinadas a encontrarse. Liora, una joven bruja, vivía con sus hermanas en un bosque encantado, ocultando su magia del mundo. Un día, una t...