020

162 21 1
                                    

—Pero tu no me dijiste nada, Jungkookie.

Lo único que lograba ver el menor era la negra cabellera del híbrido, quien mantenía su cabeza sobre el regazo de este, manteniendo su cuerpo en posición fetal sobre la cama que se le había asignado desde que llegó al departamento de la pareja.

Jungkook por su parte mantenía su espalda pegada contra la cabecera, acariciando la cabellera negra de Taehyung, permitiendo que se desahogue, que saque de su pecho todo eso que está sintiendo.

—Tenía miedo...—Admitió el castaño una vez que las quejas por parte de su acompañante se detuvieron.— Miedo de que te encontraran.

Después de aquella revelación en la sala, Taehyung parecía haber estado un largo tiempo en shook, no decía palabra alguna, parecía solo pensar, y pensar, y pensar. Su mirada había estado perdida casi todo el tiempo, sin escuchar el resto de la conversación. Al menos fue así hasta que se puso de pie, diciendo a todos que eran unos mentirosos, que le habían ocultado a su madre.

Claro que nadie lo siguió a la habitación, ni siquiera Jungkook quien sentía su pecho pesar a cada segundo que pasaba desde que el calor del híbrido se alejó de su cuerpo. Pero sabía que tenía que darle su espacio.

Jungkook había aprendido que muchas veces, aunque quieras consolar a alguien que está mal, a veces no hay mayor consuelo que dar su espacio, permitirle soltar todo eso que tiene, y después, si la persona se siente más tranquila y quiere tu compañía, entonces puedes darle esta.

Tal como ahora sucedía con Taehyung, quien había permitido a Jungkook estar junto a él al pasar de un rato, cuando el menor llamó con algo de temor a la puerta blanca de la habitación.

No había nada que se pudiera hacer en ese momento, y aunque Taehyung quería evitar pensar en eso, no podía. Quería ver a su madre después de creer que estaba muerta, quería abrazarla, quería recordar su voz y sentir sus cálidos brazos al rededor de su cuerpo. Tal como había olvidado que se sentía.

Nuevamente el llanto escaló por su garganta, sus ojos se llenaron de lágrimas una vez más y todo lo que pudo hacer fue abrazarse a una de las piernas del menor, quien nuevamente no añadió más, lo dejó sentir.

A lo largo de todos estos años, hubo una sola cosa que Taehyung tenía prohibido hacer: sentir. Si no sentía no haría preguntas, si no sentía no habría llanto, si no sentía no habría quejas. Y eso se resumía a no haber problemas. No castigos, no dolor... No felicidad.

—Tae... —La voz del menor era suave, apenas un murmullo que rompió el aire, aunque lo suficientemente fuerte como para que el mayor lo percibiera gracias a sus agudos sentidos. — Podremos verla cuando todo termine. Te lo juro, cariño.

¿Pero cuándo terminaría en realidad?

Tres suaves toques en la puerta rompieron el momento de ambos, causando que el menor lleve su mirada allá mientras por su parte Taehyung se abrazaba más a la pierna del mencionado, no queriendo que lo vean llorar.

—Jungkook... Jimin y Yoongi están aquí.

¿Aquí? ¿Que no se iban a quedar en Jejú al menos unas cuantas semanas?

—Ven, cariño... Vamos. —Jungkook no quería dejar solo a Taehyung, sin embargo, sabía que si la pareja estaba ahí afuera no era simple coincidencia, algo había sucedido y debía ser importante.

El híbrido no quería moverse, no quería salir, sin embargo, lograba percibir los nervios de Jungkook y algo en su instinto le dictaba cuidar de él, por lo que estando alerta aun entre su revuelto de emociones salió de su habitación, acompañando al menor.

Rastros en el abandono (VKook) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora