Tercera persona.
Se habían casado en todas las de la ley, Kagami había dado un cursi discurso en su boda, pero la felicidad de Aomine no iba a ser afectada por nada.
Kise por su lado, estaba radiante, sonriendo a más no poder y disfrutando todo, lo que a su vez, dejaba feliz al moreno. El rubio hizo su pequeña rabieta por no ser parte de la organización de la boda pero todo resultó perfecto.
La luna de miel tuvo que esperar, en el estado de Kise viajar no era opción, aunque ambos no necesitaban hacerlo, estar juntos ya era lo suficientemente bueno para ambos.
Aomine comenzó a sentir el pasar del tiempo cada vez más rápido, notaba con alegría y temor como su hijo comenzaba a crecer y como su tiempo se agotaba.
Aun así, cada que la duda llegaba a él, Kise le repetía lleno de palabras de amor que no dudara, que cumpliera su sueño y luego regresara con su familia, o luego se arrepentiria.
A pesar de las dudas, hubo muchas noches en las que Aomine se sintió egoísta, no deseaba dejar a su esposo solo, pero era el mismo rubio quien le repetía una y otra vez que se fuera, que tomará el rumbo que estaba escrito para él.
Durante todo el tiempo, Kise nunca le pide que se quede, no se queja, ni reclama por la decisión que tomo, no duda en apoyarlo y es Aomine quien tiene más temor que el mismo rubio.
Y Aomine por más que le consulta y pregunta, Kise jamás se queja, no habla mal del trato que Aomine hizo ni de lo injusto que es para el, solo lo apoya y le demuestra lo mucho que lo ama.
Y así como las dudas aparecieron, fueron disipadas por Kise una a una sin dejar espacio para que continuarán.
El tiempo avanzo en un abrir y cerrar de ojos, Kise ya tenía 8 meses, etapa en las que las falsas alarmas comenzaron a aparecer.
La primera vez los había tomado por sorpresa a media noche, Kise le había dado una patada al moreno qué casi lo bota de la cama, pero apenas Aomine noto el motivo, corrió con Kise a urgencias.
-falsa alarma- dijo el médico mientras Aomine tenía un zapato de cada color y con suerte, había salido vestido de casa, aunque tenía la pijama mal puesta y apenas habían salido con sus documentos de casa.
La segunda vez, fue una tarde en la que Kise estaba con sus padres, llamaron a Aomine para que fuera al hospital, apenas llego con el bolso del rubio, mismo que tenían listo desde la primera vez, le habían dicho que no, aun no era tiempo, nuevamente le dieron indicaciones y enviaron al rubio a casa.
Así, tuvieron otras dos oportunidades más en las que el rubio paso por el mismo chequeo y luego fue enviado a casa, en cada una de ellas, el rubio había sentido que no era momento, no lo sentía listo, ni su corazón se lo indicaba, pero nadie creía que la conexión de Kise con su hijo fuese tan fuerte. Después de ello, deciden planificar la cesárea, pero su hijo decide adelantarse a sus planes.
Fue la quinta vez, la definitiva.
Ese día, Aomine se había levantado temprano, comenzó a hacer el desayuno cuando noto que Kise aun dormía, decidió que lo dejaría descansar, por ello, estuvo bastante tiempo observando alrededor, mirando las cosas de su hijo, los cientos de regalos que tenia de sus abuelos y padrinos, las cosas que poco a poco habían comenzado a abudar en su hogar.
Mientras miraba un par de zapatos muy pequeños que había comprado hcae mucho, el rubio había llegado a su lado con total tranquilidad para abrazarle por la espalda.
-pensé que dormirías un poco mas- sonrió Aomine pero al girarse, noto que la calma de Kise era solo superficial.
-ya es hora- dice el rubio y Aomine siente como si algo lo hubiese golpeado, comienza a moverse nervioso, de lado a lado, mientras Kise respira profundo y llama a sus padres.
El moreno no sabe como, y mucho menos Kise, es que llegan a urgencias a salvo, a pesar de sentir en más de una oportunidad que no iban a lograrlo.
En la sala de pre parto, le dan un montón de indicaciones a Aomine qué no logra retener del todo, solo asiente mientras lo dejan pasar, y ve que Kise esta agitado.
-aquí estoy- dice tomando su mano y notando como habían más personas de lo normal alrededor, bueno, de lo que el piensa que es normal.
-si no estuvieras...- dice para hacer una pausa mientras hace una mueca- te mato- habla mientras aprieta la mano del moreno.
Aomine besa y consuela al rubio, en todo momento se mantiene mirándole y se preocupa en algunos momentos al escucharlo respirar agitado.
Sabe que el parto es por cesárea, qué Kise no pasará por la tarea de pujar, horrible tarea que luego de ver en videos, Aomine descartó por completo, aún así está preocupado por su esposo.
Ve a una enfermera salir con algo rápidamente e intenta mirar, pero no lo logra, en lugar de ello, se mantiene besando la frente del rubio mientras escucha sonidos metálicos por todos lados.
-se están demorando- habla el rubio comenzando a asustarse, mientras Aomine lo sigue besando.
-estará bien, es nuestro hijo, esta bien-murmura más para si qué para el rubio, aunque convencido de que todo saldrá bien.
Después de lo que parece mucho tiempo, una mujer vestida de azul se acerca a ellos.
-nació sano y con todos sus deditos- sonrie la enfermera mientras le acerca un pequeño bulto-es un niño.
Aomine siente sus piernas temblar, y su corazón comienza a latir a mil por hora, su hijo, el fruto del amor entre ambos, estaba frente a él.
La mujer lo deja con cuidado sobre el rubio, quien lo arrulla con delicadeza entre sus brazos, esperando alguna respuesta de Aomine.
-mi Aoki... - murmura tomando al pequeño luego de unos minutos mientras sus ojos comienzan a derramar las lágrimas que habia intentado soportar.
Y es que... Su tiempo había terminado...
***
Chan chan, nació la bendición y ya saben lo que se viene.
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Tentaciones (Aokise yaoi)
FanfictionKise Ryouta era conocido por hacer caer a cualquier chico a sus pies, pero siempre había tenido un objetivo que no lograba cumplir. Dormir con Aomine Daiki. Omegaverse yaoi