Capítulo 23: Warning Devil

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Leah apenas había terminado su encuentro con Nate cuando recibió un mensaje de Nicholas: "Voy a verte. Ahora."

No era una pregunta, era una orden. Leah sintió un nudo en el estómago al leerlo. Sabía que Nicholas tenía una intensidad que a veces le resultaba difícil manejar, pero en ese momento no quería más confrontaciones. Había sido un día extraño, entre sus pensamientos sobre Nate y las charlas con Cooper y Olivia, y no necesitaba más complicaciones. Sin embargo, sabía que Nicholas no aceptaría un "no" como respuesta.

Cuando el timbre de su apartamento sonó, Leah supo que el huracán estaba a punto de desatarse.

Abrió la puerta, y allí estaba Nicholas, con el ceño fruncido y los ojos llenos de furia contenida. Sin decir una palabra, entró y cerró la puerta de un golpe, lo que hizo que Leah se estremeciera.

"¿Con quién estuviste?" Su voz era baja, pero peligrosa.

Leah lo miró confundida. "¿De qué hablas?"

Nicholas rió, pero no de una manera amistosa. Era una risa amarga, llena de resentimiento. "No te hagas la ingenua, Leah. Sabes exactamente de qué hablo. ¿Qué hacías con Nate?"

Leah abrió los ojos, sorprendida. ¿Cómo lo sabía? No le había contado a nadie, ni siquiera a Olivia y Cooper, que habían quedado en el café. "Solo estuvimos viendo unas fotos de la sesión..."

"¿Ah, sí? ¿Fotos? ¿Es eso lo que llaman ahora a las citas a escondidas?" Nicholas dio un paso adelante, invadiendo su espacio personal. "Porque parece que has estado muy ocupada con él últimamente."

"¡No fue una cita!" Leah levantó la voz, pero se arrepintió de inmediato. Sentía cómo Nicholas la aplastaba con su mirada, con su control. "Solo estábamos trabajando juntos."

"Trabajando..." Nicholas la miró con desdén, cruzando los brazos. "¿Trabajando en qué, Leah? ¿En traicionarme? ¿En hacerme quedar como un imbécil mientras coqueteas con otro hombre? ¿O acaso te encanta sentirte la víctima? ¿Es eso lo que quieres?"

Leah dio un paso atrás, sintiendo cómo su mente comenzaba a confundirse. Sabía que Nate no había hecho nada malo, y que ella tampoco, pero Nicholas siempre tenía una forma de hacerla dudar de todo. De repente, todo parecía mucho más turbio, como si no pudiera ver claramente lo que realmente había sucedido. ¿Había hecho algo mal? ¿Estaba equivocada?

"Yo no..." comenzó a decir, pero Nicholas la interrumpió.

"Claro que no lo entiendes, porque no piensas. Dejas que cualquiera te manipule, te metas ideas en la cabeza. Pero, ¿sabes qué? Yo soy el único que realmente te conoce. Yo soy quien te hizo quien eres hoy. Sin mí, estarías perdida."

Leah sintió un golpe en el pecho. ¿Era cierto? Nicholas había sido quien la impulsó desde el principio, quien creyó en su talento y le abrió las puertas. Tal vez tenía razón. Tal vez dependía demasiado de él.

Nicholas se acercó aún más, sus manos acariciando su rostro con una suavidad que contrastaba con la dureza de sus palabras. "Tienes que entender algo, Leah... yo soy lo mejor que te ha pasado. Nadie más te va a querer como yo lo hago. Nate no es más que un oportunista. Solo está interesado en ti porque ahora eres alguien importante. Pero en el fondo, sabes que sin mí no eres nada."

Esas últimas palabras resonaron en su cabeza como una sentencia. Leah sintió cómo una parte de ella se quebraba, debilitada por la confusión. Nicholas siempre había tenido esa habilidad de poner todo patas arriba, de hacerle creer que el mundo que veía no era real, que solo él podía mostrarle la verdad.

"Yo... no sé..." Leah bajó la mirada, sintiéndose diminuta bajo su peso.

"Claro que no sabes," dijo Nicholas con una mezcla de frustración y compasión fingida. "Por eso estoy aquí. Para protegerte. Para evitar que cometas errores que te van a destruir. Tienes que confiar en mí. Si sigues viéndote con Nate, vas a perder todo lo que has conseguido. ¿Es eso lo que quieres? ¿Perderlo todo?"

Leah sintió una lágrima caer por su mejilla, pero Nicholas la secó de inmediato, como si quisiera borrar cualquier rastro de su debilidad. "No tienes que llorar, Leah. Solo escúchame. Yo te cuidaré. Pero tienes que prometerme que vas a dejar de ver a Nate."

"Está bien," murmuró Leah, derrotada. "Haré lo que tú digas."

Nicholas sonrió, satisfecho. "Sabía que tomarías la decisión correcta. Siempre lo haces, porque en el fondo, sabes que me perteneces."

Leah se quedó en silencio, sintiendo cómo cada palabra de Nicholas envolvía su mente en una nube de confusión. Todo parecía tan borroso, como si sus propios pensamientos ya no le pertenecieran. No sabía cómo, pero Nicholas siempre encontraba la forma de doblarla a su voluntad. Y aunque una parte de ella luchaba por rebelarse, la otra se aferraba a la idea de que él tenía razón. Que sin él, no era nadie.

Unos días después...

Leah se encontraba en su apartamento, mirando las fotos que Nate le había enviado. Eran magníficas, capturaban su esencia de una forma que nunca había visto. Pero cada vez que intentaba disfrutarlas, las palabras de Nicholas volvían a su mente. ¿Estaba realmente jugando con fuego al mantener contacto con Nate?

Su teléfono sonó. Era un mensaje de Nate. "¿Te gustaría ir a otra sesión de fotos? Tengo una idea que creo que te encantaría."

Leah miró el mensaje por un largo momento. Sabía que no debía responder. Sabía que si lo hacía, Nicholas lo sabría, y eso solo traería más caos. Pero... algo dentro de ella no quería seguir el camino que Nicholas trazaba para ella. ¿Acaso no podía decidir por sí misma?

Justo cuando estaba a punto de apagar su teléfono, alguien tocó la puerta. Era Cooper, que entró con su usual energía desbordante.

"¡Querida! ¿Cómo estás? He estado pensando mucho en ti. Necesitamos una noche de chicas para despejar nuestras mentes."

Leah sonrió débilmente, pero Cooper notó la tristeza en su rostro. "¿Qué pasa, darling? Estás apagada. Y eso no es bueno para una estrella en ascenso."

Leah suspiró. "Es Nicholas... me hizo prometer que no volvería a ver a Nate."

Cooper alzó una ceja, cruzando los brazos. "¿Y por qué le haces caso? Eres una estrella, no su propiedad. ¡Tienes que empezar a actuar como tal! Nadie va a decirte cómo debes vivir tu vida, menos un hombre que se cree el dueño de todo."

"Pero no quiero perder todo lo que he conseguido..." murmuró Leah.

Cooper la miró intensamente. "Leah, querida, te lo he dicho antes y te lo vuelvo a decir: tú eres quien tiene el control. No Nicholas. No Nate. Tú. Y si alguien te dice lo contrario, es porque tiene miedo de lo que puedes lograr por ti misma."

𝐓𝐡𝐞 𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭 𝐒𝐢𝐧𝐧𝐞𝐫'𝐬Where stories live. Discover now