Después de semanas de tensión, Nicholas apareció en la puerta de Leah con una expresión completamente diferente a la que había mostrado en su último encuentro violento. Vestía de forma impecable, con un ramo de rosas blancas en la mano, y le sonreía con una calidez que hacía que el aire se sintiera más ligero.
"Empaca tus cosas," le dijo suavemente, como si nada hubiera pasado. Leah, aún sensible y desconfiada por lo ocurrido, lo miró confundida.
"¿Qué? ¿Para qué?" Su voz era apenas un susurro, temerosa de lo que podría venir.
Nicholas extendió el ramo hacia ella, acariciando su rostro con suavidad. "Te llevaré a un lugar especial, algo que necesitamos. Una semana de pura tranquilidad y belleza, solo tú y yo."
Leah se quedó en silencio. Algo dentro de ella le decía que debía negarse, que no debía ceder tan fácilmente. Pero cuando miró a Nicholas a los ojos, su determinación se desmoronó. ¿Y si todo esto era una señal de que él realmente quería cambiar? Quizás este era su modo de redimirse.
"Confía en mí, Leah," murmuró Nicholas, su voz tan persuasiva como siempre. "Vamos a dejar todo atrás por unos días, solo los dos."
Leah asintió lentamente. Quizás este viaje era lo que necesitaban.
El vuelo a Italia fue en primera clase. Nicholas lo había planeado todo a la perfección, y cada detalle estaba calculado para deslumbrar a Leah. Desde el momento en que llegaron al aeropuerto de Milán, todo parecía sacado de una película. Un lujoso automóvil los esperaba, y en cuanto se subieron, Nicholas tomó la mano de Leah con suavidad.
"¿Alguna vez has estado en el Lago di Como?" preguntó él, su voz ronca mientras sus dedos entrelazaban los de ella.
Leah negó con la cabeza, impresionada por el paisaje que se abría frente a ellos. Los montes verdes y el azul cristalino del lago formaban un cuadro de ensueño. Nicholas sonrió. "Es uno de los lugares más hermosos del mundo. Pensé que era el sitio perfecto para nosotros."
Cuando llegaron a la villa, Leah quedó sin palabras. La residencia era majestuosa, con jardines floridos y una vista perfecta del lago. El aire era fresco, y el agua relucía bajo el sol italiano. Todo parecía irreal, perfecto. Nicholas la guió adentro, donde todo estaba preparado: champán, pétalos de rosa y una enorme cama con sábanas de seda.
"Esto es para ti," susurró Nicholas detrás de ella, rodeándola con sus brazos. "Quiero que te sientas como una reina, porque eso es lo que eres para mí."
Leah cerró los ojos, intentando aferrarse a la realidad. Aunque algo en su interior aún gritaba que no debía confiar completamente, el ambiente, las atenciones de Nicholas y la belleza del lugar nublaban su juicio. Todo parecía tan perfecto.
Los días siguientes fueron de pura magia. Nicholas era encantador, cariñoso y atento, como en los mejores días de su relación. Se levantaban tarde y desayunaban juntos en la terraza, con una vista panorámica del lago y las montañas. Durante el día, paseaban en una lancha privada, exploraban pequeños pueblos italianos y disfrutaban de cenas a la luz de las velas en restaurantes exclusivos.
"Te lo prometí, Leah," decía Nicholas con una sonrisa seductora mientras la abrazaba desde atrás. "Te prometí que te daría el mundo, y esto es solo el comienzo."
Leah se dejaba llevar por la fantasía. Caminaban juntos por las calles adoquinadas de Bellagio, tomados de la mano, con el viento acariciando su piel. Se detuvieron frente a una boutique de alta moda, y sin dudarlo, Nicholas entró y comenzó a escoger vestidos, zapatos, joyas. Leah protestó suavemente, pero Nicholas la calló con un beso. "Quiero que tengas todo lo que te mereces."
En una de las noches más inolvidables, Nicholas la llevó a una cena privada en la villa. El cielo estaba iluminado por estrellas, y una suave música de violines sonaba en el fondo. Bajo la luz de la luna, Nicholas se arrodilló frente a ella, tomando su mano.
"Leah, eres todo para mí. Sé que hemos tenido malos momentos, pero quiero que sepas que lo hago todo por nosotros. Porque te amo más de lo que podrías imaginar. Quiero que confíes en mí. Todo esto es para mostrarte cuánto te necesito en mi vida."
Los ojos de Leah se llenaron de lágrimas. La confusión en su mente comenzaba a desvanecerse, reemplazada por una sensación de gratitud y amor. Nicholas la amaba de verdad. O al menos eso era lo que quería creer. Lo miró, sintiendo cómo su corazón se aceleraba.
"Quiero que todo vuelva a ser como antes," dijo Leah, susurrando mientras lo miraba a los ojos.
"Será mejor que antes," prometió Nicholas, besando suavemente su mano. "Tú y yo, juntos, contra el mundo."
El viaje terminó en un clímax de emociones y romance. En su última noche, Nicholas organizó una sorpresa: una fiesta privada en la villa con fuegos artificiales que iluminaban el cielo sobre el lago. Leah estaba deslumbrada, perdida en la magia del momento. Mientras observaba los colores brillar sobre el agua, Nicholas la abrazó desde atrás, susurrando al oído: "Eres mía, Leah. Para siempre."
Ella se giró y lo besó apasionadamente, sintiendo que todo lo que había pasado hasta ahora no importaba. En ese momento, Leah se entregó completamente. Nicholas había logrado lo que quería: la tenía en sus manos, bajo su control total. Ella creía que todo estaba bien, que el hombre que tenía a su lado era su salvador, su amante perfecto.
Lo que Leah no sabía era que este era solo el comienzo de un nuevo nivel de manipulación. Nicholas había diseñado este viaje no solo para demostrarle su amor, sino para asegurarse de que Leah nunca más pensara en huir. Cada gesto romántico, cada palabra dulce, tenía un propósito: mantenerla atrapada, cegada por el lujo, el amor y la idea de que, sin él, no era nada.
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𝐓𝐡𝐞 𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭 𝐒𝐢𝐧𝐧𝐞𝐫'𝐬
Fanfiction╔═══════════════╗ +21 FANFINC ╚═══════════════╝ Nicholas Alexander Chavez es la definición de perfección en el mundo del espectáculo: carismático, talentoso y con un rostro que esculpió el mismo diablo. Pero detrás de esa fachada impecable, hay u...