Capítulo 28: lost hearts

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Leah llegó a su departamento con el corazón roto, la mente hecha un lío y una sensación de vacío que nunca antes había sentido. Estaba furiosa con Nate, claro, pero mucho más con aquella pelirroja que se había llevado a Nicholas sin siquiera saber quién era. Todo había pasado tan rápido, tan brutalmente. No podía sacarse de la cabeza la imagen de Nicholas y esa mujer saliendo juntos, como si lo que ellos compartían no significara nada.

Se dejó caer frente a la puerta de su apartamento, abrazándose las rodillas con fuerza, intentando contener las lágrimas que ya empezaban a nublar su visión. La ira y la tristeza se enredaban en su pecho como espinas, pero más que nada, el miedo la consumía. ¿Y si Nicholas no volvía? ¿Y si todo lo que habían construido —si es que realmente habían construido algo— se esfumaba por completo?

Leah esperó y esperó, como una niña esperando un milagro. Pero ese milagro no llegó. Los minutos se hicieron horas, y poco a poco, su cuerpo exhausto la venció. Se quedó dormida en el suelo frío, con su vestido elegante arrugado y el maquillaje manchado en sus mejillas, haciéndola ver más vulnerable de lo que jamás se había sentido. Se sentía patética, derrotada, pero lo peor de todo, se sentía sola.

Nicholas, por su parte, manejaba a toda velocidad por las calles de la ciudad. Su cabeza era un caos de pensamientos oscuros, y su corazón latía con fuerza, como si el mismo infierno lo estuviera consumiendo. El simple pensamiento de Nate besando a Leah lo hacía querer romper algo. Era su ángel, suya, y ver cómo otro hombre la tocaba lo hacía perder la cordura.

Sabía, en lo más profundo de su ser, que Leah no era esa clase de chica, que no lo había hecho a propósito. Pero la ira era demasiado fuerte, una tormenta que no podía controlar. Cada vez que cerraba los ojos, veía a Nate robándole lo más preciado, y eso lo hacía temblar de rabia.

Marie, la pelirroja problemática, lo miraba con una sonrisa satisfecha mientras lo conducía a su apartamento. Estaba claro lo que ella quería. Sabía que Marie siempre había sido un desastre, pero esa noche, no le importaba. Cuando llegaron a su desordenado departamento, el olor a cigarro lo golpeó como una bofetada. Él odiaba eso. Odiaba cómo Marie siempre estaba rodeada de humo, como si estuviera destinada a destruirse a sí misma lentamente.

Marie se acercó por detrás, apoyando sus manos en los hombros de Nicholas, deslizando los dedos por su espalda mientras sus labios se acercaban peligrosamente a su piel. "Te lo dije, ella nunca te entenderá como yo," murmuró, esperando una respuesta, algún tipo de reacción.

Pero Nicholas no le dio nada. "Detesto tu asqueroso hábito de fumar," fue todo lo que dijo mientras abría las ventanas del apartamento, dejando que el aire fresco se llevara el olor tóxico que tanto le desagradaba. Marie, furiosa por la falta de interés, lo miró con desprecio.

"¿Qué diablos te pasa, Nick? Estoy aquí, ¡no esa niña estúpida!" gritó Marie, su tono cada vez más agudo. Pero Nicholas ni siquiera la miró. Solo se tumbó en el sofá, cerrando los ojos, intentando calmar la tormenta en su mente.

"No pasará nada entre nosotros, Marie. No esta noche," dijo, su voz firme, pero sin emoción. Marie soltó un bufido de frustración, claramente harta de ser relegada a un segundo plano por alguien que ni siquiera estaba presente.

Enfurecida, corrió al baño y se sumergió en la bañera, el agua fría haciéndola estremecerse. El odio y los celos la consumían, pero más que nada, el desprecio por Leah la carcomía. Esa chica no era más que una intrusa, una angelita insignificante que había robado el corazón de Nicholas. Y ella estaba decidida a recuperarlo, cueste lo que cueste.

De vuelta en su apartamento, Leah seguía en el suelo, perdida en un sueño inquieto. En sus sueños, Nicholas volvía, le pedía perdón, y todo volvía a ser como antes. Pero cuando despertara, la realidad la golpearía con fuerza. Porque mientras ella esperaba su milagro, Nicholas estaba perdido en su propia oscuridad, luchando contra los fantasmas de su pasado y su ira incontrolable.

El amor nunca había sido tan cruel como lo era esa noche, y la tormenta apenas estaba comenzando.

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⏰ Last updated: Oct 22 ⏰

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𝐓𝐡𝐞 𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭 𝐒𝐢𝐧𝐧𝐞𝐫'𝐬Where stories live. Discover now