En la oscura y sombría atmósfera de la Nemesis, la nave insignia de los Decepticons, la tensión era palpable. Después de la misteriosa desaparición de Megatron, quien no había sido visto por semanas, Starscream finalmente se había proclamado líder indiscutible de los Decepticons. Para él, era el momento que había esperado toda su vida: el día en que la gloria de liderar a los Decepticons recaería sobre sus hombros. Había soñado con este día durante eones, y ahora que estaba aquí, creyó que todo saldría como lo había planeado.
Starscream caminaba por los pasillos de la nave, con el pecho hinchado de orgullo, sus botas resonando en el frío metal bajo sus pies. Los Decepticons a su alrededor lo miraban con expresiones de duda, desconfianza y, en algunos casos, desdén. Nadie creía realmente que Starscream estuviera a la altura de Megatron, pero no tenían más opción que seguirlo… por ahora.
En la sala de mando, Starscream observaba los datos de los últimos movimientos Autobot y fruncía el ceño. Las cosas no iban bien. A pesar de haber tomado el liderazgo, las operaciones se habían desmoronado en caos. Los suministros de energon eran escasos, y los Autobots seguían ganando terreno en la Tierra. La moral de sus tropas estaba en su punto más bajo, y algunos Decepticons incluso habían empezado a desertar.
Con los brazos cruzados, Starscream se giró hacia Soundwave, quien estaba en la sala, como siempre, silencioso y observador.
—¡Esto es inaceptable, Soundwave! —exclamó Starscream, golpeando la consola frente a él—. ¡La situación en la Nemesis es un desastre! ¡Estos incompetentes no pueden seguir órdenes correctamente! ¡Si Megatron estuviera aquí...! —se detuvo, dándose cuenta de que no quería admitir que echaba de menos la mano firme de su antiguo líder—. No importa. ¡Bajo mi liderazgo, los Decepticons alcanzarán la verdadera gloria!
Soundwave no reaccionó, permaneciendo imperturbable ante las quejas de Starscream. Starscream se acercó, irritado por el silencio.
—¡Di algo, Soundwave! —exigió—. ¡No puedes quedarte ahí callado todo el tiempo!
Soundwave giró ligeramente su visor hacia Starscream, pero no dijo nada. Esto enfureció aún más al nuevo líder.
—¡Te he dado una orden, Soundwave! —gritó Starscream, su voz llenando la sala—. ¡Habla!
Sin embargo, el silencio de Soundwave era casi insoportable. Para Starscream, era un recordatorio constante de su fracaso para ganarse el respeto de los Decepticons más leales a Megatron. Soundwave siempre había sido fiel al antiguo líder, y eso no cambiaría fácilmente.
Starscream, sin saber cómo gestionar la situación, se volvió hacia Knock Out, que también estaba presente.
—Knock Out, ¿cuál es el estado de nuestros suministros de energon? —preguntó con una mezcla de arrogancia y desesperación.
Knock Out, que había estado reparando una consola rota en un rincón de la sala, levantó la vista con una ceja arqueada.
—Bueno, mi grandioso y todopoderoso líder, como ya he mencionado varias veces, nuestros suministros de energon están peligrosamente bajos. Si no encontramos una nueva fuente pronto, estaremos en serios problemas. —Knock Out dejó escapar un suspiro teatral—. Pero, claro, tú ya lo sabías.
Starscream apretó los puños, intentando mantener la calma ante el comentario sarcástico de Knock Out.
—¡Entonces encuentra una solución! —exclamó Starscream—. ¡No podemos permitirnos quedarnos sin energon ahora que los Autobots están tan cerca de nuestros talones!
Knock Out rodó los ojos.
—Oh, claro, porque es tan fácil como salir y recoger energon del suelo como si fueran bayas en el bosque —respondió con un tono sarcástico—. Si Megatron estuviera aquí...