eliminar el problema de raíz

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Arachnid se encontraba en una ladera elevada, disfrutando del espléndido paisaje de las montañas que había elegido como su nuevo hogar. La brisa fresca acariciaba su carrocería mientras observaba el vasto horizonte, un recordatorio de la libertad que había encontrado al alejarse de la Nemesis y de los conflictos inútiles de los Decepticons.

Con un giro de su forma, se transformó en su modo helicóptero, su silueta negra y elegante camuflándose perfectamente con el entorno. Desde las alturas, tenía una vista privilegiada de los bosques que se extendían a su alrededor. Era el lugar ideal para cazar, y eso era precisamente lo que había planeado. Con un sentido de diversión en su interior, decidió que los osos serían su objetivo, ya que los consideraba presas dignas.

Con habilidad y precisión, Arachnid descendió en picada, haciendo vibrar el aire a su alrededor. Su vista se centró en un oso que vagaba por un claro, ajeno a la amenaza que se cernía sobre él. Con una destreza asombrosa, Arachnid se lanzó hacia el suelo, activando su modo de ataque. En cuestión de segundos, el imponente animal fue capturado, su resistencia era admirable, pero en la mente de Arachnid, eso solo hacía que la caza fuera más emocionante.

Una vez que logró dominar a su presa, la llevó de vuelta a su campamento. Allí, tenía un área designada para exhibir sus trofeos. Cada oso que cazaba era un recordatorio de su superioridad y habilidad, y disfrutaba mostrando su colección a cualquier Decepticon que pudiera pasar. La sensación de poder que le brindaba cada captura alimentaba su ego, y en su mente, se reía de los Decepticons que habían elegido seguir a Starscream. Para ella, el liderazgo era solo un juego, y su forma de demostrarlo era a través de la caza.

Mientras organizaba su nuevo trofeo, Arachnid reflexionó sobre su decisión de alejarse. Le parecía patético ser un mero seguidor de Starscream, quien no había hecho más que demostrar debilidad y falta de visión. En su lugar, estaba construyendo su propia reputación, una que no dependía de nadie más. Al menos aquí, en la tranquilidad de las montañas, podía disfrutar de su libertad y del arte de la caza.

Cada día, después de una exitosa cacería, se sentaba en una roca plana y contemplaba el paisaje, sintiéndose como la reina de su propio reino. La caza no solo era una manera de entretenerse, sino también un ritual que reafirmaba su lugar en el mundo. Sin embargo, en el fondo de su mente, sabía que su libertad podría verse amenazada en cualquier momento. Soundwave había comenzado a reunir a los Decepticons a su alrededor, y no podía ignorar que podría ser cuestión de tiempo antes de que vinieran en busca de ella. Pero por ahora, disfrutaba de cada momento de su independencia, sabiendo que, a pesar de los conflictos, siempre encontraría una manera de sobrevivir.

Mientras Arachnid descansaba en su campamento, disfrutando de la calma de las montañas, su mente comenzó a divagar hacia el pasado. No podía evitar recordar su encuentro con Lincoln, el chico humano que, junto a Jack, había logrado engañarla. Aquel joven albino había sido distinto a cualquier otra presa que había encontrado. Aunque había intentado cazar a Jack para someterlo, Lincoln había intervenido de una manera inesperada, utilizando su ingenio para desviar su atención y evitar que se concretara la captura.

Recordaba vívidamente aquel momento: el audaz plan que Jack había trazado, la forma en que ambos habían trabajado juntos para jugar con sus emociones y frustrar sus intentos de dominación. Sin embargo, lo que más la intrigaba era cómo Lincoln había logrado un efecto en ella que nadie más había conseguido.

Arachnid no era solo una guerrera; era astuta y manipuladora, acostumbrada a controlar la situación. Pero Lincoln había tocado una fibra sensible en ella. En lugar de temor o rabia, había sentido una extraña mezcla de admiración y frustración hacia él. Había algo en su forma de actuar que la había desconcertado. Era como si él comprendiera sus verdaderas intenciones, algo que la mayoría de los Decepticons nunca había hecho. A diferencia de Jack, quien había sido más directo y predecible, Lincoln había mostrado una mezcla de valentía y vulnerabilidad que la hizo reconsiderar su enfoque.

mi amiga es un auto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora