A medida que pasaban los días, Lincoln y Streamline comenzaron a disfrutar de su tiempo juntos, compartiendo pequeñas "citas" en lugares donde pudieran estar a salvo de miradas indiscretas. Aunque su conexión seguía fortaleciéndose, ambos sabían que debían mantener su relación en secreto.
Streamline, aún en su forma vehicular, llevaba a Lincoln a lugares apartados donde podían relajarse y disfrutar de la compañía del otro. A veces, simplemente se estacionaban en un claro del bosque para ver las estrellas, mientras hablaban sobre sus sueños, miedos y lo que el futuro podría traer.
Sin embargo, su tiempo juntos siempre estaba limitado. Cada vez que Optimus la llamaba para cumplir con las misiones, Streamline debía dejar a Lincoln y volver al frente de batalla. Aunque Lincoln entendía la responsabilidad que ella tenía, no podía evitar sentir una punzada de preocupación cada vez que ella se iba, temiendo que algo pudiera salir mal.
Mientras tanto, Streamline se enfrentaba a sus propias emociones. Sabía que, como guerrera Autobot, su prioridad debía ser proteger a los demás, pero cada vez le resultaba más difícil alejarse de Lincoln. La idea de perderlo la aterrorizaba, y eso la hacía luchar con más determinación, para asegurarse de que siempre pudiera regresar a él.
A pesar de las misiones y las preocupaciones, Lincoln y Streamline valoraban cada momento que pasaban juntos, sabiendo que su vínculo era algo especial y único.
Las citas entre Lincoln y Streamline continuaron, convirtiéndose en momentos especiales donde ambos podían escapar de sus preocupaciones y disfrutar de la compañía del otro. Ya fuera paseando por senderos apartados, viendo películas en la cochera, o simplemente hablando sobre sus sueños, ambos apreciaban esos instantes de tranquilidad y conexión.
Sin embargo, sus momentos privados no siempre eran tan privados como esperaban. Miko, con su espíritu travieso e inagotable curiosidad, no podía resistirse a espiar a la peculiar pareja. Cada vez que los veía juntos, encontraba la manera de interrumpirlos con comentarios sarcásticos o preguntas incómodas, disfrutando al máximo la oportunidad de molestarlos.
—"Oye, Lincoln, ¿así que estás saliendo con una Autobot? ¿Qué sigue, una cita doble con Bumblebee?"— decía Miko con una sonrisa burlona mientras Lincoln se sonrojaba y Streamline intentaba no parecer avergonzada.
A pesar de las constantes interrupciones, Lincoln y Streamline aprendieron a tomar las bromas de Miko con buen humor. Sabían que, en el fondo, ella estaba feliz por ellos y solo quería verlos reír.
—"Miko, ¿no tienes nada mejor que hacer?"— bromeaba Lincoln en respuesta, mientras Streamline esbozaba una pequeña sonrisa.
Las interrupciones de Miko no lograban disminuir la intensidad de la relación entre Lincoln y Streamline. Si acaso, les recordaban que, a pesar de las circunstancias y las diferencias entre ellos, su conexión era lo suficientemente fuerte como para superar cualquier obstáculo, incluso las bromas de una amiga entrometida.
La misión de reconocimiento que se les había asignado a Lincoln y Streamline parecía sencilla al principio. Mientras los Autobots continuaban su búsqueda de las reliquias esparcidas por la Tierra, una señal extraña había sido detectada en una región remota. Optimus, confiando en las habilidades de Lincoln y Streamline como equipo, los envió a investigar.
Al llegar al lugar, una cueva oculta entre montañas, notaron que la señal provenía desde su interior. Afortunadamente, no había ningún Decepticon cerca, lo que les permitió avanzar con precaución. Sin embargo, conforme entraron en la cueva, se dieron cuenta de que algo era diferente. Las paredes no eran de piedra común; estaban formadas por una especie de cristal brillante que reflejaba la luz de manera extraña.