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Estado:  Ya entiendo cómo se sintió la Bella de crepúsculo encerrada en su cuarto, nomas que yo no me encerre por un varón osea si pero el varón no me gusta






El cuarto de Taehyung siempre había sido su refugio, pero últimamente se sentía más como una prisión. Las paredes parecían más estrechas, más asfixiantes, y el silencio que antes le proporcionaba calma, ahora solo intensificaba el ruido en su cabeza. Día tras día, se encerraba allí, escapando de todo y todos. El murmullo constante que circulaba entre los demás estudiantes no ayudaba. Todos hablaban de él, aunque intentaran disimularlo. Lo sabía. Lo sentía en las miradas furtivas, en los susurros que cesaban al pasar cerca. Las palabras "culpa" y "accidente" siempre parecían flotar en el aire.

Los pensamientos de acabar con su vida se volvía constante.

Cada noche, cuando cerraba los ojos, las imágenes volvían. El día del accidente de Jungkook. Recordaba cómo había sin querer empujado a Jungkook pero todo cambió en un segundo.

 Taehyung había sentido su corazón detenerse al escuchar el crujido de una rama rompiéndose, seguido por el impacto seco del cuerpo de Jungkook contra el suelo. Gritos de Jimin, confusión de Yoongi y Seokjin, la sirena de la ambulancia acercándose rápidamente, y Jungkook, inmóvil.

Aquel momento lo perseguía. En su mente, la caída sucedía una y otra vez, como si pudiera retroceder en el tiempo y cambiarlo todo. La culpa se enredaba en su pecho, haciendo que le doliera respirar.

 ¿Qué podría haber hecho diferente? 

¿Sino hubiera tratado de cerrar la ventana el no hubiera caído? 

Cada pensamiento se convertía en una daga, cada recuerdo era una herida que nunca sanaba.

Taehyung se consumía en su propia tristeza, pero nadie lo veía. Se esforzaba por aparentar normalidad cuando estaba fuera de su habitación, pero en cuanto cruzaba la puerta, el dolor lo invadía. Lloraba en silencio, abrazando su almohada como si fuera lo único que lo mantenía anclado a este mundo. La sensación de vacío se volvía insoportable, y a veces se preguntaba cómo había llegado a sentirse así, tan perdido, tan roto.

La depresión era invisible, entraba en tu vida en un momento y te arruinaba cada segundo en el que intentaba estar bien.

Y entonces estaban sus padres. Solían ser su apoyo incondicional, siempre orgullosos de él, siempre mostrando cariño. Pero todo cambió tras el accidente. La preocupación de sus padres se transformó en frustración. Las preguntas constantes, las miradas de desaprobación. Lo castigaban, no solo con palabras, sino también con su silencio. Taehyung sentía que había pasado de ser el hijo que amaban a ser el responsable de todo lo malo que sucedía. Las palabras de su madre, antes dulces, ahora eran duras y llenas de reproche. Su padre, que antes lo abrazaba y le daba palabras de ánimo, ahora lo regañaba sin cesar, como si cada error que cometía fuera un recordatorio de ese día fatídico.


FLASHBACK


Taehyung, de apenas siete años, se encontraba sentado en la mesa del comedor, sus pies colgando sin tocar el suelo mientras dibujaba con esmero un paisaje sencillo en su cuaderno de tareas de la escuela dominical. Su madre se acercó con una sonrisa radiante y acarició su cabello oscuro, despeinándolo suavemente.

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