12.

54 10 0
                                    






Estado: Ya no me siento tan insignificante, osea si me siento pero ahora no tal vez mañana si.





El cielo comenzaba a teñirse de tonos anaranjados cuando Taehyung llegó a la entrada de la feria junto a Jimin, Jungkook y Yoongi. Las luces brillantes de los juegos y los puestos de comida iluminaban el lugar, creando una atmósfera vibrante que hacía sentir a Taehyung algo que no había experimentado en mucho tiempo: emoción. Seokjin ya los esperaba en la entrada, con su típica sonrisa amplia y una expresión relajada, como si el mundo entero fuera un lugar mucho más simple y alegre cuando estaba a su alrededor.

—¡Ahí están mis chicos! —dijo Seokjin, extendiendo los brazos con dramatismo, y corriendo a darles un abrazo rápido a todos—. Vamos, tenemos que empezar por los juegos más divertidos antes de que esto se llene.

Taehyung se sintió un poco abrumado al principio. Hacía tiempo que no estaba en un lugar tan animado, pero la energía de Jimin y Jungkook era contagiosa, y pronto se encontró caminando entre risas hacia los primeros juegos.

Comenzaron por los más fáciles. Primero fue la rueda de la fortuna, desde donde pudieron ver toda la feria desde arriba, las luces titilantes como estrellas y la gente caminando como diminutas hormigas. Jimin no paraba de reírse nerviosamente porque tenía miedo a las alturas, mientras Seokjin, a su lado, fingía asustarlo más solo para verle la expresión de pánico. Taehyung se reía bajo, sintiéndose más ligero, menos atrapado por las preocupaciones que lo habían consumido durante tanto tiempo.

Luego fueron a la galería de tiro al blanco. Jungkook, con una concentración increíble, logró ganar un enorme peluche que terminó regalándole a Taehyung quien le dé dio una sonrisa tímida, mientras Yoongi observaba con una mezcla de diversión y tranquilidad, sin tener que involucrarse demasiado.

Finalmente, Seokjin los llevó hacia la casa del terror. Al verla, Taehyung sintió una mezcla de curiosidad y nerviosismo. Desde afuera, la fachada estaba decorada con esqueletos colgando, telarañas y luces parpadeantes, mientras sonidos de gritos y risas espeluznantes salían del interior.

—¿De verdad vamos a entrar ahí? —preguntó Taehyung, mirando la entrada oscura con desconfianza.

—¡Claro! —dijo Jimin emocionado—. Es la mejor parte de la feria. Vamos, Tae, no te vas a arrepentir.

Que diosito los acompañe.

Con una última mirada, Taehyung decidió seguirlos. Al entrar, el ambiente cambió por completo. La iluminación era tenue, y el aire era frío, como si la temperatura hubiera bajado varios grados. Los pasillos estaban decorados con figuras de personajes icónicos de películas de terror. Había un Freddy Krueger que los saludaba al doblar la primera esquina, y el escalofrío en la columna de Taehyung fue inmediato. A pesar del miedo inicial, el sonido de las risas de sus amigos lo tranquilizaba.

A medida que avanzaban, los gritos de Jimin y los comentarios sarcásticos de Yoongi aligeraban el ambiente. En un momento, una figura enmascarada salió de una esquina oscura, y Jimin gritó tan fuerte que tropezó consigo mismo, cayendo al suelo, mientras Jungkook y Seokjin se doblaban de la risa. Taehyung no pudo evitar unirse a las carcajadas, sintiéndose más vivo que nunca.

Las escenas del recorrido parecían sacadas de las películas clásicas de terror. Había referencias a "El resplandor", con un hombre imitando a Jack Torrance golpeando una puerta con un hacha, y una recreación espeluznante de "La maldición de Chucky". A pesar de las imágenes aterradoras, el ambiente entre ellos era de pura diversión. Los sustos los hacían correr y empujarse entre gritos, risas, y cada salto de miedo era seguido por una explosión de carcajadas.

Taehyung, que al principio se había sentido tenso, ahora estaba disfrutando el momento. Su corazón latía con fuerza, no solo por los sustos, sino por la felicidad que lo embargaba. Hacía mucho tiempo que no se sentía así, rodeado de amigos, riendo, olvidándose de los problemas que lo habían atormentado en las últimas semanas.

Al final del recorrido, salieron corriendo de la casa, Jimin abrazándose a Jungkook, y Yoongi aún riendo por la caída de Jimin. Taehyung, con el corazón latiendo fuerte, se detuvo un segundo, respirando hondo. Se dio cuenta de que, por primera vez en mucho tiempo, sentía que pertenecía. Miró a sus amigos, las sonrisas en sus rostros, y supo que no estaba solo.

Esa noche, mientras las luces de la feria brillaban a su alrededor y las risas resonaban en el aire, Taehyung se permitió ser feliz. Sabía que los problemas no desaparecerían de la noche a la mañana, pero este pequeño respiro, este momento con sus amigos, era todo lo que necesitaba para seguir adelante.

Los cinco chicos caminaron entre las luces brillantes de la feria, recorriendo los puestos llenos de comida y las atracciones coloridas. Entre risas y comentarios, todos discutían a cuál juego subirse a continuación, hasta que Yoongi, con una sonrisa traviesa, señaló uno en particular: un juego mecánico en forma de platillo volador. Este giraba y sacudía a los que se atrevían a subir, lanzándolos al centro mientras el platillo se movía con velocidad vertiginosa.

—Ese se ve divertido —dijo Yoongi con calma, pero con una chispa en los ojos.

—¿Estás seguro? —preguntó Seokjin, mirando el juego con una mezcla de duda y emoción—. No creo que sea tan fácil mantenerme en mi asiento.

Jungkook, con el brazo aún enyesado, miró la atracción y sonrió de medio lado. —Yo paso. No creo que esto sea lo mejor para mi brazo —dijo, levantando ligeramente su brazo vendado—. Los observaré desde abajo y me aseguraré de grabar todo.

Subieron al juego, llenos de energía y adrenalina, mientras Jungkook se acomodaba a un lado, con el celular listo para capturar lo que sabía que sería un espectáculo. En cuanto el platillo comenzó a girar, el movimiento era leve, pero pronto se hizo cada vez más rápido y violento. Los cuerpos de los chicos empezaron a saltar en sus asientos, moviéndose de un lado a otro sin control.

Taehyung, agarrado con todas sus fuerzas a las barras del asiento, no podía parar de reír. El movimiento brusco hacía que todo su cuerpo se sacudiera de un lado a otro, pero en lugar de asustarse, sentía una alegría pura, liberadora. Era como si, por un momento, todo lo que lo había agobiado desapareciera, y solo existiera este instante, entre risas y emoción.

Jimin, sin embargo, no tuvo tanta suerte. El platillo lo sacudía con tanta fuerza que, en un momento dado, terminó casi encima de Yoongi. El mayor lo sujetó rápidamente por la cintura, tratando de evitar que se cayera completamente al centro del platillo. A pesar de lo sonrojados que la situación los dejaba, ambos estaban tan sacudidos que no pudieron evitar reírse entre el caos, aunque Yoongi lo hacía con el rostro color tomate por la cercanía.

Mientras tanto, Seokjin, quien había comenzado el juego con confianza, terminó siendo arrojado al centro del platillo en uno de los sacudones más fuertes, su cuerpo cayendo torpemente. Pero antes de que pudiera protestar, el siguiente movimiento lo devolvió a su lugar con una mezcla de risa nerviosa y gritos.

Desde abajo, Jungkook no podía contener la risa mientras grababa la escena en su celular. Los gritos y risas de sus amigos resonaban en el aire, mezclándose con la música de fondo de la feria y los sonidos de la multitud.

Cuando el juego finalmente terminó, todos bajaron tambaleándose, aún sacudidos por la experiencia. Jimin y Yoongi caminaban un poco más separados, ambos con las mejillas encendidas por lo que había pasado en el juego, mientras Taehyung seguía riendo, sintiendo que su pecho se llenaba de una alegría que hacía tiempo no experimentaba.

—Creo que necesitaré algo de comida para recuperarme de eso —bromeó Seokjin, aún medio mareado, mientras se pasaba una mano por el cabello desordenado.

Se dirigieron hacia uno de los puestos de comida chatarra. Sentados en una de las mesas de la feria, compartieron papas fritas, hamburguesas y bebidas gaseosas. Jimin, como siempre, no tardó en empezar a contar historias divertidas, relatando momentos embarazosos del pasado con una mezcla de entusiasmo y alegría. Yoongi y Jungkook lo escuchaban atentos, mientras Taehyung observaba a sus amigos, sintiéndose parte de algo por primera vez en mucho tiempo.

La noche avanzaba, y con cada carcajada, Taehyung sentía cómo el peso de los últimos días comenzaba a desvanecerse. Estaba con sus amigos, comiendo comida chatarra y riendo sin preocupaciones. En ese momento, no había rumores ni culpas, solo la simple felicidad de pertenecer.

Best of meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora