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Estado: El pasado suele ser cruel y mas si sigues cargando con el



Flashback

La panadería del padre de Seokjin era un lugar pequeño, con ventanas empañadas por el calor de los hornos y un constante aroma a pan dulce que llenaba el aire. A sus 15 años, Seokjin pasaba la mayoría de sus días detrás del mostrador, pero su atención no estaba en los clientes, sino en el joven Kim, el ayudante de su padre.

Kim era alto, con piel cálida y cabello un tanto oscuro ondulado que se enroscaba sobre su frente por el sudor del trabajo. Tenía una sonrisa fácil y una paciencia infinita, y para los devotos de la iglesia, era un modelo de virtud. Pero para Seokjin, Kim era algo más: un faro de luz, una alegría silenciosa que iluminaba incluso los días más monótonos.

Seokjin solía quedarse mirándolo mientras amasaba la masa, con las manos fuertes y seguras. Kim, consciente de la mirada de Jin, solía responderle con una sonrisa suave, suficiente para hacer que el corazón del chico se agitara.

Una tarde, mientras limpiaban la tienda, Namjoon rompió el silencio.

—Jin, ¿te gustan las rosas? —preguntó, sin apartar la mirada del trapo con el que limpiaba el mostrador.

Seokjin se detuvo, confundido por la pregunta repentina.

—¿Rosas? Supongo que sí... son bonitas.

El pelinegro rió suavemente.

—Hay un campo de rosas cerca del bosque. Me gusta ir allí cuando necesito pensar. Tal vez algún día podamos ir juntos.

Seokjin sintió que sus mejillas ardían y bajó la mirada rápidamente.

—Me gustaría eso —respondió en un susurro.

A partir de ese día, el campo de rosas se convirtió en su lugar secreto. Bajo la sombra de un viejo árbol, lejos de las miradas de la iglesia y de sus familias, sus corazones encontraron un refugio. Allí compartían risas, sueños, y caricias tímidas.

—Eres como una de estas rosas, Jin —dijo el pelinegro una tarde, acariciando suavemente su mejilla—. Hermoso, pero con espinas que te protegen.

Seokjin sonrió, nervioso pero feliz.

—¿Y tú? —preguntó, mirándolo con los ojos llenos de curiosidad.

El pelinegro entrecerró los ojos, como si buscara una respuesta en el horizonte.

—Yo... soy el jardinero que haría lo que fuera por cuidar de ti.

Pero no todo siempre puede ser color de rosas verdad?

Las personas le temen a lo diferente y por ello creen que pueden hacerle daño a los demás.

La cita que debía ser perfecta se convirtió en una pesadilla. Mientras Seokjin y el moreno estaban juntos bajo el árbol del campo de rosas, un grupo de hombres apareció entre las sombras. Sus voces llenas de odio resonaron como un trueno.

—¡Ahí están! ¡Los pecadores! Esos enfermos!

Namjoon se levantó de inmediato, poniéndose entre Seokjin y los hombres.

—¡Corran! —gritó una voz al fondo, pero Namjoon no dejó que Seokjin lo hiciera.

—¡No, Jin! ¡Tú corre! —ordenó Namjoon, empujándolo suavemente hacia atrás.

—¡No voy a dejarte! —protestó Seokjin, con lágrimas en los ojos.

Pero antes de que pudiera hacer algo, los hombres los rodearon. Arrastraron al moreno con violencia, y aunque Seokjin intentó defenderlo, no fue suficiente. Ambos fueron llevados a la iglesia, donde los congregados los esperaban con expresiones de furia y desprecio.

—Han cometido un pecado imperdonable —tronó la voz del pastor—. Y el castigo es necesario.

Los castigaban por amar?

El joven Kim fue el primero en ser castigado. Lo ataron frente a todos, y con cada latigazo que caía sobre su espalda, los gritos de Seokjin rompían el aire.

Las pequeñas gotas de sangre caían en el piso dejando un gran ardor.

—¡Deténganse! ¡Por favor, no más! —suplicaba, luchando contra las manos que lo mantenían inmovilizado.

Latigazos, rezos, sangre y llanto era lo que inundaba la iglesia.

Un lugar donde debían sentirse seguros se estaba convirtiendo en su peor pesadilla..

Los padres de Seokjin intentaron intervenir, al igual que los Jeon, pero los padres de Namjoon no mostraron la misma compasión.

Ellos pedían que le quitaran la impureza a su hijo.

—Este es su destino —dijeron con frialdad, sus rostros firmes mientras observaban a su propio hijo ser castigado.

Cuando llegó el turno de Seokjin, los Jeon lograron intervenir a tiempo. Lograron llevárselo antes de que fuera lastimado, pero no pudieron salvar al moreno. Esa noche, Seokjin fue arrancado de la iglesia, gritando el nombre de Namjoon mientras las puertas se cerraban detrás de él. Nunca volvió a verlo.

Solían contar que tal vez Namjoon murio esa noche, que él no había resistido por tanta herida otros decían que Namjoon había huido con ayuda de un amigo suyo.

Pero no habia una teoría confirmada pero lo único que se sabía Esque Kim Namjoon desapareció esa noche.

Fin del Flashback

La pequeña cocina estaba en silencio, excepto por el sonido del agua hirviendo. Seokjin removía la sopa con cuidado, tratando de mantener la mente ocupada, pero su corazón seguía sintiendo el peso de aquel día.

Era un momento traumático que jamás se iría de su mente.

—Jungkook, la sopa está lista —dijo con voz suave, colocando el tazón frente al menor.

Jungkook estaba sentado con los hombros caídos, su mirada fija en la mesa. Apenas murmuró un "gracias" antes de tomar la cuchara.

Seokjin se sentó frente a él, observándolo con preocupación.

—Kook, ¿qué te pasa? —preguntó con ternura.

Jungkook negó con la cabeza.

—Nada, hyung.

—No parece nada. Si quieres hablar, estoy aquí.

Jungkook levantó la mirada, sus ojos oscuros llenos de algo que Seokjin reconoció: una tristeza profunda, un dolor que no se podía expresar con palabras.

—Hyung, ¿alguna vez te has sentido como si el mundo estuviera en tu contra?

Seokjin dejó escapar un suspiro, su mirada perdida en algún punto detrás de Jungkook.

—Sí... muchas veces.

—¿Cómo lo superaste? —preguntó Jungkook, su voz apenas audible.

Seokjin tardó en responder.

—No lo he superado del todo —admitió finalmente—. Pero aprendí a vivir con ello.

Jungkook asintió lentamente, tomando un sorbo de la sopa.

—Gracias, hyung.

Seokjin sonrió débilmente.

—Siempre estaré aquí para ti, Jungkook. Siempre.

Mientras Jungkook comía, Seokjin no pudo evitar recordar el aroma de las rosas y las palabras de Namjoon. Aunque el pasado seguía persiguiéndolo, sabía que debía ser fuerte por los que estaban ahora a su lado.

—Jungkook lucha por Tae—.Susurro Jin dejando sorprendido al menor quien no se esperaba aquello.

—El no desea que lo haga.

Seokjin lo observo y suspiro.—Tu no lo sabes Kook pero el pide ayuda a gritos solo que no sabe expresarlo .

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