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Estado: Me caen tan mal los borrachos, que hasta mis amigos lo son pero a esos lo soporto.








La noche comenzó con un aire de anticipación cuando Jackson invitó al grupo a una fiesta que prometía ser el evento de la semana. Taehyung, como de costumbre, había declinado la oferta, excusándose con que no quería levantar sospechas en su familia.

Sus padres, especialmente su madre, ya habían hecho varios comentarios sobre sus salidas y preferían verlo más involucrado en las actividades de la iglesia. Sin embargo, el resto del grupo ―Jimin, Yoongi, Hoseok, y por supuesto, Jungkook― estaban listos para sumergirse en la diversión.

La fiesta se llevaba a cabo en una enorme casa a las afueras de la ciudad, organizada por uno de los amigos de Jackson. Al llegar, el ambiente era eléctrico: luces de neón que destellaban en sincronía con la música, el sonido ensordecedor del bajo que vibraba por todo el lugar, y el olor de diversas bebidas mezclándose en el aire. La pista de baile estaba repleta de cuerpos moviéndose al ritmo de la música, mientras en la parte trasera de la casa, algunos se relajaban en la piscina iluminada por luces fluorescentes.

Jimin y Hoseok no tardaron en lanzarse a la pista de baile, riendo y divirtiéndose mientras Yoongi, más reservado, se acomodaba en una esquina con un vaso en mano, observando el bullicio con una leve sonrisa. Jackson iba de un lado a otro, saludando a todos con su usual carisma, mientras Jungkook permanecía cerca de la barra, bebiendo más rápido de lo que había planeado.

A medida que la noche avanzaba, las luces se volvían más borrosas para Jungkook. Su cabeza comenzaba a dar vueltas, y una calidez peculiar lo recorría. No era la primera vez que se emborrachaba, pero esa noche se sentía diferente. Quizá era el hecho de que, en el fondo de su mente, Taehyung seguía siendo el centro de sus pensamientos. Con cada trago, el rostro de Taehyung se volvía más nítido en su mente, su sonrisa tímida, la forma en que se sonrojaba cuando recibía uno de sus regalos anónimos.

A este punto ya solo sentía que se emborrachaba por ver bien a Taehyung en su mente.

De repente, Jungkook decidió que tenía que verlo. No podía explicarlo, pero el impulso de estar cerca de Taehyung lo invadió de golpe. Sin pensarlo dos veces, dejó la copa vacía en la barra y, tambaleándose un poco, salió de la casa en medio de la multitud.

Habia algo que caracterizaba a Jungkook, su lado impulsivo.

Dejando a un Jackson y Hoseok confundidos cuando lo vieron salir de inmediato.―Y a este? Que le pico?

Las calles estaban vacías y tranquilas mientras Jungkook caminaba, el aire frío de la noche golpeando sus mejillas que aún estaban sonrojadas por el alcohol. Sus pasos eran irregulares, pero cada uno lo acercaba más a la casa de Taehyung. La ciudad parecía un susurro lejano comparado con el estruendo de la fiesta, y en ese silencio, los pensamientos de Jungkook sobre Taehyung se volvieron aún más insistentes.

Al llegar a la casa de Taehyung, notó que las luces seguían encendidas. Jungkook, con una sonrisa coqueta y las mejillas aún más rojas por el frío y el alcohol, levantó la mano y golpeó la puerta suavemente. Al otro lado, Taehyung, que estaba relajado en su sofá viendo una película, se sobresaltó ligeramente al escuchar el golpe. No esperaba visitas, especialmente no a esa hora.

El en su mente solo imaginaba a sus padres o algún ladrón.

Al abrir la puerta, la imagen que recibió lo dejó sin palabras por un momento. Jungkook estaba allí, con una sonrisa ladeada, el cabello ligeramente despeinado, y sus ojos entrecerrados por el estado de embriaguez. Sus mejillas estaban sonrosadas, y su cuerpo se tambaleaba ligeramente hacia adelante, obligándolo a apoyarse en el marco de la puerta para no perder el equilibrio.

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