Al día siguiente, Elara caminaba distraída por el campus, todavía saboreando los recuerdos de la noche anterior. El beso bajo la lluvia, las películas con Jaxon, el calor de su mano en la suya... Era como si todo hubiera sido un sueño. Sonrió para sí misma, absorta en sus pensamientos, sin darse cuenta de que alguien venía en la dirección contraria.Fue entonces cuando chocó accidentalmente con un chico que parecía igualmente despistado.
—¡Ay, perdón! —dijo Elara, rápidamente retrocediendo.
El chico, un poco sorprendido pero con una sonrisa amigable, la miró con curiosidad.
—No pasa nada, culpa mía —respondió él con una voz suave pero segura. Se quedó en silencio por un segundo antes de añadir—. ¿Tú también eres dominicana?
Elara parpadeó, sorprendida.
—Sí, soy de Bonao. ¿Y tú?
El chico extendió su mano, sonriendo ampliamente.
—Soy Presley, de Santo Domingo. Me di cuenta por tu acento.
Elara rió y le estrechó la mano.
—Elara, un placer.
Presley la miró de arriba abajo, no con desdén, sino con admiración. Había algo en ella que lo hacía sentirse cómodo, como si estuvieran hablando con alguien que ya conocía desde hacía tiempo.
—Es raro encontrar
—Es raro encontrar a alguien de la isla por aquí —continuó Presley con una sonrisa cálida—. También estoy aquí con una beca. Estaba empezando a pensar que era el único dominicano en esta universidad.
Elara sonrió, sintiéndose aliviada de conocer a alguien que entendía su realidad.
—Yo también tengo una beca —respondió—. A veces parece que soy una de las pocas con raíces latinas en este lugar.
—Ni me lo digas —dijo Presley, moviendo la cabeza con una sonrisa—. A veces se siente como si estuvieras en un planeta diferente.
Ambos rieron, y sin darse cuenta, comenzaron a caminar juntos por el campus, intercambiando anécdotas de sus hogares, sus familias y la vida en la República Dominicana. Hablaron de las playas, la comida, las costumbres y de cómo, a pesar de estar a miles de kilómetros de distancia, las raíces dominicanas siempre encontraban la manera de conectarlos.
—Te voy a presentar a unos amigos —dijo Presley de repente, cuando llegaron a un rincón donde un pequeño grupo estaba reunido.
Había dos chicas y un chico que conversaban animadamente. Presley los señaló y llamó su atención.
—Elara, estos son mis amigos: Jazmín, Brenda y David.
—¡Hola! —saludó Jazmín, una chica morena y alta, con el cabello rizado y un acento marcado de Barahona—. ¡Qué emoción conocer a otra dominicana!
Brenda, de piel clara y cabello oscuro, sonrió tímidamente.
—Yo soy del Cibao —añadió Brenda, con un brillo en sus ojos—. Se nota que somos de allá por cómo hablamos, ¿verdad?
Elara asintió, sintiéndose instantáneamente en casa con ellas.
—David es cubano, pero ya casi lo adoptamos como dominicano —bromeó Presley, señalando al chico que les acompañaba.
David, con una sonrisa relajada, saludó a Elara con un movimiento de cabeza.
—Así es, soy de La Habana, pero no se preocupen, que los cubanos y los dominicanos siempre nos llevamos bien —añadió David, con un guiño.
El grupo pasó unos minutos charlando sobre sus experiencias en la universidad, las diferencias culturales y cómo era adaptarse a un lugar tan diferente de sus hogares. Elara se sintió revitalizada por la energía del grupo, especialmente al compartir con personas que entendían lo que significaba ser latino en una universidad estadounidense tan prestigiosa.
Después de un rato, Elara decidió que era hora de reunirse con Jaxon. Cuando llegó a su habitación, él ya estaba allí, esperándola con una sonrisa relajada.
—¿Dónde has estado? —preguntó Jaxon, acercándose para darle un beso en la mejilla.
—Conocí a un chico, Presley, es dominicano como yo. Me presentó a sus amigos, también son latinos, y pasamos un buen rato hablando de nuestras raíces —dijo Elara, sintiéndose emocionada de compartir la experiencia.
Jaxon, sin perder su sonrisa, notó algo distinto en su tono de voz. No pudo evitar que una pequeña punzada de celos le recorriera el pecho.
—¿Presley, eh? —dijo, tratando de sonar despreocupado—. ¿Y qué te pareció él?
—Es muy buena gente —respondió Elara, sin darse cuenta del tono de Jaxon—. Fue tan refrescante hablar con alguien que entiende de dónde vengo.
Aunque no lo mostró de inmediato, a Jaxon le incomodaba la idea de que otro chico se acercara tanto a Elara. Se obligó a sonreír y cambiar de tema, pero la pequeña chispa de celos ya estaba encendida en su interior.
"Hay amigos que son como medicina para el corazón y luz para el alma; su presencia te sana sin que lo notes y te llena de una paz que no sabías que necesitabas."
Dedicado a alguien especial, espero tocar tu corazón.
Claudia Esmirna ✨♥️
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Mi inspiración
Cerita PendekSipnosis La historia de Jaxon Holder y Elara Martínez narra el romance entre dos jóvenes de mundos completamente opuestos. Elara Martínez es una chica insegura y tímida de Bonao, República Dominicana. Creció en una familia que la critica constanteme...