𝔈𝔩 ℭ𝔞𝔪𝔦𝔫𝔬 𝔡𝔢𝔩 𝔏𝔢𝔤𝔞𝔡𝔬

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Nico y Draco estaban frente a la cámara oculta, el eco de la advertencia del guardián aún resonaba en sus mentes. Las runas en el pergamino brillaban tenuemente, iluminando el oscuro entorno que los rodeaba. El ambiente estaba cargado de tensión, y Draco fue el primero en romper el silencio:

—¿Qué crees que significan estas runas? —preguntó mientras señalaba el pergamino que Nico sostenía.

—Son más que simples instrucciones —respondió Nico, su voz casi en un susurro—. Están contando una historia.

Antes de que pudieran continuar, un viento helado atravesó la cámara y, de la oscuridad, una figura encapuchada se materializó. Era el guardián de la cámara, una presencia tan antigua como la magia misma. Su voz era grave, como el crujido de una tumba olvidada.

—El verdadero legado de Slytherin no es solo poder —dijo el guardián, con un tono que hizo que ambos chicos se estremecieran—. Es sabiduría. Deben entender el poder antes de reclamarlo.

La figura se mantuvo en silencio por un momento, observando cómo Nico y Draco procesaban sus palabras. A su alrededor, sombras se formaron, tomando la forma de antiguos magos que habían sido consumidos por su ambición. Estas sombras comenzaron a susurrar tentaciones al oído de los chicos.

—Tomen el poder que les pertenece —decían las sombras, su voz era seductora y peligrosa—. No hay necesidad de luchar.

Nico sintió un tirón en su interior, una tentación creciente, pero recordó por qué estaba allí y, sobre todo, recordó a Draco. Su presencia a su lado lo mantenía anclado en la realidad.

—No somos como ellos —murmuró Nico para sí mismo, sus ojos brillando con determinación—. Nosotros elegimos la luz.

Draco miró a Nico con admiración. Estaban juntos en esto.

—No quiero ese tipo de poder —dijo Draco en voz alta, desafiando a las sombras—. Queremos ser más que solo una historia trágica.

Las sombras se disiparon, y la luz del pergamino brilló con más fuerza, disipando toda oscuridad en la cámara. El guardián observó con una leve sonrisa, satisfecho con su elección.

—Han demostrado tener un corazón puro —declaró el guardián—. Pueden continuar.

Las runas del pergamino comenzaron a resplandecer aún más, revelando un mapa que conducía a un lugar escondido: un templo antiguo, perdido en el tiempo. Ante ellos, un camino de piedras marcadas con símbolos antiguos comenzó a formarse.

—¿Qué es ese lugar? —preguntó Draco, intrigado.

—No lo sé —admitió Nico—. Pero es el siguiente paso.

Siguieron el camino en silencio, hasta llegar a una puerta monumental decorada con inscripciones y runas, tan viejas como Hogwarts mismo. Una energía misteriosa y poderosa emanaba del lugar, envolviéndolos con su presencia.

La puerta se abrió sola, revelando un templo vasto y magnífico, lleno de estatuas y artefactos antiguos que contaban la historia de Slytherin. Draco y Nico entraron, asombrados por la grandeza del lugar.

—Es más de lo que jamás imaginé —murmuró Draco, casi sin aliento.

En el centro del templo, un altar se encontraba cubierto de objetos místicos, reluciendo con un aura enigmática. Nico sintió una profunda conexión con el lugar, como si estuviera destinado a estar allí.

—Este es solo el principio —susurró Nico, su voz llena de asombro.

Draco lo miró, y sin decir una palabra, tomó la mano de Nico, un gesto de apoyo y compañerismo. Sabían que, pase lo que pase, lo enfrentarían juntos.

—Lo haremos juntos —dijo Draco con determinación.

Justo cuando se acercaban al altar, una voz resonó desde las sombras del templo.

—El verdadero desafío comienza ahora.

Nico y Draco se miraron mutuamente, listos para lo que estaba por venir.

...

El Último Hijo de la SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora