El aire en el interior de las ruinas era denso, lleno de un silencio reverente que parecía aguardar el desenlace de una antigua historia. Nico y Draco se adentraron, cada paso resonando con el eco de sus corazones. Las paredes, cubiertas de inscripciones en un idioma olvidado, brillaban tenuemente con una luz misteriosa, como si los secretos que guardaban aguardaran ansiosos por ser desvelados.
—¿Estás seguro de que deberíamos estar aquí? —murmuró Draco, su voz temblando apenas. A medida que avanzaban, su mano buscó la de Nico, apretando su dedo como si temiera perderlo en la oscuridad.
—Debo saber lo que significa todo esto —respondió Nico, su determinación guiando cada palabra—. Siento que está conectado con mi familia, con quién soy realmente.
Draco lo miró con preocupación, sus ojos llenos de una mezcla de valentía y temor. —Nico, no tienes que cargar esto solo. No eres solo el nieto de Voldemort. Eres Nico di Angelo. Y yo estoy aquí contigo, siempre.
Una oleada de calidez invadió el pecho de Nico. La lealtad de Draco iluminaba incluso sus más oscuros pensamientos. Pero, en su interior, una batalla continuaba: el legado que llevaba, la sombra de su abuelo. ¿Podría realmente forjar su propio camino?
Al entrar en una sala más amplia, un altar apareció en el centro, cubierto de polvo y enredaderas. Su presencia era imponente y, de repente, el aire se volvió más pesado. Nico sintió un tirón en su interior, como si algo le estuviera llamando.
—Nico, esto no me gusta —advirtió Draco, su voz grave mientras miraba el altar con recelo—. No deberíamos estar aquí.
—Debo ver —insistió Nico, sintiendo que el poder de las inscripciones lo atraía. Cuando extendió su mano hacia el altar, un viento gélido lo rodeó. Las inscripciones comenzaron a brillar intensamente, y Nico fue arrastrado a una visión que lo sobrecogió.
Flashback: Un Destello de Recuerdos
Nico se vio frente a un espejo antiguo, su reflejo distorsionado por la oscuridad que lo rodeaba. Detrás de él, la figura de Voldemort emergió de las sombras, su presencia aterradora.
—Tu herencia es un poder sin igual —dijo Voldemort, su voz suave pero afilada como un cuchillo—. Debes aprender a abrazar la oscuridad que llevas dentro, Nico. Solo así podrás alcanzar la grandeza.
—¡No quiero ser como tú! —gritó Nico, sintiendo que su corazón se partía—. No quiero ese poder.
—Entonces estás destinado a fallar —respondió Voldemort, sus ojos brillando con un fuego interno—. La sangre llama a la sangre. Tu destino es inevitable.
Las visiones se intensificaron, y Nico vio un futuro sombrío, uno donde la oscuridad reinaba y su legado lo consumía. La imagen de Draco apareció en su mente, sonriendo con confianza, pero luego se desvaneció en la niebla.
—¡No, Draco no! —gritó, sintiendo que el miedo lo abrumaba.
Fin del Flashback
Con un grito ahogado, Nico se apartó del altar, tambaleándose mientras la visión se desvanecía. —No, no puedo hacer esto —murmuró, el eco de sus palabras resonando en la sala.
—¿Qué viste? —preguntó Draco, su voz tensa y preocupada—. ¿Qué está pasando, Nico?
—Vi a Voldemort... él quiere que elija entre su legado y mi propia vida. Quiere que abrace la oscuridad —confesó Nico, su corazón latiendo con fuerza.
—No tienes que hacerlo. No eres él —dijo Draco, dando un paso más cerca, su mano ahora firme en el hombro de Nico—. Eres tú. Y tienes el poder de decidir tu propio camino.
A pesar de la fortaleza en las palabras de Draco, la lucha dentro de Nico persistía. La sombra de su familia era un peso que amenazaba con aplastarlo. —¿Y si elijo mal? ¿Qué pasará con nosotros?
La atmósfera se volvió pesada, como si el mundo entero contuviera la respiración. Draco lo miró a los ojos, la intensidad de su mirada llenando a Nico de una esperanza que creía perdida. —No permitiré que la oscuridad te consuma. Siempre estaré aquí, luchando a tu lado. Pase lo que pase, estoy contigo.
Nico sintió la calidez de esas palabras calar hondo en su ser. El amor que Draco le ofrecía era un faro en su tormenta interna, y, por primera vez, sintió que podía empezar a despojarse del legado que lo perseguía.
Pero antes de que pudieran hablar más, un rugido resonó en la selva, un recordatorio de que no estaban solos. Algo oscuro los acechaba, y pronto tendrían que enfrentarlo. —Debemos salir de aquí —dijo Nico, apremiando a Draco.
Draco asintió, su mano aferrándose a la de Nico con una fuerza renovada. Juntos, dieron la vuelta y corrieron hacia la salida, sus corazones latiendo al unísono, pero un nuevo sentido de determinación les otorgaba alas.
Cuando cruzaron el umbral de las ruinas, el aire fresco y ligero les recibió, pero el peso de lo que debían afrontar aún los acompañaba. Al salir, se encontraron rodeados de estudiantes, cada uno con rostros de preocupación y curiosidad.
—¿Qué sucedió? —preguntó Pansy, su mirada inquieta fija en ellos—. ¿Están bien?
Nico y Draco intercambiaron miradas, comprendiendo que lo que había sucedido en las ruinas era solo el principio de algo más grande. —Estamos bien —dijo Nico, pero la verdad era que todo estaba lejos de estar bien.
Mientras los estudiantes se organizaban para regresar al campamento, el aire vibraba con una sensación de que algo aún más oscuro los aguardaba en el horizonte. Nico sabía que las respuestas que buscaba no estaban en las ruinas, sino en su corazón.
Al caminar de regreso, el silencio se hizo incómodo, y Nico, lleno de pensamientos, no podía dejar de sentir que había un peso adicional en su pecho. Pero había algo más, una chispa de coraje que había surgido en él durante la experiencia, y necesitaba compartirlo.
Draco, percibiendo la tensión, se detuvo y dio un paso hacia Nico, su expresión seria pero vulnerable. —Nico, hay algo que debo decirte —comenzó, su voz un susurro entre el murmullo de sus compañeros.
—¿Qué es? —preguntó Nico, sintiendo que su corazón latía con fuerza, lleno de ansiedad y expectativa.
Draco inhaló profundamente, y la sinceridad en su mirada hizo que el corazón de Nico se acelerara. —Desde que te conocí, todo ha cambiado para mí. No solo hemos estado enfrentando la oscuridad externa, sino que también he estado luchando con lo que siento. Lo que siento por ti es más profundo de lo que nunca imaginé.
Nico sintió que el mundo a su alrededor se desvanecía mientras la confesión de Draco resonaba en su corazón. —¿De verdad? —preguntó, sintiendo que su voz temblaba de emoción.
—Sí —continuó Draco, su mirada intensa—. Lo que he sentido por ti ha crecido cada día. Quiero que sepas que estoy aquí, pase lo que pase.
La cercanía de Draco, la vulnerabilidad en su confesión, hizo que Nico sintiera que su pecho ardía. Sin pensar, dio un paso adelante, acercándose aún más a él. Y antes de que pudiera detenerse, lo besó. Fue un beso lleno de promesas, un lazo que trascendía la oscuridad que los rodeaba.
El momento se detuvo, y el mundo exterior desapareció, dejando solo el calor de sus labios, la conexión profunda que se había forjado entre ellos.
Cuando finalmente se separaron, el aliento de ambos entrecortado, Nico sonrió tímidamente, sintiendo que había tomado una decisión en su corazón. La oscuridad podría ser parte de él, pero no definiría su futuro.
—No sé qué nos espera, pero quiero enfrentarlo contigo —dijo Nico, su voz más firme que nunca.
Draco sonrió, su mirada iluminada. —Y yo contigo. Siempre.
Y juntos, se dieron la mano, dispuestos a enfrentar lo que el destino les tenía preparado, con la luz de su conexión guiándolos a través de la oscuridad.
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El Último Hijo de la Sombra
FanfictionNico di Angelo, hijo de Hades, llega a Hogwarts bajo la oscura orden de su abuelo, Lord Voldemort. En un mundo donde nadie conoce su verdadero origen, se convierte en un enigma rodeado de sombras. Mientras navega por la vida escolar y lucha contra s...