El Desafío del Lago

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El aire en Hogwarts estaba cargado de emoción mientras todos se preparaban para el segundo desafío de los Juegos Mágicos. La mañana había llegado con un clima fresco, ideal para el evento que se avecinaba. Los estudiantes se congregaron en el Gran Comedor, donde la gran mesa de Slytherin estaba llena de murmullos emocionados.

Nico di Angelo se encontraba sentado junto a Draco Malfoy, ambos compartiendo una mirada de complicidad. Habían pasado varias semanas desde el primer desafío, y su amistad se había fortalecido. Ambos sabían que este segundo desafío pondría a prueba no solo sus habilidades mágicas, sino también su capacidad para trabajar en equipo.

—¿Estás listo para esto? —preguntó Draco, con una sonrisa desafiante en su rostro.

—Siempre —respondió Nico, encogiéndose de hombros mientras su expresión se mantenía seria—. Pero no subestimes a los demás.

Después de que Dumbledore anunciara el inicio del segundo desafío, los estudiantes se dirigieron al campo de Quidditch, donde había sido preparado un lago enorme, con criaturas mágicas nadando en sus profundidades. Dumbledore explicó que los competidores tendrían que recuperar un objeto valioso que se encontraba en el fondo del lago, mientras lidiaban con las criaturas que lo protegían.

La tensión creció cuando Draco y Nico fueron llamados al agua. Ambos se miraron con determinación, sabiendo que no podían permitir que la presión los afectara. A medida que se sumergieron en el lago, el agua fría los envolvió, pero su enfoque estaba en la misión.

Mientras exploraban las profundidades, encontraron a varias criaturas mágicas, desde peces brillantes hasta serpientes de agua. Nico, con su conexión especial con el inframundo, logró calmar a las serpientes, permitiéndoles avanzar sin problemas.

—Vamos, sigue nadando —animó Draco, mientras ambos se acercaban al objeto brillante que resplandecía en el fondo. Era un antiguo relicario, que supieron de inmediato que era lo que buscaban.

Cuando llegaron al relicario, las criaturas comenzaron a agitarse, protegiéndolo ferozmente. Nico y Draco se miraron con complicidad, sabían que tendrían que luchar juntos. Con un gesto, Nico hizo que las criaturas se calmaran, mientras Draco se lanzaba hacia el relicario, extendiendo su mano hacia él.

Sin embargo, justo cuando Draco lo tocó, una serpiente de agua se abalanzó hacia él. Nico, sin pensarlo, se lanzó en su dirección, empujándolo hacia un lado y recibiendo el golpe de la criatura.

—¡Nico! —gritó Draco, mientras la adrenalina lo invadía. Nico se giró rápidamente, levantando su varita y conjurando un hechizo para alejar a la criatura.

—Estoy bien, solo... un rasguño —respondió Nico, intentando calmar a Draco mientras ambos recuperaban el aliento.

Finalmente, lograron recuperar el relicario, saliendo del agua con esfuerzo, pero con una sensación de victoria. El público los vitoreó mientras emergían, y el reluciente relicario en manos de Draco fue recibido con aplausos estruendosos.

Al final del día, mientras se dirigían de regreso al castillo, Draco no pudo evitar mirar a Nico con admiración.

—Tienes un talento increíble —dijo Draco, rompiendo el silencio.

—No lo haría sin ti —respondió Nico, una pequeña sonrisa en su rostro.

A medida que se acercaban al Gran Comedor, ambos supieron que su vínculo se había fortalecido aún más, y que estaban listos para enfrentar cualquier desafío que se avecinara.

El Último Hijo de la SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora