𝔏𝔬𝔰 𝔖𝔢𝔠𝔯𝔢𝔱𝔬𝔰 𝔡𝔢𝔩 𝔏𝔢𝔤𝔞𝔡𝔬

3 2 0
                                    


El eco de la victoria de Slytherin aún resonaba en los pasillos de Hogwarts. La emoción de haber ganado los Juegos Mágicos seguía latente en el ambiente, pero, para Nico, la celebración había sido efímera. Mientras muchos estudiantes continuaban festejando, él se encontraba en la biblioteca, atraído por algo más profundo: los orígenes de aquellos juegos que habían moldeado su destino en la escuela.

Sentado en una esquina oscura y apartada de la biblioteca, Nico hojeaba un viejo y polvoriento libro que había encontrado en la sección prohibida. "Historia Oculta de Hogwarts". El título no estaba en los registros comunes, lo que indicaba que lo que contenía no era información que los profesores compartieran abiertamente con los estudiantes.

Las llamas de las antorchas proyectaban sombras en las páginas mientras Nico leía en silencio, con Draco a su lado, observando el antiguo manuscrito con curiosidad.

—¿De verdad crees que tiene importancia saber de dónde vienen los Juegos Mágicos? —preguntó Draco, arqueando una ceja.

Nico lo miró por un momento, antes de volver su atención al libro. —No es solo saber de dónde vienen, Draco. Es entender por qué Slytherin ha ganado la mayoría de las veces. Hay algo más detrás de estos juegos. Algo que nos conecta con nuestra historia... y tal vez con el futuro.

Draco suspiró, pero su curiosidad fue más fuerte que su escepticismo. A medida que Nico pasaba las páginas, los dos se adentraron en un relato que no conocían.

Los Juegos Mágicos de Hogwarts no eran una simple competencia de habilidades y astucia. Habían sido creados siglos atrás, mucho antes de que los fundadores de Hogwarts pensaran en dividir la escuela en casas. Fueron una tradición olvidada, rescatada por el mismísimo Salazar Slytherin como una prueba de poder y pureza. En sus inicios, no era solo un juego; era una forma de seleccionar a los estudiantes dignos de aprender las artes oscuras más avanzadas.

Los ojos de Draco se ensancharon mientras leía una de las líneas en el libro. —"Solo aquellos que superen las tres pruebas podrán descubrir el verdadero legado de Slytherin". ¿Qué significa eso?

Nico frunció el ceño, sus dedos rozando la página amarillenta. —Parece que los juegos no eran solo para ganar honor. Eran una manera de acceder a un conocimiento oculto, reservado solo para los mejores. Es posible que todavía quede algo de ese legado en el castillo, algo que solo los campeones de Slytherin pueden encontrar.

El corazón de Draco latía con fuerza. La idea de que existiera un secreto de Slytherin aún escondido dentro de Hogwarts era demasiado tentadora para ignorarla. —¿Qué crees que deberíamos hacer?

Nico cerró el libro con un chasquido suave. —Creo que deberíamos buscarlo.

Días después, con el castillo sumido en una calma post-festiva, Nico y Draco se encontraron de nuevo en los oscuros pasillos subterráneos que conducían a las mazmorras. No era la primera vez que exploraban esos pasillos, pero esta vez había un propósito claro. Si el legado de Slytherin aún estaba oculto, seguramente estaría en el lugar más emblemático de su casa.

Llegaron a una puerta de piedra, sellada por un encantamiento antiguo. No había forma visible de abrirla, pero Nico recordó las palabras que había leído en el libro.

—"Solo aquellos que superen las tres pruebas..." —murmuró para sí mismo, antes de levantar su varita.

Draco lo miraba con atención. —¿Crees que esto está relacionado con los Juegos Mágicos?

Nico asintió. —Lo sé. Y si lo que dice el libro es cierto, nosotros, como campeones de Slytherin, podemos abrir esta puerta.

Con un movimiento fluido, Nico dibujó en el aire un símbolo que había visto en las páginas del libro. Era una serpiente enroscada alrededor de un bastón. Al instante, la puerta de piedra tembló y empezó a abrirse lentamente, revelando una escalera que descendía a la oscuridad.

Draco tragó saliva. —Esto empieza a darme mala espina, pero no voy a echarme atrás.

—Lo sé, —respondió Nico con una sonrisa ladeada—. Vamos.

Bajaron las escaleras, sus pasos resonando en las paredes de piedra. Al llegar al final, se encontraron en una sala circular, iluminada solo por una luz verde tenue que parecía emanar de las paredes. En el centro de la sala había una fuente de piedra, con una serpiente tallada que rodeaba el borde.

—Este debe ser el lugar donde está escondido el legado —dijo Draco, caminando hacia la fuente con cautela.

Nico se acercó a la fuente, observando el líquido oscuro que se movía en su interior. No era agua, sino algo más denso, algo que parecía moverse con vida propia.

—Esto no es un simple juego de Hogwarts, Draco. —Nico extendió la mano, dejando que una gota del líquido tocara su dedo—. Es magia oscura, muy antigua.

—¿Qué crees que hace? —preguntó Draco, observando cómo la gota parecía brillar en la piel de Nico.

Antes de que pudiera responder, la sala comenzó a temblar. La serpiente tallada en la fuente se movió, y su cabeza se alzó, mirándolos con ojos que brillaban en la oscuridad.

—Solo los dignos podrán heredar el legado de Slytherin —dijo una voz profunda y resonante que parecía provenir de la serpiente.

Draco dio un paso atrás, sus ojos abiertos de par en par. —Nico, creo que esto va más allá de lo que imaginábamos.

Pero Nico no retrocedió. Se acercó más a la serpiente, enfrentándola con una determinación fría. —Estamos listos, —dijo, su voz firme—. Somos los campeones de Slytherin, y hemos superado las pruebas. Queremos reclamar lo que es nuestro.

La serpiente los observó por un largo momento antes de inclinar la cabeza lentamente. —Muy bien. El legado será revelado.

En ese instante, el líquido oscuro de la fuente comenzó a brillar con una intensidad cegadora, llenando la sala con una luz verde. Nico sintió una oleada de magia tan poderosa que le recorrió todo el cuerpo, como si algo más antiguo que el propio Hogwarts hubiera despertado bajo sus pies. El temblor en las paredes cesó, y la serpiente que antes los había observado desapareció lentamente, fusionándose de nuevo con la piedra de la fuente.

Cuando la luz comenzó a desvanecerse, Draco abrió los ojos, atónito por lo que acababa de presenciar.

—¿Qué... qué fue eso? —preguntó, su voz apenas un susurro.

Nico miró hacia la fuente, que ahora parecía vacía, como si el oscuro líquido hubiera sido absorbido por la misma magia que lo había creado.

—No lo sé exactamente, pero lo averiguaremos. —respondió Nico, con los ojos llenos de determinación—. Esto es solo el principio.

Ambos intercambiaron una mirada significativa. Sabían que lo que acababa de ocurrir cambiaría todo lo que conocían sobre los Juegos Mágicos y la verdadera naturaleza de su legado. Habían desatado algo mucho más grande de lo que imaginaban.

Al dar media vuelta para salir de la sala, las sombras se extendieron detrás de ellos como presagios oscuros. A cada paso, sentían la creciente sensación de que este nuevo descubrimiento los arrastraría a algo más profundo y peligroso.

Cuando cruzaron la puerta de piedra, esta se cerró detrás de ellos con un fuerte eco.

El Último Hijo de la SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora