La luz verde se desvaneció, dejando a Nico y Draco en la penumbra, apenas iluminados por los últimos resplandores que emanaban del líquido oscuro en la fuente. El eco de las palabras de la serpiente aún resonaba en sus oídos, y la atmósfera en la sala se había vuelto más pesada, cargada de una sensación de peligro inminente.
Nico respiraba con dificultad, su corazón acelerado. Sabía que habían cruzado una línea. Lo que estaban por descubrir iba mucho más allá de una simple competencia o un juego. El legado de Slytherin, lo que estaba oculto durante siglos, ahora estaba al alcance de sus manos, pero sentía que había un precio que pagar.
—Nico... —susurró Draco, sus ojos fijos en la fuente que parecía haber cobrado vida. El brillo del líquido oscuro aún danzaba frente a ellos, pero algo había cambiado. La serpiente de piedra ya no los observaba. En su lugar, el centro de la fuente comenzaba a abrirse lentamente, revelando un pasaje oculto—. ¿Qué es eso?
Nico dio un paso adelante, sin apartar la vista del pasaje que se abría ante ellos. Una escalera descendía hacia las profundidades de Hogwarts, más allá de lo que cualquier mapa o registro del castillo había mostrado. El aire que salía de aquel lugar era frío, más frío que las mazmorras mismas, como si el mismo tiempo se hubiera detenido allí.
—Es el verdadero comienzo —murmuró Nico, su voz apenas audible, pero llena de convicción—. Lo que está más allá de esa puerta es lo que Salazar Slytherin quiso ocultar del mundo. El conocimiento que solo los dignos pueden reclamar.
Draco tragó saliva, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. —¿Estamos seguros de esto? Ya hemos llegado demasiado lejos, pero... esto se siente como... como si no hubiera vuelta atrás.
Nico lo miró, con una sombra de duda cruzando por su rostro. Pero esa duda desapareció rápidamente. —No hay vuelta atrás, Draco. Este es nuestro destino. —Se dio media vuelta hacia el pasaje y comenzó a descender las escaleras, con su varita iluminando el oscuro descenso.
Draco vaciló por un instante antes de seguir a Nico. Ambos bajaron en silencio, el sonido de sus pasos rebotando en las frías paredes de piedra. A medida que descendían, el aire se volvía más denso y la oscuridad más impenetrable, como si estuvieran adentrándose en el corazón mismo de Hogwarts, en un lugar donde la luz del día jamás había llegado.
Finalmente, llegaron a una cámara subterránea, mucho más grande que la sala anterior. El techo estaba tan alto que apenas podían distinguirlo a la luz de sus varitas. En el centro de la sala, un antiguo altar de piedra se erguía, cubierto de runas y símbolos que Nico reconoció de sus estudios de magia antigua.
Pero no estaban solos.
Frente al altar, una figura encapuchada esperaba en silencio. La figura no se movía, pero la sensación de poder que emanaba de su presencia era palpable. Draco sintió que el corazón le latía con fuerza, y por un momento, se quedó sin aliento.
—¿Quién... quién es ese? —susurró Draco, con su varita levantada, listo para cualquier cosa.
Nico no respondió de inmediato. Dio un paso adelante, su mirada fija en la figura. —No lo sé —murmuró—. Pero tengo la sensación de que está aquí por nosotros.
La figura encapuchada levantó lentamente la cabeza, revelando un rostro oculto en sombras. Una voz grave y antigua, que parecía surgir de las profundidades del tiempo, llenó la sala.
—Ustedes han llegado hasta aquí, campeones de Slytherin, como lo hicieron otros antes que ustedes. —La figura dio un paso adelante, su presencia oscura llenando la sala—. Pero no todos los que han llegado han sido dignos de heredar el verdadero legado de Salazar Slytherin.
Nico apretó su varita, sintiendo la tensión en el aire. —¿Quién eres? —preguntó, su voz desafiante, aunque en el fondo, sabía que estaba enfrentándose a algo mucho más poderoso de lo que había anticipado.
—Soy el guardián del legado —respondió la figura, su tono imperturbable—. He estado aquí, esperando, durante siglos, a aquellos lo suficientemente valientes como para reclamar lo que Slytherin dejó atrás. Pero antes de que puedan hacerlo, deben demostrar su valía... una última vez.
Draco intercambió una mirada con Nico, su nerviosismo palpable. —¿Qué tenemos que hacer?
La figura extendió su mano, señalando el altar. En ese momento, el altar se iluminó con un resplandor verde brillante, y un antiguo pergamino apareció flotando sobre él. El pergamino parecía estar hecho de piel de dragón, con runas y hechizos escritos en una lengua que ni siquiera Nico podía entender completamente.
—Este es el último desafío —dijo el guardián—. Para heredar el verdadero legado de Slytherin, deberán descifrar el pergamino, pero cuidado... cada error tiene un precio.
Nico dio un paso adelante, su mirada fija en el pergamino. Sabía que esto era lo que había estado buscando, el verdadero poder y conocimiento de Slytherin. Pero también sabía que este desafío no era como los anteriores. Un solo error, y podrían perderlo todo.
—Estamos listos —dijo Nico, tomando aire profundamente.
Draco lo miró con incredulidad. —¿Estamos? ¿De verdad?
Nico sonrió ligeramente, aunque en sus ojos había una chispa de incertidumbre. —No lo sabremos hasta que lo intentemos.
Con una mano temblorosa, Nico extendió su varita hacia el pergamino. El aire a su alrededor parecía volverse más denso, y un silencio mortal cayó sobre la sala mientras comenzaba a pronunciar las primeras palabras del antiguo conjuro.
Y entonces, una sombra oscura emergió del pergamino, envolviéndolos a ambos.
Continuará...
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El Último Hijo de la Sombra
FanficNico di Angelo, hijo de Hades, llega a Hogwarts bajo la oscura orden de su abuelo, Lord Voldemort. En un mundo donde nadie conoce su verdadero origen, se convierte en un enigma rodeado de sombras. Mientras navega por la vida escolar y lucha contra s...