El silencio que los envolvía era sofocante. Las paredes de la cámara temblaban ligeramente, como si estuvieran reaccionando a una fuerza antigua. Las sombras danzaban alrededor de Nico y Draco, cada vez más cercanas, mientras una sensación de peligro inminente llenaba el aire.
—Prepárense —dijo el guardián con voz grave, mientras su figura encapuchada comenzaba a desvanecerse—. El legado que buscan no es solo conocimiento; es un poder que ha permanecido oculto durante siglos, y no todos los que lo buscan tienen intenciones puras.
Draco miró a Nico con preocupación, pero la determinación en los ojos de su amigo le dio fuerzas para seguir. Sabían que lo que tenían en sus manos no era cualquier cosa: el pergamino que sostenía Nico brillaba débilmente, sus runas moviéndose de manera inquietante como si estuvieran vivas, esperando ser descifradas. El aire se volvió denso, y el eco de sus latidos resonaba en sus oídos.
Las sombras que habían emergido desde las grietas del suelo cobraban cada vez más forma, acercándose lentamente a ellos. Eran seres oscuros, incorpóreos, cuyos ojos brillaban con una luz maligna. Aunque Draco lanzó un hechizo de protección, las criaturas se abalanzaban sobre el escudo mágico con una fuerza alarmante.
—¡Hay que descifrar el pergamino antes de que esas cosas nos alcancen! —exclamó Nico, su voz cargada de urgencia.
Draco asintió, sin apartar la vista de las sombras que golpeaban su barrera. Su mente trabajaba a toda velocidad, pero el pergamino no era como nada que hubieran visto antes. Las runas, escritas en un lenguaje antiguo, cambiaban de forma constantemente, volviéndose más difíciles de leer con cada segundo.
—No podemos fallar —dijo Nico entre dientes, sabiendo que el destino no solo de ellos, sino del legado de Slytherin, dependía de ese momento.
De repente, una de las sombras rompió el escudo de Draco, lanzándose hacia Nico con una velocidad vertiginosa. Sin tiempo para reaccionar, Nico sintió el frío intenso cuando la criatura lo envolvió, drenando su energía. Su cuerpo se estremeció y cayó de rodillas, sintiendo cómo el aire le abandonaba.
—¡Nico! —gritó Draco, lanzando un hechizo—. ¡Expulso!
La sombra se disolvió en una nube de humo oscuro. Draco ayudó a Nico a levantarse, aunque él seguía temblando por el frío. Sabían que el tiempo corría en su contra. Las sombras parecían multiplicarse, emergiendo de cada esquina oscura de la cámara, mientras el guardián los observaba desde la distancia, su expresión inmutable.
—Esto no es solo una prueba de valor... —susurró Nico, respirando con dificultad—. Es mucho más oscuro de lo que pensamos.
Volvieron a enfocarse en el pergamino, pero ahora Nico lo veía diferente. Las runas no eran simples símbolos antiguos; comenzaban a revelarse como palabras en Parsel. Su conexión con la magia oscura, alimentada por su herencia, le otorgaba una ventaja. De repente, comprendió lo que el pergamino trataba de decirles.
—Es magia de sangre... —murmuró Nico, su rostro palideciendo—. El poder que Slytherin escondió no es solo conocimiento. Requiere sangre.
Draco lo miró alarmado. —¿Qué quieres decir?
—El poder de Slytherin solo puede despertarse con la sangre de su descendencia —respondió Nico, su expresión seria—. Y yo soy el único aquí que tiene esa sangre.
El corazón de Draco se aceleró. —¿Estás diciendo que tienes que...?
—No hay otra opción —dijo Nico, sintiendo el peso de la decisión. La presión del momento lo obligaba a actuar, y las sombras seguían avanzando, cada vez más amenazantes.
Con un movimiento rápido, Nico trazó un corte leve en su brazo, dejando que unas gotas de sangre cayeran sobre el pergamino. En el instante en que su sangre tocó las runas, estas comenzaron a brillar con una luz intensa, y la cámara se estremeció violentamente. Las sombras se detuvieron, como si la luz las hubiera paralizado.
—¡Nico, ten cuidado! —gritó Draco, pero era demasiado tarde. La luz del pergamino se expandió, llenando la cámara de un brillo casi cegador.
El poder de Slytherin estaba despertando. Las sombras, ahora gritando en un idioma antiguo y desconocido, retrocedieron, pero no se dispersaron. En su lugar, comenzaron a formarse nuevas figuras, sombras más poderosas que emitían un aura de desolación.
—¡No! ¡No podemos dejar que esto suceda! —exclamó Draco, intentando conjurar otro hechizo, pero su voz se ahogó en el estruendo de la magia liberada.
Nico sintió cómo una oleada de energía lo envolvía, su conexión con el legado de Slytherin creciendo cada vez más fuerte. Sin embargo, también sentía un tirón oscuro en su interior, una voz susurrante que lo instaba a dejarse llevar por el poder.
—Nico, resiste —dijo Draco, viendo el conflicto en su amigo—. No dejes que te consuma.
Con toda su fuerza de voluntad, Nico se aferró a la luz que brotaba del pergamino. Visualizó a sus amigos, su familia, la razón por la que había venido a Hogwarts. La magia oscura era seductora, pero el amor y la amistad eran más poderosos. Con un grito, concentró su energía en el pergamino, deseando controlar el poder, no ser controlado por él.
A medida que lo hacía, las figuras sombrías comenzaron a desvanecerse, debilitándose frente a su determinación. El guardián, que había estado observando desde la distancia, dio un paso hacia adelante, su figura resplandeciendo con una luz similar a la del pergamino.
—Has demostrado tu valentía y tu voluntad —dijo el guardián, su voz resonando en la cámara—. Pero aún queda una última prueba.
Las paredes de la cámara comenzaron a cerrarse lentamente, la luz del pergamino iluminando el espacio cada vez más. Nico sintió que el aire se volvía pesado, como si algo más estuviera despertando en lo profundo de la tierra. En ese momento, un estruendo resonó, y una grieta se abrió en el suelo, revelando un abismo de oscuridad.
—Debes enfrentarte a lo que realmente temes —continuó el guardián, mientras el abismo emitía una risa grave y burlona—. ¿Tendrás el valor de mirar en la oscuridad y salir ileso?
Nico intercambió miradas con Draco. Ambos sabían que lo que estaba en juego era más grande que ellos. Con un asentimiento decidido, se acercaron al borde de la grieta, el resplandor del pergamino iluminando su camino.
—¡Vamos! —dijo Nico, tomando la mano de Draco—. Juntos.
Ambos miraron hacia el abismo, sintiendo el poder oscuro a su alrededor. Sabían que debían enfrentarse a su miedo más profundo, pero la luz del pergamino los guiaba. Con un grito compartido, saltaron hacia la oscuridad.
Continuará...
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El Último Hijo de la Sombra
FanfictionNico di Angelo, hijo de Hades, llega a Hogwarts bajo la oscura orden de su abuelo, Lord Voldemort. En un mundo donde nadie conoce su verdadero origen, se convierte en un enigma rodeado de sombras. Mientras navega por la vida escolar y lucha contra s...