𝔈𝔠𝔬𝔰 𝔢𝔫 𝔩𝔞 𝔖𝔢𝔩𝔳𝔞

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El sol descendía lentamente sobre la selva amazónica, lanzando destellos dorados a través de la densa maraña de hojas y ramas que se extendían hacia el cielo. El aire era pesado, cargado de humedad y el aroma de lo desconocido. Los estudiantes avanzaban en fila, con los pasos sincronizados por el crujido de las hojas secas y las ramas bajo sus pies. Cada sonido era una nota en la sinfonía de tensiones que vibraba en el corazón de Nico.

Nico sentía el peso de las miradas, especialmente la de Draco Malfoy, quien había estado pegado a su lado durante todo el trayecto. Los ojos grises de Draco no solo reflejaban preocupación, sino una curiosidad implacable que había estado alimentándose desde hacía semanas. La atmósfera estaba cargada de un miedo palpable, un sentimiento que crecía con cada paso que daban hacia lo desconocido.

Flashback: Después del "Nico y Draco se miraron mutuamente, listos para lo que estaba por venir." en el Capítulo 22

Era tarde en la noche y la sala común de Slytherin estaba casi desierta, salvo por el murmullo del fuego que chisporroteaba en la chimenea. Nico se encontraba sentado en una de las poltronas, mirando fijamente las llamas como si estas fueran a susurrarle la respuesta a sus dilemas. El eco de las palabras de su madre, Maria di Angelo, resonaba en su mente como un recordatorio sombrío de la misión que le había sido encomendada: —Nico, nunca debes permitir que la oscuridad te consuma, pero si llega el momento, debes enfrentarte a lo que está destinado a ser tuyo.

Draco entró en la sala, con el ceño fruncido y los labios apretados. Sin previo aviso, se dejó caer en el sillón frente a Nico. Por un instante, ambos permanecieron en silencio, midiendo la distancia invisible que los separaba.

—No puedes seguir así, Nico,— dijo Draco finalmente, su voz baja pero firme. —Todos lo notan. No eres tú mismo desde hace días. ¿Qué estás escondiendo?—

Nico alzó la mirada, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de desafío y agotamiento. —No es algo que puedas entender, Draco. No ahora, al menos.—

Draco se inclinó hacia adelante, sus dedos jugueteando nerviosamente con el borde de su túnica. —Lo dices como si estuvieras solo en esto. Pero no lo estás. Si algo te ocurre en Brasil... necesito saber a qué nos enfrentamos.— Su voz se quebró, un atisbo de vulnerabilidad que Nico no esperaba.

Nico miró la varita en su mano, sintiendo el poder oscuro que latía en su interior, algo que había heredado sin pedirlo y que estaba ligado a la misión que los había llevado tan lejos de Hogwarts. La mirada de Draco era intensa, llena de preguntas sin respuesta, y por primera vez, Nico sintió que el muro que había construido a su alrededor comenzaba a agrietarse.

—La verdad es que estoy aquí por algo más que simples estudios o aventuras, Draco,— comenzó Nico, con un temblor apenas perceptible en su voz. —La oscuridad en mí... hay algo en esta tierra que la llama. Algo que debo controlar antes de que me controle a mí.—

El silencio que siguió fue opresivo. La expresión de Draco pasó de la sorpresa a una mezcla de comprensión y miedo. No dijo nada, pero su mano se tensó, como si estuviera considerando cómo actuar si Nico perdía el control.

Fin del Flashback (tuve que buscar la palabra bien el googel xd jsjaj)

El grito agudo que había cortado el aire en el presente resonó en la mente de Nico, devolviéndolo al momento. Uno de los estudiantes había visto una serpiente pasar cerca de sus pies y, aunque inofensiva, el susto había roto la tensa calma del grupo. El guía, impasible, levantó la mano para que continuaran, pero Nico y Draco intercambiaron una mirada que habló por ellos: la calma antes de la tormenta se había desvanecido.

—¿Qué es lo que sabes sobre todo esto que los demás no, Nico?— murmuró Draco, aprovechando el momento en que el grupo avanzaba a un ritmo más lento.

Nico dudó, su mente retrocediendo a las palabras de su madre y el oscuro legado que llevaba. 

—No es algo que se pueda decir en pocas palabras, pero confía en que lo que enfrentamos no es una simple expedición. Es una lucha por mantener en la oscuridad lo que nunca debió ver la luz.—

Draco frunció el ceño, pero no insistió. Sabía que Nico le diría más cuando estuviera listo, o cuando la situación lo demandara. Y aunque el miedo palpitaba en su pecho, una pequeña parte de él se aferraba a la presencia de Nico, como si en él encontrara la fuerza que necesitaba.

El grupo finalmente llegó a un claro, donde la vegetación parecía haber sido cortada de forma deliberada. En el centro, había una antigua ruina cubierta de enredaderas, que parecía un vestigio de una civilización perdida. Nico sintió una extraña conexión con el lugar; una voz le susurraba desde lo profundo de su ser.

—Nico, ¿estás bien?— preguntó Draco, interrumpiendo sus pensamientos. —Te ves pálido.—

—Es solo... el lugar,— respondió Nico, intentando ocultar su inquietud. —Debo hacer algo. Necesito investigar.—

Sin esperar una respuesta, se adentró en las ruinas, dejando atrás a los demás. Cada paso que daba resonaba en su mente, llevando consigo ecos de advertencias. Las sombras danzaban a su alrededor, y la oscuridad parecía susurrarle a medida que se adentraba más en el corazón del antiguo templo.

Las inscripciones en las paredes comenzaron a cobrar vida, revelando fragmentos de historias olvidadas y advertencias sobre el poder que se escondía en las profundidades de la selva. Nico tocó una de las piedras y una oleada de energía fluyó a través de él, provocando visiones de un pasado distante.

Un hombre, con un aura oscura, estaba rodeado de seguidores, recitando un hechizo. Un ritual para invocar a un poder antiguo que había estado dormido durante siglos. La visión se desvaneció, dejando a Nico temblando. Sabía que lo que había visto era una advertencia; el poder que había heredado estaba atado a ese lugar.

—¡Nico!— gritó Draco, interrumpiendo la revelación. —¡Sal de ahí!—

Nico se giró hacia Draco, quien estaba rodeado por algunos de sus compañeros, la preocupación grabada en su rostro. —No puedo, Draco. Necesito entender.—

—Podría ser peligroso— advirtió Draco, su voz temblando. —No sabemos lo que está sucediendo aquí. Puede que no estemos solos.—

—Lo sé— respondió Nico, sintiendo que la oscuridad en su interior se agitaba. —Pero necesito hacerlo.—

La tensión en el aire creció, un recordatorio de que el tiempo se agotaba. La selva parecía cobrar vida, los ruidos de la fauna se intensificaron, y un escalofrío recorrió la espalda de Nico. Un destello de miedo se asomó en los ojos de Draco.

—Si vas a hacerlo, entonces lo haré contigo,— dijo Draco, avanzando hacia él con determinación. —No te dejaré enfrentarte a esto solo.—

Nico lo miró, una chispa de gratitud y sorpresa iluminando su rostro. En ese momento, comprendió que, independientemente de la oscuridad que llevaban dentro, no estaban solos. Y así, juntos, se adentraron en el abismo de lo desconocido, enfrentando la oscuridad que tanto habían temido, pero que ahora parecían dispuestos a conquistar.

El Último Hijo de la SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora