03 Yo te conquiste

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Capítulo 03

Yo te conquisté

- Val mi amor. Déjame decirte las cosas que no te pude decirte aquel día. Valentina se soltó inmediatamente.

- Vine aquí a trabajar, no a hablar de temas del pasado.

- Val por favor. Los ojos al punto de quiebre de Juliana hicieron que esta girara para no verla.

- Sí no puedes ser profesional, entonces hablemos con Lucia y que haga un cambio. Juliana debía ir despacio y lo entendió. Se acercó un poco, pero la cercanía estaba matando de ansiedad a Valentina.

- Tienes razón. Vamos a comer y luego a trabajar. Así las mujeres se dedicaron a comer, luego lograron concentrarse un poco en el trabajo que les correspondía. Aunque Juliana no podía dejar de mirar a la rubia, acción que descontrolaba a Valentina.

- El amor es una tortura. Bonito lema para este proyecto. Expresó Juliana refiriéndose a lo que les tocaba hacer. Valentina levantó su mirada y miró a la castaña quien no dejaba de verla.

- Sí. Es un tema interesante. Aunque el amor tiene muchas definiciones y es depende de las experiencias de cada quien, yo podría escribir que el amor es una mierda. Ambas mujeres se quedaron viendo. Recordar lo vivido. Recordar las cosas que pasaron juntas.

Flashback

- Está es mi casa Valentina. Decía la castaña mientras la rubia miraba con asombro el lugar donde vivía la castaña.

- Juls es una casa enorme. Eres millonaria. Tienes una casa donde en mi vida pudiera imaginar. Juliana sonrió al ver cómo los ojos azules de aquella  escritora argentina se le salían.

- No tanto morrita, esta casa es de mi mamá, le quedó después del divorcio y a mi papá pues le quedó la hacienda. Valentina miró a la castaña.

- ¿También tienes una hacienda? Preguntó sorprendida Valentina.

- Bueno no, es de mis padres y quizá mi hermano y yo lo heredemos, pero es algo que solo ellos lo saben, por ahora me gusta decir que vivo aquí. En la casa de mi madre. Valentina le gustaba esa parte humilde de Juliana. Quizá no tanto cuando se conocieron, pero ella entendió el dolor que muchas veces las personas sufrimos en silencio.

- Que Linda eres. Juliana se acercó y tomó con su mano la nuca de la rubia y la atrajo a ella. Dejando un beso suave y al mismo tiempo lleno de deseo y pasión. Se separaron porque una de los empleados del servicio abrió la puerta.

- Disculpe señorita Juliana. Se disculpó y Valentina a pesar de estar apenada estaba con una sonrisa de oreja a oreja.

- No te preocupes Ana, la verdad es que ya era hora de entrar en la casa. Juliana dijo y le tomó la mano a la rubia. Pasando por un lado de la mujer un poco mayor, de baja estatura. - ¿Mi madre está? Preguntó mientras ingresaba.

- Sí señorita. Debe estar en su despacho. Respondió la mujer quien cerró la inmensa puerta principal.

- Gracias. Ana, ella es Valentina ¿Puedes atenderle un momento mientras busco algo en mi oficina? Dijo Juliana mientras se separaba de la rubia. Esta la detuvo un momento.

- No te tardes por favorcito. Decía la rubia con un puchero que hizo que la castaña más dura se detuviera se acercara y le susurraba.

- No me tardare, quiero mostrarte algo y luego subíamos a mí habitación para colocarnos el vestido de baño. Valentina asintió. ¿Qué eran? Aún no tenía nombre, pero era el sentimiento más bonito que sentía Valentina. Se separaron.

Hazme el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora