El día a día en Equestria habían vuelto a la rutina para Twilight, pero en lo profundo de su ser, el peso de la distancia con Flash seguía latente. Aquella tarde, tras la reunión con Flurry Heart, Twilight se encontraba sola en su habitación. Había dejado caer su cuerpo sobre la suave cama, y el tenue brillo del atardecer iluminaba la estancia a través de las grandes ventanas del castillo. Las sombras se alargaban, pero no eran las únicas sombras que acechaban en su mente.
El collar que Flash le había dado, la única conexión física con él, descansaba sobre ellla. Con un delicado toque de su magia, lo sostuvo frente a su rostro, observando cómo el colgante de plata brillaba bajo la luz. Era algo simple, pero su valor era incalculable para ella. Lo acarició suavemente, y por un breve momento cerró los ojos, imaginando que Flash estaba allí, con ella.
—¿Qué estarás haciendo ahora? —murmuró en voz baja, casi como si el viento fuera a llevar sus palabras al otro mundo.
Aquel pensamiento la inundaba de melancolía. Sabía que no podía seguir así, que tenía que centrarse en Equestria y sus deberes como princesa, pero sus noches eran largas, solitarias, y llenas de recuerdos que no podía borrar.
Mientras tanto, en el mundo humano, el tiempo para Flash parecía haberse detenido. Cada minuto sin Twilight era una tortura, y su vida, antes llena de música y alegría, ahora se sentía vacía. El antiguo departamento de Twilight se había convertido en su refugio, el lugar donde se sentía más cerca de ella, aunque sabía que jamás volvería a verla aquí. Las noches eran las más duras, cuando todo el mundo parecía irse a dormir y él se quedaba solo con sus pensamientos. Miraba la corona que Twilight había dejado y se imaginaba a sí mismo colocándosela en la cabeza, aunque solo fuera por un momento, para sentir la conexión entre ambos.
—¿Qué hago con esto...? —preguntaba en voz baja mientras sostenía la corona entre sus manos.
Cada vez que sus amigos intentaban levantarle el ánimo, Flash agradecía su apoyo, pero sabía que había algo que no podían cambiar. Su corazón pertenecía a alguien que estaba en un mundo completamente diferente. La distancia no solo era física; era un abismo que no podía cruzar.
—Tal vez... debería olvidarla —pensaba a veces, aunque sabía que jamás podría hacerlo. Había algo en Twilight que lo hacía sentirse completo, algo que nunca había experimentado con nadie más.
Una noche, mientras miraba el cielo desde la ventana del departamento, una idea cruzó su mente. Se levantó de la cama, decidido. Tomó la corona de Twilight y la colocó suavemente en la mesa. Luego, se dirigió a su escritorio y sacó una hoja de papel.
—No puedo seguir así, Twilight —murmuró para sí mismo mientras comenzaba a escribir—. Necesito decirte lo que siento, aunque nunca llegue a ti.
Las palabras fluyeron rápidamente. Le escribió sobre lo vacío que se sentía sin ella, sobre cómo su vida había cambiado desde su partida, y cómo la esperanza de que algún día pudieran encontrarse de nuevo era lo único que lo mantenía adelante. Necesitaba sacar todo lo que llevaba dentro.
Mientras escribía, una lágrima cayó sobre el papel, creando una pequeña mancha que deformó la tinta. Pero no se detuvo. Continuó hasta que no quedó nada más por decir.
Cuando finalmente terminó, dejó el papel a un lado y se recostó en la cama, exhausto. Cerró los ojos, y por primera vez en días, una paz momentánea lo envolvió. Tal vez, solo tal vez, escribir lo que sentía lo ayudaría a sanar.
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De vuelta en Equestria, Twilight, ya lista para dormir, miraba el collar antes de apagar las luces de su habitación. El silencio del castillo era reconfortante, pero también abrumador. Se tumbó en la cama y dejó que el sueño la envolviera lentamente, llevándola de vuelta a los recuerdos con Flash, el único lugar donde todavía podía estar con él.
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"Conexiones del Corazón"
RomanceEl amor, al final del día, no sigue las reglas que uno espera. No es algo que se pueda planear o controlar, porque el corazón tiene su propio lenguaje, una forma de encontrar conexiones que a veces desafían la lógica. No se elige a quién amar. El co...