Capítulo 74: Cariño

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Lena:

Veía la ventana, enfrente de mí, y la distancia de esta hacia el suelo, si me caía de ahí me mataba, pero era eso, o que mi madre lo hiciera con sus propias manos.

Así que, tomé algunas piedritas del suelo, y comencé a aventarlas a la ventana de Hope, con la intención de que se diera cuenta de mi presencia, una, dos, tres, cuatro, pero tal vez tenga que tirarle un tabique para que salga, porque esto no está funcionando.

Cuando estoy a punto de rendirme, ella aparece con una cara somnolienta y un aspecto bastante mal.

- ¿Qué haces aquí? –dice, tratando de gritar, pero solo le sale un murmuro, con la voz ronca y la nariz muy roja.

-Tu hermano me dijo que te enfermaste, y solo quería venir a ver cómo estabas.

-Ya me viste, ahora te puedes ir, hace frio.

-Que grosera –mencionó, ignorando su petición, e ideando un plan para subir ahí - ¿me dejaras subir? –ella asiente de mala gana, y yo tomé valor, y recordé mis juegos de niña, así que subí al árbol, cerca de la ventana de Hope, junto con mi mochila, y cuando llegue a su balcón, ella tomo mi mano, ayudándome a subir.

-Gracias –digo, llegando a donde ella estaba, y sacudiendo mi ropa.

- ¿Estás loca? –pregunta, incrédula, de la forma en la que subí ahí.

-No, pero era la única forma de llegar hasta aquí.

-Porque no entraste como la gente normal, por la puerta.

-Porque mi mamá aún vive en tu sofá, y no quiero que me vea.

-Hoy no está –chale, para ver sabido, no hubiera escalado hasta aquí -fue a ver a tu madre -yo me tenso. Eso solo puede significar una cosa, volverán a pelear -pero vamos, entra, que hace frío.

Yo entro a su cuarto, después de ella, que corre hacia su cama, y se vuelve a tapar con las cobijas.

Solo había estado una vez ahí, cuando éramos niñas, y mi hermana quería jugar a las muñecas, no recordaba lo bonita que era, aunque ya no tenia ese color infantil de esa época, ahora era una habitación, un poco más madura.

- ¿Cómo te sientes? –pregunto, sentándome en la cama y todavía inspeccionando el lugar.

-Como si hubiera gritado todo el santo día, y mi garganta ya no diera para más –yo quiero reír por su dramatismo.

-Que dramática eres –observo su mesita de noche, y veo que todavía tiene las flores que le di, ya un poco marchitas, pero siguen vivas, y a su lado, están sus medicamentos, un montón de papel de baño, y algo que me llama la atención.

- ¿Te mandaron inyecciones? –pregunto, sorprendida.

-Si –dice con pesar -mi mamá me inyecta, pero tiene la mano pesada, y ya casi ni me puedo sentar -se queja y yo quiero reír.

-Si quieres yo te inyecto, lo sé hacer y muy bien -ella me ve con la ceja alzada

-Manejas moto, inyectas, sabes apagar incendios, fumas, cocinas, ¿que más saben hacer esas manos, Lena De Luca?

-Te sorprenderá todo lo que saben hacer –le digo con picardía, levantando mis dos cejas, varias veces, y ella se esconde entre sus cobijas, chiveada –entonces, ¿te inyectó o no?

-No gracias, así estoy bien –contesta con los ojos muy abiertos, y con miedo en su voz.

-Aburrida.

-Cállate, y mejor dime, que haces aquí.

-Ya te dije, tu hermano me dijo que te enfermaste, y quería venir a verte.

-No te creo.

- Enserio.

- ¿Por qué? –dice, con curiosidad.

-Porque me importas.

- ¿Enserio? –dice, tímida.

-Sí, aunque no entiendo, porque te sigue sorprendiendo tanto, que me preocupe por ti y que te confiese que me gustas.

-Otra vez con lo mismo –dice un poco molesta.

-Si Hope, es que me confundes niña, primero me besas, y después niegas todo.

-Tú te escapaste cuando eso paso.

-Porque estaba aterrada –confieso –tenía miedo a tu reacción, ya de por si me odiabas, no quería que ese sentimiento creciera más.

-Yo no te odio –confiesa –solo, creo que quiero alejarte, porque también tengo miedo de aceptar que te quiero, y pase lo mismo que con Henry.

-Cariño –le digo, acercándome y acariciando de forma tierna su cabello –yo no soy como ese idiota.

-Lo se Lena, aunque a veces te comportes como tal.

-Oye.

-Es la verdad, pero sé que no me harás daño, solo no quiero volver a cometer los mismos errores, y así.

-Querernos no es un error, Esperanza, pero si para ti lo es, yo si estoy dispuesta a cometerlo –y en eso, me acerco más a ella, y la beso, un beso tierno, diferente a los que ella me dio, y para mi sorpresa ella me corresponde, sin que nos importe, que ambas terminemos enfermas.

Y ahí, en esa recamara, solo eramos dos adolescentes, con miedo a amarse, pero, aun así, aceptando sus sentimientos.

-Te quiero princesita –le digo, alejándome, y quitando un mecho de su rostro.

-Yo te quiero más, gruñona.

-Mira, traje esto –digo sacando las chucherías, y películas que traía en mi mochila.

Cuando su hermano me dijo, que se había enfermado, decidí, venir a verla, y traer algo de diversión a su tarde.

-Mami estaba haciendo bollos, ¿crees que podrías bajar, y traer unos cuántos?, para completar lo que trajiste.

- ¿Y si descubre que estoy aquí?

-No, dijo que, al terminar, iba a salir a una consulta, lo más seguro que ya se haya ido –yo la veo, no muy segura de eso –anda ve, aquí te espero.

Y yo de mala gana, hago lo que me pide.

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Hola, espero les guste este nuevo capitulo y si es asi denle estrellita y comenten. (⁠.⁠ ⁠❛⁠ ⁠ᴗ⁠ ⁠❛⁠.⁠).

No merezco volver Donde viven las historias. Descúbrelo ahora