Addison:
-Bisturí, realizar incisión, abrir área abdominal, atar apéndice, extraer, cauterizar, cerrar.
-Ella es increíble –se escucha murmurar a una de las internas, que está conmigo en la galería.
-Addison, podrías apagar el intercomunicador, por favor –ella voltea a verme, entre enfadada, y concentrada, y yo hago lo que me pide, mientras las internas guardan silencio, como niñas regañadas.
Desde hace unos días, cada que tiene una operación, repasa cada paso a realizar, como si temiera que, a mitad del camino, se le olvidaría que hacer.
Yo la observaba desde la galería, sus manos se movían con agilidad, tomando los instrumentos que descansaban en una mesa al lado de ella, pero su mano temblaba un poco, cada que repetía los pasos, olvidaba alguno, y de forma torpe, volvía a empezar.
Después de unos 15 minutos, su paciente entro, ella suspiro, dejo los instrumentos en la mesita de al lado, y fue a prepararse.
Desde hace dos semanas, que bese a Derek, y ella tuvo el accidente, yo duermo en el sillón de la sala, junto a Carina, que no se ha movido de ahí, mi esposa, sigue enfadada conmigo, y los mellizos, todavía más, así que observar a Mer desde la galería, era la única forma de estar más cerca de ella.
Ella inicio la cirugía, y todo iba bien, hasta que de repente para en seco, sin saber que seguía, solo observando al paciente, y las incisiones que acaba de hacer, como si su mente estuviera en blanco, y no supiera como continuar .
- ¿Todo bien?, ¿estás bien? -pregunto por el intercomunicador, un poco preocupada.
Y cuando me iba a contestar, los signos vitales del paciente comienzan a bajar, hasta que discretamente, una enfermera, le susurra algo al oído, ella suspira, y con una sonrisa de lado, me dice, que sí, que está bien, y como si nada hubiera pasado, termina la cirugía de forma perfecta.
Al terminar, todos en la galería y el quirófano, comienzan a esparcirse, volviendo a sus actividades, y yo también.
Tengo un caso, un poco complicado, así que me dirijo al área de obstetricia, pero cuando voy a tomar el elevador, la veo a ella hacer lo mismo –dios esto será muy incómodo –murmuro.
Ella entra, pero pareciera que no nota mi presencia, desde hace días, las únicas palabras que compartimos, es hola, buenos días y ¿quieres café?, solo eso, y es muy incómodo, me gustaría estar a su lado, ahora, más que nunca, pero si ella no me lo permite, no puedo hacer nada.
Seguimos en un silencio bastante incomodo, hasta que noto, que se recarga en la pared, como evitando caer.
- ¿Estas bien? –me acerco a ella preocupada.
-Sí, solo un poco mareada –yo le toco la frente, para comprobar si no tiene fiebre o algo así.
-Mer, ¿has comido algo?
- ¿Comido? –pregunta, como si tratara de recordar algo –comido –exclama –lo olvide, no, no he comido Addison.
Yo la iba a regañar, pero por su expresión de confusión, me doy cuenta, que me dice la verdad, no es que no quisiera comer, es que en verdad lo olvido.
Cuando el ascensor se abre, en otro piso, que no es al que iba, le tomo la mano y la saco de ahí, dejándola más confundida.
-Ven conmigo.
- ¿A dónde?
-A comer.
La llevo a la cafetería que está afuera del hospital, la siento en una de las sillas de ahí, para evitar que se maree o se pueda caer, y ante sus ojos expectantes, me dirijo hacia el mostrador, para ordenar comida para las dos.
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No merezco volver
Hayran KurguNos dañamos tanto, que un perdón no es suficiente. Nos mentimos tanto, que un te quiero no arreglara lo nuestro. Nos rompimos tanto, que un te amo no pegara los pedazos de nuestros corazones rotos. Por lo que, yo no merezco volver.