"Sad eyes follow me
But I still believe there's
something left for me
So please come stay with me
'Cause I still believe there's something left for you and me
For you and me, for you and me"
Creed
Mami terminó a eso de las tres de la tarde, por poco infarta en la estación de policías cuando Marcos le contó el insistente con la gallina, o sea, Elías. Estuvo como una hora hablándome de las consecuencias de lo que había hecho y terminó adelantando como siempre la cita con el psicólogo; nos dirigimos a casa en silencio, gracias a Dios.Traté de seguir mi día y cambiar el tema pero mami seguía con la cara larga, todavía tenía el suceso de la comisaría bien vivo en mi mente, al igual que todo lo que leí.
Para colmo, antes de llegar paramos en Vintage a comer algo, yo sentía el estómago revolcado pero disimulando una sonrisa acepté entrar al lugar y atragantarme de lo que sea.
Miré el mesero Karim y volví a encontrarme leyendo los archivos clandestinos. Lo miré y por alguna razón volví a sentir una furia desconocida.
—Se han juntado hoy todos los "malditos hijos de la nada" —susurré entre dientes haciendo que el pelinegro espetara su mirada a a mi dirección. Simulé una sonrisa bastante mal, mami me miró y abrió los ojos.
—¿Algo para tomar de entrada?
—Que tal un poco de agua, algunas personas no puede tomar ni eso, sabes, por eso del abandono y el abuso infantil.
Mami me miró de nuevo con una mezcla de confusión y coraje, me pateo las piernas y yo me acomodé en la silla, me quedé espetada mirando el menú.
El mesero dirigió la vista a mí y por primera vez me di cuenta de algo de lo que nunca me había fijado; tal vez porque hoy por primera vez tenía las mangas de su camisa remangadas o porque terminaba de leer una secuela de un poema de Alan Poe.
Su brazo izquierdo estaba lleno de cicatrices parecidas a las que provoca una quemadura, me quedé embelesada observándola; el chico disimulado ocultó la evidencia bajándose las mangas de la camisa, al volver mi mirada también noté cicatrices en su cuello. La cosa se puso incómoda al nivel que volví a poner mis ojos en el menú sin tener el más mínimo deseo de volver a mirarlo.
—Yo deseo una malteada de fresa y una hamburguesa solo con queso, gracias Karim —dijo mi madre casi maternal y mirándome con cara de "no llegas viva a las seis de la tarde".
—Unas papas fritas y un refresco, gracias —secundé sin mirar a ninguno de los dos. "Mierda Lola metes la pata en todo".
—¿Tallulah que te pasa? —espetó mami con coraje luego que el mesero se marchara—. Sabes que no está bien ni la grosería que acabas de decir ni la forma en que te quedaste mirándole el brazo.
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El chico que imaginé mientras dormía
RomansaHe descubierto como el paso del tiempo puede llegar a ser tanto hermoso como despiadado. La vida tiene dos caras como una moneda tirada al viento. De su caída depende el lado que toca vivir. Sus ojos verdes me enseñaron la crudeza de este mundo. Mi...