día 25 overstimulation

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Era una noche cálida y estrellada en la ciudad, y el aire estaba impregnado de un zumbido electrizante. Buck y Tommy habían decidido pasar la noche en un club de música electrónica, un lugar donde las luces parpadeaban al ritmo de los beats y el ambiente era una mezcla de energía y euforia. Desde que cruzaron la puerta, ambos se sintieron envueltos por una corriente de emoción que les hacía vibrar.

Buck, siempre el más extrovertido, se dejó llevar por la música, moviéndose con gracia entre la multitud. Su cabello oscuro brillaba bajo las luces neón, y sus ojos centelleaban con un brillo juguetón. Tommy, por otro lado, era más reservado, pero no pudo evitar dejarse influir por la energía contagiosa de Buck. La forma en que se movía era hipnotizante; cada gesto parecía invitar a Tommy a unirse a él.

A medida que avanzaba la noche, decidieron pedir unas copas. La mezcla de alcohol y música comenzó a afectar sus sentidos. Las risas se convirtieron en ecos lejanos mientras se adentraban en un mundo donde cada latido del corazón resonaba como un tambor en sus oídos. Buck tomó la mano de Tommy y lo llevó a la pista de baile, donde las luces giraban en un torbellino deslumbrante.

La sobreestimulación comenzó a hacerse evidente. Los cuerpos se movían al unísono, pero Buck y Tommy encontraron su propio ritmo. Cada roce accidental entre ellos enviaba chispas por sus cuerpos. Buck estaba cerca, muy cerca; podía sentir el calor que emanaba de Tommy mientras bailaban. Era como si el mundo se hubiera desvanecido, dejando solo el pulso de la música y el magnetismo entre ellos.

A medida que la noche avanzaba, decidieron tomarse un respiro fuera del club. El aire fresco les golpeó como una ola revitalizante. Buck se apoyó contra la pared, respirando profundamente mientras miraba a Tommy con una sonrisa traviesa. "¿Te sientes bien?" preguntó Buck, su voz cargada de insinuaciones.

Tommy asintió, pero había algo más en su mirada; una chispa de deseo que no podía ignorar. "Estoy... sobreestimulado", admitió con una risa nerviosa.

Buck dio un paso hacia él, su rostro iluminado por las luces parpadeantes del club detrás de ellos. "¿Y si te ayudo a liberar toda esa energía?" sugirió con picardía.

Sin pensarlo dos veces, Buck tomó la mano de Tommy nuevamente y lo condujo hacia un callejón oscuro cercano. Allí, lejos del ruido ensordecedor del club, el ambiente era íntimo y cargado de tensión. Las luces parpadeantes se desvanecieron detrás de ellos mientras el sonido distante de la música seguía vibrando en sus oídos.

Buck presionó su cuerpo contra el de Tommy, capturando su boca en un beso ardiente que encendió todo lo que habían estado conteniendo esa noche. Las sensaciones eran abrumadoras; los labios de Buck eran suaves pero insistentes, mientras las manos de Tommy exploraban sin rumbo fijo por su espalda.

La excitación creció entre ellos como una tormenta eléctrica. Cada roce provocaba escalofríos; cada susurro se sentía como un toque mágico que intensificaba su deseo mutuo. Con cada instante compartido en ese callejón oscuro, la sobreestimulación se convirtió en pura euforia.

Después de lo que pareció una eternidad perdida entre besos apasionados y caricias ardientes, ambos supieron que habían alcanzado un nuevo nivel de conexión: no solo eran amigos disfrutando de una noche loca; eran dos almas encontrándose en medio del caos.

Al final de la noche, cuando regresaron al club para seguir bailando o tal vez simplemente para perderse el uno en el otro nuevamente, sabían que esa experiencia había cambiado todo entre ellos. La sobreestimulación no era solo física; era emocional, intensa y completamente liberadora.

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entrelazados (Tevan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora