Contra Todo Pronóstico

20

Un poco más allá del final.

Muchas cosas han pasado desde que todo acabó.

Dylan Angelini sigue igual solo que ahora el es mi marido, nos casamos hace unas semanas y no podría haber sido más feliz.

Nos casamos unos meses después del entierro de mi padre, al final lo conseguí superar, obviamente con la ayuda de Dylan. Ambos terminamos la universidad y ambos trabajamos de boxeadores profesionales y estamos muy contentos con todo.

También tuvimos una pequeña niña, Dylan la llamó Fiorella se supone que significa pequeña flor y la verdad le pega mucho.

Fio tiene tan solo 5 años, ella es súper adorable y muy mona. Su pelo corto de color rojo como el mío, sus preciosos ojos los cuales son azules con algunos pequeños destellos verdes, su piel clara adornada con algunas pecas.

—¡Mamá! ¡Mamá! —la dulce voz de Fio me llamaba desde el salón.
—¿Qué pasa, cielo? —le dije mientras me asomaba.
—Mira —dijo señalando a la televisión, donde aparecía un disfraz de calabaza—. ¡Mira que chulo! ¿Puedo? Porfi, porfi, porfi. Encima hay para toda la familia, porfa

Sonreí, se me acababa de ocurrir una idea maravillosa.

Al día siguiente, Fio y yo nos fuimos de compras a darle una sorpresa a su querido padre.
El cual se llevaría una gran sorpresa al llegar a casa.

—¿Mia pero que es esto? —dijo mi esposo al encontrar la entrada de la casa llena de dulces y calabazas con caras terroríficas.
—La pequeña diablilla quería decorar la casa —le dije mientras me reía.
—¿Y donde está? —dijo Dylan mientras se daba la vuelta.
—¡Papá! —dijo Fiorella mientras abrazaba a su padre quien inmediatamente se giró con cara de sorpresa.
—¿Pero que llevas puesto?
—Su disfraz de Halloween, querido.

Dylan suspiró, pero enseguida le abrazó de vuelta.

—Que guapa estás, cielo.
—Gracias, papá.
—¿Te gusta? —sonreí a lo que el asintió—. Menos mal, aquí tienes el tuyo.

Extendí los brazos, los cuales tenía escondidos detrás de la espalda, Dylan entonces se fijó en la bolsa de plástico la cual tenía una foto impresa de un hombre utilizando el disfraz.

—Ni de coña —dijo Dylan sin apartarme la mirada.
—Venga, hazlo por Fio, así vais a juego.

Dylan suspiró, rendido mientras me quitaba el disfraz de las manos.

—Solo está vez —dijo refunfuñando.
—Eso dijiste el Halloween pasado —dije entre risas mientras me llevaba a Fiorella a la cocina para cenar.

Al rato Dylan apareció vestido de calabaza, le costaba un montón andar y casi no cabía por la puerta. Al verlo Fío sonrió muy feliz y yo no pude evitar reírme, estaba un poco ridículo la verdad pero yo también me iba a disfrazar así que no podía hablar mucho.

—Estoy ridículo —dijo Dylan mientras negaba con la cabeza.
—Que va —dije riéndome.
—¡Mamá, mira que guapo está papá! —decia Fío mientras nos miraba feliz—. Solo quedas tú de probartelo.
—No, cariño...
—Venga, si, hazlo por Fío, así vais a juego —dijo Dylan con una gran sonrisa mientras decía exactamente las mismas palabras que yo antes le había dicho para convencerlo.

Total que me tuve que poner el disfraz de calabaza. Dylan Angelini se reía de mi y ni siquiera lo disimulaba un poco pero valió la pena pues la pequeña Fiorella estaba muy contenta y no paraba de abrazarme. Sería el primer Halloween en el que los tres nos disfrazaríamos juntos y estaba súper emocionada y muy contenta.

La noche siguiente salimos con unos amigos de Fio y obviamente sus padres aunque los padres no iban disfrazados como nosotros, no tenían tantas ganas y se reían de nosotros pero sin malas intenciones pues si no seguramente Dylan o yo les hubiéramos dicho algo o si eso acabaríamos en pelea pero ya eramos adultos y sabíamos comportarnos.

La noche fue muy divertida, íbamos casa por casa diciendo truco o trato y a los niños les daban chuches y chocolatinas. Al final volvimos a casa con Fio en brazos, la pobre ya estaba dormida de lo cansada que estaba.

Dylan la dejó en su cama mientras yo me quitaba el disfraz de calabaza y me ponía el pijama, era un poco ajustado pues me lo regaló Dylan para nuestra luna de miel.

—Ya está dormida —dijo Dylan mientras se quitaba la calabaza.
—La pobre estaba muy cansada —dije mientras me tumbaba en la cama para luego resoplar—: Como yo.

Dylan rió suavemente mientras se ponía el primer pijama que pilló, después se tumbó a mi lado y me rodeó la cintura con la mano y me atrajo a si, mientras yo le rodeaba el cuello con mis brazos. Entonces Dylan enterró su cabeza en mi cuello, respirando mi olor y a su vez yo podía sentir su cálido aliento en mi cuello.

—Gracias —susurró contra mi cuello a la vez que apretaba su agarre en mi cintura.
—¿Por qué? —le contesté mientras masajeaba su cuero cabelludo.
—Porque me has dado una familia, me has guiado de vuelta al camino correcto incluso sin darte cuenta.
—Ay no digas tonterías.

Nos quedamos en silencio, a menudo teníamos estás conversaciones por la noche. Él me decía cuánto me apreciaba y cuanto me quería por otro lado yo le solía decir que estaba exagerado. Desde nuestra primera conversación me di cuenta del poco aprecio que se tenía a si mismo.

Cada vez le acariciaba el pelo más despacio hasta que pare y entonces Dylan movió la cabeza.

—¿Te has dormido? —me preguntó suavemente.
—No.
—¿Entonces por qué paras? —dijo Dylan mientras me miraba.
—Estoy cansada, Dylan.
—No me importa —dijo con una voz grave aunque no sonaba a demanda, más como una petición.
—Vale pero solo un rato.

Estuvimos así un rato, Dylan se movió, apoyo su cabeza en mi pecho así el estaba más cómodo y yo podía acariciarle mejor, poco a poco me estaba quedando dormida.

—Mia ¿Estás despierta? —dijo Dylan susurro a lo que yo no respondí—. Supongo que si, pero aún así. Muchas gracias por aparecer en mi vida y acercarme tan feliz. Gracias, gracias, no te merezco. Te amo.

Podía notar que se había puesto a llorar un poco y me abrazó más fuerte, nunca le había visto tan sensible nunca y fingí estar dormida y no haberle escuchado, así le ahorraba la incomodidad.