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Un día el mal toco su puerta y cuando la habrió se topo con un gan tigre blanco

La semana continuó normal. Iba a la universidad, después hacia los trabajos que mandaban y a veces quedaba con el grupo de Esther.

Un día estaba en el salón cuando mi padre me llamó.

—Mia, tengo una propuesta para ti.
—¿Una propuesta?
—Si, al lado del gimnasio al que vas hay una cafetería, buscan a una camarera.
—¿Qué? ¿Yo de camarera?
—Si, no se requiere experiencia y además ya sería hora de que tengas tu primer trabajo.
—¿De camarera?
—Si, además pagan bastante bien.

Me quedé en silencio, pensando, no era mala opción además papá tenía razón tenía que conseguir un trabajo ya.

—Vale, ahora me acercaré a mirar.

Por la tarde fui, hacía mucho viento pero no lo sentia tan fuerte por mi chaqueta negra, pues llevaba una elegante y fina camiseta blanca debajo.

Entre en el local, era pequeño y bastante acogedor, había unas pocas mesas marrones muy limpias algunas incluso tenían algunos clientes tomando su café.

Un empleado me atendió, era joven pero un poco más mayor que yo.

—Buenas tardes, ¿En que le puedo ayudar?
—Venia a por el puesto de trabajo.
—Claro, sígame la encargada ahora le hará algunas preguntas.

El empleado me llevo hasta la parte de atrás, está era un poco menos acogedora, me sentó en una silla enfrente de una mesa y se fue a llamar a la encargada.

Después de alrededor de media hora la encargada llegó. Era joven, de mi edad más o menos, me sorprendió muchísimo que una chica tan joven pudiera ser la encargada pero lo que más me sorprendió fue su parecido conmigo.

Ella era de la misma estatura, sus ojos eran del mismo color, su tono de piel era el mismo, lo único diferente era su pelo. Ella no era pelirroja como yo era castaña pero si que tenía mechas de color rojo, un rojo muy oscuro, lo llevaba largo y lo tenía ondulado mientras yo lo tenía corto y un poco menos ondulado.

—Buenas tardes, yo soy Katerine. Seré quien te haga la entrevista de hoy.
—Encantada, soy Mia.
—Bueno, si te parece empezamos.
—Claro.
—Entonces, ¿Por qué decidiste empezar a trabajar aquí?
—Pues mi padre me recomendó este sitio por su buena fama y no requeria mucha experiencia.

Katerine me hizo bastantes preguntas durante un buen rato, luego me dijo que me llamaría y me haría una prueba a ver qué tan capaz era.

—Muchas gracias por la entrevista.
—Gracias a ti, Mia.

Katerine me acompaño a la salida y de ahí me fui directamente a casa, encontrándome con algunos compañeros de clase por el camino.

A la semana siguiente Katerine me llamo para hacer las pruebas. Trabajar una tarde en la cafetería para evaluar que tal lo hacía, acordamos el día y la hora.
El viernes por la tarde entre a la cafetería, Katerine me dio la ropa que tenía que llevar y me explicó como funcionaba todo.

Al principio todo iba súper bien, preparaba las órdenes bastante rápido y limpiaba todo pero a mitad de mañana todo se torció.

Estaba terminando de preparar una orden cuando escuché la campanilla de la puerta, dejé la orden en la mesa y me gire.

—Buenas tardes —dije mientras me giraba y mi cara cambió por completo cuando vi a Dylan Angelini.

El me ignoró y se sentó en una mesa, el miró el menú y después su móvil. Le ignoré y seguí atendiendo a los clientes y limpiando mesas.

Contra Todo PronósticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora