2

32 5 5
                                    

Puede que tuviera razón pero no quería admitirlo, era demasiado orgullosa.

No se cómo pero el fin de semana llegó sin que me diera cuenta. Papa había salido y yo me estaba arreglando mientras hacía una videollamada con Elena.

—¿Debería llevar un vestido o algo más cómodo? —le pregunté mientras rebuscaba en mi armario.
—Yo creo que deberías ponerte ese vestido morado con escote.
—¿Ese?
—¿Pasa algo?
—No se, como mi padre me vea al volver.
—Ya pero aún así.

Decidí ponerme ese vestido morado que tanto me gustaba, me llegaba un poco por encima de las rodillas y tenía un gran escote. Era de color morado, mi favorito pero por el final del vestido el morado se iba oscureciendo hasta convertirse en negro. Planché mi pelo para que me llegaran hasta los hombros pues mi pelo era normalmente ondulado.

—Me encanta como te queda. —Elena me hablaba mientras terminaba de hacer algunos trabajos.
—Gracias.

Terminé de arreglarme y maquillarme, algo simple. Tras mirarme al espejo una última vez antes de salir de casa. En la puerta me encontré con el coche de Erik, mi novio.

—Hey, nena. Que guapa te has puesto —Me abrió la puerta del coche y me dio un beso.
—Gracias —le devolví el beso y me senté a su lado—. ¿Donde va a ser la fiesta?
—En la casa de Jon, ya sabes ese amigo mío que hace baloncesto.

Arrancó el coche y nos dirigimos al lugar donde se celebraría la fiesta, el viaje fue en silencio, en un semáforo me saltó una notificación de Twitch de un combate en directo, Erik lo vió y con una sonrisa añadió:

—El nuevo también viene, ¿Como se llamaba? ¿Daniel Ángel?
—¿Te refieres a Dylan Angelini?
—Si, ese. Es el nuevo compañero del Negro.
—¿“Del Negro”? ¿Te refieres a Mateo?
—Si, ya sabes, el negro.
—No deberías referirte así.
—¿Qué más da? Ni siquiera está aquí.

Nos volvimos a quedar en silencio hasta que llegamos, la casa era bastante grande, lo mejor era que había una piscina, pero como Erik no me había avisado de que veníamos aquí no me habia traido bañador.

Erik aparcó y salimos, el se fue con sus amigos y Dylan por otro lado yo me fui con Alba, la cual había visto al entrar.

—¡Mia que sorpresa!
—Hola.
—¿Como que estás aquí y no estudiando? —Alba bromeó mientras le daba un trago a la cerveza que tenía en la mano.
—He pensado que un cambio me venía bien
—¿Donde esta Elena?
—No ha podido venir, tenía que cubrir un turno en su trabajo.
—Vaya, una pena.
—Si —le contesté mientras miraba alrededor, había mucha gente y la música estaba bastante alta.
—Toma —Alba me ofreció una cerveza.
—Gracias.

La abrí y le dí un sorbo, notando enseguida su sabor, miré la lata, era una cerveza ámbar era la misma que siempre veía en los bares. Todas iguales, como lo eran mis días últimamente.

—Mia, ¿vienes a la piscina?
—Me encantaría pero no he traído un bañador.
—No pasa nada, yo he traído dos.
—¿Por qué? —le pregunté extrañada.
—No sabia cuál ponerme y por si acaso me he traído los dos.

Alba era una chica a la que siempre le gustaba ir arreglada, a diferencia de mi, que siempre voy con ropa de deporte y solo me arreglo para ocasiones especiales. Ella me llevó dentro de la casa, en el baño me dió el bañador que le sobraba.

Me estaba un poco justo pues Alba es una chica muy delgada y yo al hacer más ejercicio tenía los músculos más desarrollados.

—¿Qué tal? —dije al salir del baño con el bañador de dos partes puesto.
—¡Te queda muy bien! ¡El rosa melocotón definitivamente es tu color! —Alba parecía encantada por como me veía.
—¿El rosa qué?

Contra Todo PronósticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora