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Al igual que su madre, su hija se involucró con el tigre y al igual que su madre quedó fascinada. Al principio.

Dylan me miraba y yo sentía que me hacía más pequeña con su mirada. ¿Por qué tenía que decir eso?

—¿Quieres que duerma contigo?
—Es para ahorrarte las molestias de dormir en el sofá...
—Ya claro —Dylan puso los ojos en blanco mientras se acercaba—. ¿Ahorrarme las molestias o eso es una excusa?
—No lo es.
—Ya claro —Dylan se sentó en un lado de la cama. Por suerte era lo bastante grande como para no tocarnos.

Me preparé para dormir mientras Dylan miraba el móvil. Lo ignoré, estaba ocupada pensando en que haría para ayudar a mi padre, parece que Dylan notó que estaba preocupada pues se me quedó mirando.

—¿Me dirás ya que te pasa? Desde que volviste estás rara. Estás tensa y preocupada.

Suspiré, no había nada de malo en contarle lo que me pasaba aunque el no podía hacer nada.

—Desde que murió Elena mi vida es un caos, al principio una chica llamada Kate no paraba de mandarme mensajes amenazándome pero las ignoraba y ahora ella tiene a mi padre. Le envio una carta a Kim, el comisario, en ella explicaba que tenia que ir sola al puerto el domingo por la noche.
—¿El domingo? Pero eso es en 4 días.
—Lo se.
—Es arriesgado, no irás —Dylan me miró y suspiro—. Por supuesto que lo harás.
—Es la única familia que me queda. Por supuesto que iré.
—Claro, ¿Por que es lo más lógico que hacer según tu, no?
—Tu harías lo mismo si fuera tu padre, Dylan.
—Si pero sería diferente. Soy más fuerte que tú y podría darles algo de pelea pero ¿Tú? No podrás

Nos quedamos en silencio mientras nos mirábamos. Dylan entonces se acercó un poco más mientras empezó a jugar con un mechón de mi pelo rojo. Le miré, su mirada era suave y sincera, su toque era cuidadoso y delicado como si yo fuera una muñeca de cristal la cual se podía romper al más mínimo toque.

—Dylan...
—¿Qué pasa, Mocciosa?
—¿Qué crees que debería hacer?
—No lo se...

Nos quedamos en silencio unos segundos.

—Iré.
—Pues ya que vas directa a la boca del lobo déjame disfrutarte una noche al menos.
—¿Qué quieres-?

Dylan me cortó a mitad de la frase pues me había tomado por sorpresa para darme un beso, como antes en el bar solo que está vez era mucho más necesitado.

—¿Sabes, Mocciosa? Antes, en el bar, no estaba borracho. ¿Cómo podría estarlo? Si el sabor de tus labios es suficiente para producir el mismo efecto en mi —me beso otra vez mientras se colocaba encima de mi—. Joder, tus labios son los mejores que he probado en años.
—Dylan...
Mocciosa si sigues hablándome con ese tono o mirando así empezaré a creer que no quieres que pare.
—No...
—¿No que, Mocciosa? Dilo.
—No quiero que pares.
Allora non mi fermerò, mia regina.
—En un idioma que entienda —le mire cuando el soltó una pequeña risita grave.
—Dije: Entonces no pararé, mi reina.
—¿Mi reina? Ese es nuevo
—¿Como no llamarte Reina? Si eres una de pies a cabeza. Guapa, inteligente, sabe como vengarse pero no es del todo mala y no hablemos de como te ves entrenando. Simplemente perfecta.
—¿Si soy perfecta por qué me llamas Mocciosa?
—Ser cursi no va con mi estilo

Me reí y le volví a besar, definitivamente me podría acostumbrar a sentir como nuestras lenguas jugaban entre ellas o como su cuerpo se sentía tan caliente encima del mio.

Contra Todo PronósticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora