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Su hija era igual a ella y eso era un gran problema a medida que creciera

Cuando volví con mis amigos todos me miraron sorprendidos y no pude evitar ponerme tan roja que incluso un tomate sentiría envidia.

—¿Y tú dices que los italianos no te gustan?
—No Esther, le gusta el italiano —Esteban, el medio hermano de Esther le corregía mientras me daba codazos.
—Que no me gusta.
—Ya claro y por eso llevas su camiseta
—Su camiseta sudada —Añadió Esther entre risas—. Ya se que vuestros padres son rivales pero ¿Por eso teneís que negar la química que hay?
—Esther, es complicado.

Ella puso los ojos en blanco y continuó viendo el partido, le imité.
Jackson tenía ahora el balón, se la pasó a Dylan quién metió el último gol del partido. Ganando así por diferencia, todos se le acercaron y empezaron a celebrar. Todas las gradas les aplaudían y les gritaban animados.

Entonces Dylan me miró sonriente, esa sonrisa sin querer me aceleró el corazón aunque era una sonrisa de superioridad pero no hacía mi hacia el otro equipo.

Los chicos se levantaron y fueron hacia la salida para esperar al equipo e ir a comer para celebrar la victoria. Los jugadores se cambiaron rápidamente y salieron por la puerta principal donde les estábamos esperando para ir al bar.

La noche se pasó entre risas y cotilleos, pero a medida que pasaban las horas y nos íbamos emborrachando más los chicos empezaron a ligar con todo el mundo casi. Yo no les tomaba en serio pero aún así decidí seguirles el juego.

Jackson, un chico castaño de ojos claros estaba intentando ligar y me parecía muy gracioso pues se trababa y se ponía colorado, le seguí el juego. Le devolvía los comentarios, le alagaba y incluso le acariciaba el brazo pero entonces el comisario Kim me llamó.

Me despedí y salí pero un Angelini borracho y incluso me atrevería a decir celoso me agarró del brazo.

—¿Dylan?
Mocciosa...

La voz de Dylan era grabe y seductora. No pude evitar sonrojarme mientras le miraba a los ojos, por primera vez noté lo alto que era.

—Si sigues mirandome a si no voy a garantizar que mañana puedas caminar, Mocciosa.

Arrastraba las palabras, estaba muy borracho pero mi corazón se aceleró igualmente como si quisiera que el lo dijera en serio pero eso era imposible, el me odiaba, y yo lo odiaba. ¿De verdad lo odiaba? Si tenía que odiarlo.

—Dylan, estás borracho
—¿Y?
—No lo dices en serio
—No me crees pero-

Dylan se interrumpió a si mismo y me miró, entonces se acercó, puso una mano en mi espalda baja y me acercó a el.

—¿Dylan? ¿Qué haces?
—Algo de lo que me arrepentiré luego.

Entonces sus labios se posaron en los míos, entonces su lengua se coló en mi boca. Su lengua jugaba con la mía, estaba mal pero se sentía extrañamente bien. Demasiado bien.

Entonces nos separamos, le empuje, aun no me creía lo que el había hecho, el empezó a hablar pero fué interrumpido por mi tono de llamada, el comisario Kim me estaba llamando.

—¿Kim? ¿Quién es? —su tono estaba más tenso supongo que por el empujón.
—Lo siento Dylan pero me tengo que ir.

Dylan me intentó agarrarme pero me libre y bajé la calle mientras llamaba a Kim.

Llamada

¿Qué pasa?
Mia ven a comisaría rápido, es sobre tu padre

Mi corazón se aceleró, no por lo rápido que corría, sino por el miedo que sentía ¿Mi padre? ¿Qué tenía que ver con todo esto?

Contra Todo PronósticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora