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La noche antes de Halloween, la sala estaba envuelta en una atmósfera pesada y opresiva, como si el aire mismo fuera un peso que aplastaba la respiración. Las sombras de la noche se cernían sobre las caras tensas de las mujeres, reflejando el miedo y la incertidumbre que las consumía.
¿Qué pasaría esa noche? ¿Qué sucedería si sus planes se desmoronaban? La noche de Halloween sería el punto de inflexión, el momento que decidiría el destino.
—No puedo creer que te dejáramos hacer esto —Lorena exclamó, rompiendo el silencio que oprimía la sala, su voz llena de desesperación y arrepentimiento.
—Va a salir bien —aseguró Astrid con una sonrisa forzada, intentando ocultar el nerviosismo que le corroía el estómago.
—Este es exactamente un tipo de plan impulsivo y temerario como los que Mei siempre nos propone —dijo Lorena, su voz temblorosa y llena de inquietud, mientras su mirada se clavaba en Astrid con una mezcla de miedo y desesperación.
—Los cuales siempre funcionan —respondió Mei con una sonrisa confiada y un destello en los ojos—. Te saqué de más de un aprieto gracias a mi instinto y creatividad. No te preocupes, Lorena, confía en mi locura que dice que esto también saldrá bien.
El plan era intrincado y lleno de peligros, con obstáculos que parecían insuperables. Sin embargo, la cruda realidad era que cualquier estrategia para rescatar a René y no entregar a Selena sin ponerlas en peligro sería una misión casi imposible.
—Voy a estar bien —dijo Astrid, mirando a sus madres con una firmeza que desafiaba cualquier duda—. Crecer en este mundo me ha enseñado a ser fuerte, a adaptarme y a sobrevivir. Solo les pido que me dejen hacer esto, que me dejen proteger a René y a Selena. Después, me alejaré de este mundo y buscaremos a Britany juntas, lo prometo.
—Lo positivo es que la fecha no coincide con el 11/11, y yo confío en que vas a estar bien —dijo Adriana, abrazando a Astrid.
—¿Qué es eso de 11/11? —preguntó Astrid, su curiosidad renovada.
—Es una historia de amor, pérdida y supervivencia —respondió Lorena con una sonrisa melancólica—. Cuando esto pase, nos sentaremos frente a la chimenea, con un té caliente en las manos, y te contaremos toda la verdad. Pero por ahora, déjalo en que es un recordatorio de que Adriana y yo nacimos para estar juntas, no importa lo que pase.
Lorena se unió al abrazo, y después lo hizo Mei, formando un círculo de amor y apoyo. Las cuatro mujeres se abrazaron, unidas en su determinación y fuerza. En ese momento, eran una familia inseparable.
Mientras tanto, Selena observaba desde un rincón, su mirada fija en la escena. Una lágrima solitaria rodó por su mejilla, recordándole el vacío que sentía desde que perdió a su familia. Su corazón anhelaba pertenecer a un hogar como ese, sentirse amada y protegida.
