Una mirada profunda a la vida de Astrid, donde la frontera entre la realidad y el sueño se vuelve cada vez más difusa.
La maldita primavera comenzó a escribir su historia cuando eran niñas. Pero ¿qué quedó de aquella narrativa que tejieron juntas? De repente, ella se despertó y se encontró sola. El miedo se apoderó de ella al ver una cruda realidad. Se desesperó, como si estuviera atrapada en una pesadilla de la que no podía escapar.
¿Una historia de amor que solo existió para ella?
¿Una historia que la maldijo únicamente a ella?Una historia de amor...
para ustedes, no para ella.Desde la perspectiva de Astrid.
Desperté en mi cama, sumida en un silencio abrumador. Al abrir los ojos, mis miradas recorrieron la habitación, vacía y desprovista de vida. No había señales de Selena, ni de mis madres, ni de la historia de amor que una vez me envolvió. Todo parecía desvanecerse como un sueño lejano, una fantasía que había tejido para escapar de la soledad y el dolor que me acechaban.
Con un suspiro profundo, me levanté de la cama y me dirigí al espejo. Al mirarme, vi reflejada a una mujer sola y triste. La felicidad y la pasión que solían brillar en mis ojos parecían haber desaparecido por completo. En su lugar, solo había una profunda tristeza y un abrumador vacío que llenaba cada rincón de mi ser. Fue entonces cuando comprendí que debía enfrentar la realidad, aunque esta se sintiera tan fría y distante como el reflejo que tenía frente a mí.
—¿Por qué todo parece ser una mentira? —me cuestioné, sentada en mi cama vacía, sintiendo el peso de la soledad—. ¿Por qué no puedo tener nada auténtico en mi vida?
Mi mirada recorrió mi habitación, un espacio que una vez resonó con risas y recuerdos. Pero ahora, cada rincón parecía despojado de la esencia de Selena, de mis madres, de la historia de amor que había creído vivir. Todo a mi alrededor se sentía como un espejismo, una fantasía construida para huir de una realidad que se tornaba cada vez más insoportable. La ausencia pesaba en el aire, como un eco de lo que había sido y ya no era.
—No —me repetí, sacudiendo la cabeza con firmeza—. No, no, no. Esto no puede ser. Selena está aquí, en alguna parte. Mis madres están aquí, en algún rincón. La historia de amor que compartimos aún palpita en el aire.
Sin embargo, en el fondo, sabía que me estaba engañando. Era consciente de que todo había sido una ilusión, una fantasía tejida para huir de una realidad que me resultaba insoportable. La dura verdad de ser una mujer sola, despojada de la calidez de una familia, me envolvía como una sombra que no podía evitar.
La soledad es una carga sutil, un peso que se lleva en silencio. Se hace presente en cada paso que doy, en cada respiración que resuena en el aire, en cada latido que resuena en mi pecho. Lo sabía bien. Mi vida había estado tejida de fantasías y sueños que me hicieron creer que había encontrado el amor y la felicidad. Pero ahora, sentada en mi cama vacía, comenzaba a darme cuenta de que todo había sido una ilusión efímera. Un sueño que se desvanecía como un susurro en la brisa, dejándome sola y desamparada en un mundo que parecía haber olvidado mi existencia. La luz del día filtrándose por la ventana me recordaba la calidez que alguna vez sentí, pero ahora solo era un eco distante, un recordatorio de lo que había sido y de lo que nunca sería.
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Sin embargo, quizás, solo quizás, lo que conocemos como vida es simplemente un eco distorsionado de una verdad más profunda, un espejo que nos engaña con su reflejo.
Y tal vez, cuando el viento sople con fuerza y ese espejo se quiebre, seremos capaces de vislumbrar la esencia oculta tras la ilusión. Quizás en ese instante, Astrid despertará y descubrirá que todo lo que creía perdido siempre estuvo allí, aguardando pacientemente su regreso.
Sin embargo, solo al escribir el desenlace de esta historia se revelará la verdad: ¿realmente sucedió todo esto, o fue Astrid quien, en su anhelo de compañía, decidió trazar su propia narrativa? ¿Es esta una historia de vida auténtica o simplemente un sueño tejido por Astrid para huir de la soledad que la abruma? El desenlace, en última instancia, será quien desvele el misterio.