2. Apuestas.

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Advertencia: La idea que se presenta a continuación, perteneciente a Dante, es ilegal y no debe ser emulada en la vida real. Este relato es pura ficción y no pretende promover o glorificar actividades ilegales o cuestionables. Sin embargo, es importante reconocer que la narrativa puede explorar temas y situaciones complejas. Por favor, lean con precaución y recuerden que el contenido es solo ficticio y no debe ser tomado como ejemplo o inspiración para acciones reales.

—Eso —dijo Astrid antes de una pausa—, es tan cruel…

—Solo son peleas —dijo Dante como si se tratara de un asunto trivial—, conoces a nuestros clientes y sus perversos intereses: las mujeres y las apuestas. Así que, ¿por qué no?

—¿Pondrás a las chicas a pelear y que ellos apuesten por la ganadora?

—Sí, y el ganador se llevará consigo a la chica escogida por el vendedor. La chica ganadora se librará de eso —prosiguió Dante.

—Conociendo a los clientes, si sé que les gustará la idea… son mafiosos —respondió Astrid pensativa—. Eso significa mucho dinero.

En ese momento, un hombre pidió permiso para hablar con Astrid.

—Ya que la chica está aquí, ¿qué pasará con su padre? —preguntó el hombre esperando una orden.

—¡Mátenlo! —ordenó Astrid sin rodeos— acaben con su vida de una vez por todas.

—¿Uno de nuestros mejores clientes? —cuestionó Dante, levantando una copa para beber.

—Cliente que asesinó a su esposa y vendió a su hija —dijo Astrid con seriedad—, no puedo confiar en personas que traicionan a su propia familia… el desgraciado debe morir.

Dante no se negó a esto, sabía que su hermana tenía razón. Sabían qué personas convenían y que personas no.

Después de la orden, los dos hermanos organizaron su idea de juego y si, la primera noche fue muestra de que les dejaría mucho dinero.

Selena fue empujada hacia el centro del casino, donde una multitud de personas la rodeaba, mirándola con una mezcla de curiosidad y hambre de victoria. La mesa delante de ella estaba llena de billetes y chips, y los hombres gritaban sus apuestas.

—¡Cinco mil por la rubia! —gritó uno.

—¡Diez mil por la rubia! —respondió otro.

Selena miró a su alrededor, aterrada. No podía creer que estuviera sucediendo esto. La chica frente a ella parecía experimentada en esto, pero ella no tenía idea de qué estaba pasando.

Justo cuando parecía que nadie iba a apostar por ella, una voz resonó en la sala.

—Le apuesto a la castaña —dijo Astrid, con una sonrisa confiada.

Los ojos de todos se volvieron hacia Astrid, conocida como el ama del juego. Nadie había ganado una apuesta contra ella jamás.

—¿Estás segura, Astrid?—preguntó su hermano. —La rubia parece más fuerte.

Astrid se encogió de hombros. “La castaña esa intentó golpearme, puede con esto... más le vale que pueda con esto”.

Algunos de los hombres cambiaron de opinión, apostando por Selena debido a la fama de ganadora de Astrid. Selena, sin embargo, seguía aterrada. ¿Qué había hecho para merecer esto?

Selena fue empujada hacia la chica rubia, cuyos ojos parecían brillar con una mezcla de confianza y agresividad. El hombre que había escogido a la rubia se rio y dijo: “Miren a la pobre chica, está temblando de miedo. La rubia ganará esta pelea sin problemas”.

DAS CASINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora